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Josué 2:12 - Biblia Lenguaje Básico

12 Juradme en el nombre de ese Dios que trataréis bien a toda mi familia, así como yo os he tratado bien a vosotros. Dadme alguna prueba de que así lo haréis.

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Biblia Reina Valera 1960

12 Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal segura;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 »Ahora júrenme por el Señor que serán bondadosos conmigo y con mi familia, ya que les di mi ayuda. Denme una garantía de que,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Pero ya que les he hecho un favor, júrenme por Yavé que también ustedes harán un favor a la casa de mi padre,

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Ahora pues, os ruego que me juréis por YHVH, que como he hecho misericordia con vosotros, así también vosotros haréis misericordia con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una contraseña segura,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Ahora, pues, juradme por Yahveh que, puesto que os he tratado con benevolencia, con benevolencia trataréis a la casa de mi padre; y me habéis de dar una señal cierta:

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Josué 2:12
24 Referans Kwoze  

Júrame ahora mismo, delante de él, que nunca me harás ningún daño, ni tampoco a mis hijos ni a mis descendientes. Júrame también que siempre me tratarás bien, tal como yo te he tratado, y que harás lo mismo con la gente de este país, donde has venido a vivir.


Quiero que me jures por el Dios del cielo y de la tierra, que no permitirás que mi hijo Isaac se case con ninguna mujer de Canaán,


El mayordomo se comprometió con su amo Abrahán a cumplir el juramento;


Por favor, cuando todo esto suceda, no te olvides de mí. Tan pronto como puedas, háblale de mí al faraón, para que me saque de esta cárcel.


Fue muy orgulloso y terco; nunca quiso arrepentirse ni obedecer al Dios de Israel. Sedecías se rebeló también contra el rey Nabucodonosor y no cumplió el juramento de fidelidad que le había hecho.


¡No podría yo soportar la tragedia que amenaza a mi pueblo! ¡No podré resistir que se extermine a mi familia!


Pero vosotros los israelitas no debéis tener miedo; la sangre que vais a untar en los marcos de las puertas me servirá de señal. Cuando yo la vea, no haré ningún daño a vuestros primogénitos, sino que pasaré de largo.


Y si estas naciones enemigas, que enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, aprenden ahora a portarse debidamente y a jurar por mi nombre diciendo: «¡Que viva el Dios de Israel!», llegarán a formar parte de mi pueblo.


Judas, el traidor, les había dado esta señal: —Al que yo bese, ese es Jesús. Arrestadlo y llevadlo bien atado.


No quieren entender la verdad ni se puede confiar en ellos. No aman a nadie ni se compadecen de nadie.


Quien no cuida de los suyos, y especialmente de su familia, no se porta como un cristiano; es más, esa persona es peor que quien nunca ha creído en Dios.


Por eso debéis tener en cuenta que Dios no tendrá compasión de quienes no se compadecieron de otros. Pero los que tuvieron compasión de otros, saldrán bien del juicio.


¡Prometedme que respetaréis la vida de todos mis familiares y nos libraréis de la muerte!


Cuando entremos en este territorio, esta soga roja tiene que estar atada a la ventana por donde ahora vamos a bajar. Reúne en tu casa a todos tus familiares.


Si alguno de ellos sale a la calle, morirá, y nosotros no tendremos la culpa de su muerte; pero si alguien sufre algún daño dentro de la casa, nosotros seremos los culpables.


Josué había dicho a los dos espías: —Id a la casa de Rajab y ponedla a salvo, junto con toda su familia, tal como se lo prometisteis.


Fue así como Josué hizo un pacto con los gabaonitas y prometió dejarlos vivir en paz. También los jefes de los israelitas se comprometieron a respetar ese acuerdo.


Cuando esos espías vieron a un hombre que salía de la ciudad, le dijeron: —Si nos muestras cómo entrar en la ciudad, no te haremos ningún daño.


David le preguntó: —¿Me puedes llevar adonde están los amalecitas? —Te llevaré —contestó el egipcio—. Pero júrame por Dios que no me matarás ni me entregarás a mi amo. David se lo juró, y el egipcio los condujo hasta ellos.


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