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Jeremías 9:23 - Biblia Lenguaje Básico

23 Si alguien quiere sentirse orgulloso, que sea de conocerme a mí, de saber que yo soy un Dios fiel que actúo en la tierra con justicia y rectitud, cosas en las que me complazco. Soy yo, Dios, quien lo asegura.

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Biblia Reina Valera 1960

23 Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 Esto dice el Señor: «No dejen que el sabio se jacte de su sabiduría, o el poderoso, de su poder, o el rico, de sus riquezas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Quien quiera alabarse, que busque su alabanza en esto: en tener inteligencia y conocerme. Yo soy Yavé, y mi obrar en la tierra no es más que bondad, rectitud y justicia. Estas son las cosas que me gustan, palabra de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Así dice YHVH: No se alabe el sabio en su sabiduría, Ni se alabe el valiente en su valentía, Ni se alabe el rico en sus riquezas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 sino de esto se ufane quien quiera ufanarse: de ser sensato y conocerme, pues yo soy Yahveh, que practico la bondad, el derecho y la justicia en la tierra, porque en estas cosas me complazco' -oráculo de Yahveh-.

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Jeremías 9:23
54 Referans Kwoze  

Y no vengáis ahora con que solo Dios puede contradecir la sabiduría de Job.


Su carne es compacta, su piel es impenetrable;


Por eso, Dios nuestro, siempre te alabaremos, siempre te daremos gracias.


El ser humano es solo un soplo, hasta los más importantes son pura ilusión. Si los pesaran en una balanza, ¡ni juntos pesarían gran cosa!


Cuando te enfrentes al Gran Juez, de nada te servirán las riquezas; solo haciendo lo que es justo te librarás de la muerte.


No hay sabiduría, ni conocimiento, ni consejo que haga competencia a Dios.


Pon toda tu confianza en Dios y no te fíes de tus conocimientos.


Realmente no tiene sentido que, sin saber si iba a ser sabio o tonto, alguien que venga después disfrute de lo que a mí me costó tanto trabajo y sabiduría.


He podido contemplar también que en este mundo no son los más veloces los que ganan la carrera, ni tampoco son los más valientes los que ganan la batalla. No siempre los sabios tienen qué comer, ni los inteligentes tienen mucho dinero, ni todo el mundo quiere a la gente bien preparada. En realidad, todos dependemos de un momento de suerte,


Los que habían puesto su confianza en Etiopía y se sentían orgullosos de Egipto, ese día sentirán vergüenza de haberlo hecho, y tendrán mucho miedo.


Te sentías segura en tu maldad pues pensabas que nadie te veía. Tu sabiduría y tus conocimientos te hicieron perder la cabeza, mientras te decías a ti misma: "Yo, y nadie más que yo".


¡Qué mal os va a ir a los que presumís de inteligentes y sabios!


Ya no hará falta que unos sean maestros de otros, y que les enseñen a conocerme, porque todos me conocerán, desde el más joven hasta el más viejo. Yo les perdonaré todas sus maldades, y nunca más me acordaré de sus pecados. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Vosotros, soldados moabitas, os creéis fuertes y valientes,


Moab será conquistada y junto con su dios Quemós, sus sacerdotes y sus oficiales, será llevada al destierro por confiar en su ejército y en sus muchas riquezas.


Vosotros, amonitas, os sentís orgullosos de tener un país con valles fértiles; confiáis en vuestras riquezas y creéis que nadie os atacará.


Egipto quedará convertida en desierto, en un montón de ruinas. Solo entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel. Tú, rey de Egipto, piensas que el río Nilo te pertenece, y que tú mismo lo hiciste.


Tirarán a la calle su oro y su plata, como si fueran basura. Ese día descargaré mi ira, y nada podrá salvarlos, ni siquiera su oro y su plata, pues fueron la causa de sus pecados. Todas esas riquezas no podrán quitarles el hambre ni llenarles el estómago.


Voy a daros una oportunidad. Si al escuchar el sonido de los instrumentos musicales, no os arrodilláis y adoráis la estatua que he mandado hacer, ordenaré que de inmediato os arrojen al horno encendido. Y entonces ningún Dios podrá salvaros.


Pero ya Dios os ha dicho qué es lo que debéis hacer y lo que espera de vosotros: Dios quiere que seáis justos los unos con los otros y bondadosos con los más débiles, y que obedezcáis con humildad a vuestro Dios.


El día que yo me enfade, le prenderé fuego a la tierra. No habrá nada que los salve; ¡ni siquiera su oro y su plata! ¡En un instante serán destruidos todos los que habitan este mundo!


Los discípulos se sorprendieron al oír esto, pero Jesús volvió a decirles: —Hijos míos, ¡es muy difícil entrar en el reino de Dios!


Cree que lo sabe todo, pero en realidad no sabe nada.


Por lo tanto, como dice la Escritura, si alguien quiere sentirse orgulloso de algo, que se sienta orgulloso de Jesucristo, el Señor.


Si olvidáis esto, tal vez lleguéis a pensar que todo lo que tenéis y disfrutáis lo habéis conseguido con vuestro propio esfuerzo.


Por eso, lo único que deseo es conocer a Cristo; es decir, sentir el poder de su resurrección, sufrir como él sufrió, y hasta morir como él murió,


Todo eso lo he dejado a un lado, y lo considero basura, con tal de llegar a conocer bien a Cristo, pues no hay mejor conocimiento. Y quiero que Dios me acepte, no por haber obedecido la ley, sino por creer en Cristo, pues así, a través de la fe, es como Dios quiere aceptarnos.


Porque todos los males comienzan cuando solo se piensa en el dinero. Por el deseo de amontonarlo, muchos se han apartado de la fe y han acabado teniendo muchos problemas y sufrimientos.


Cuando vio que David no era más que un muchachito de piel sonrosada y bien parecido, lo maldijo en nombre de sus dioses y le dijo: —¡Vaya con el niño bonito! Vienes a luchar conmigo con un palo, como si yo fuera un perro. Ven aquí, que te voy a matar y a alimentar con tu carne a los buitres y a las bestias salvajes.


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