Dios se dio cuenta de que todos los israelitas estaban sufriendo mucho y no tenían quien los ayudara. Entonces los salvó por medio de Jeroboán, hijo de Joás, pues aún no había decidido hacer desaparecer de esta tierra al pueblo de Israel. Jeroboán recuperó el territorio que Israel había perdido, que se extendía desde la entrada de Jamat hasta el mar Muerto. Esto había sido ya anunciado por medio de Jonás, hijo de Amitay, profeta de Dios que era de la ciudad de Bat Jéfer.