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Jeremías 9:16 - Biblia Lenguaje Básico

16-17 Es el Dios todopoderoso quien nos dice que llamemos a las mujeres que se contratan para llorar por los muertos. Debemos buscar a las más expertas y pedirles que vengan enseguida y nos entonen lamentos para que nuestros ojos se llenen de lágrimas y por nuestras mejillas corra el llanto.

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Biblia Reina Valera 1960

16 Y los esparciré entre naciones que ni ellos ni sus padres conocieron; y enviaré espada en pos de ellos, hasta que los acabe.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Los esparciré por todo el mundo, a lugares que ni ellos ni sus antepasados han oído nombrar, y aun allí los perseguiré con espada hasta que los haya destruido por completo».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 ¡Oigan! ¡Llamen a las lloronas, que vengan! ¡Busquen a las más peritas y que vengan!

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Y los esparciré entre naciones que ni ellos ni sus padres conocieron, y enviaré tras ellos la espada hasta exterminarlos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 '¡Atención! Llamad a las plañideras, que vengan; mandad a buscarlas, que vengan las más expertas,

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Jeremías 9:16
29 Referans Kwoze  

Acuérdate de lo que dijiste a Moisés: Le advertiste que si no te obedecíamos en todo, tú nos enviarías a países muy lejanos.


y que a sus descendientes los haría vivir entre gente pagana y los dispersaría por todos los países.


Cuando llegue ese día, darán miedo las alturas y los peligros del camino. Entonces el almendro dejará de florecer, los saltamontes serán carga pesada y la alcaparra no servirá para nada. Cuando llegue ese día, iremos a la morada eterna y en las calles las plañideras lamentarán nuestra muerte.


Dios os dispersará por todas las naciones. Seréis como la paja que se lleva el viento.


Yo les mandaré guerras, hambre y enfermedades, y así los eliminaré del país que les di a ellos y a vuestros antepasados.


Entonces el todopoderoso Dios de Israel me encargó: «Jeremías, ordena a todos estos que beban de la copa de mi ira hasta que vomiten, se caigan y no puedan volver a levantarse».


En lugar de estar pendiente de vosotros para protegeros, voy a estar pendiente de haceros daño. Os aseguro que toda la gente de Judá que vive en Egipto morirá de hambre o en la guerra.


Jeremías, córtate la melena que llevas como persona dedicada a Dios, retírate a lugares desiertos y entona un canto de lamento. Porque Dios ha rechazado y abandonado a esta gente que tanto le ha irritado.


Desde un país lejano me llegan los gritos de mi pueblo; «Ya no habita Dios en Jerusalén, ya no está allí nuestro rey». «Eso sucede, responde Dios, porque los israelitas me han ofendido dando cultos a los ídolos sirviendo a dioses extranjeros».


Diles también que yo les prometo hacer que regresen de las naciones por donde los dispersé. Y cuando ya los haya reunido, les devolveré la tierra de Israel.


Y cuando se encuentren dispersos entre las naciones, tendrán que reconocer que yo soy Dios.


También podría yo castigar a ese país enviando un ejército que lo ataque y acabe con sus habitantes.


También allí, en el desierto, les juré solemnemente que los dispersaría por todas las naciones del mundo,


—Ezequiel, hombre mortal, entona este lamento por la ciudad de Tiro:


la tercera parte de ellos morirá de hambre y de enfermedad. ¡Caerán muertos en las calles de la ciudad! Otra tercera parte morirá en sus alrededores atravesada por la espada. Y a la tercera parte restante la dispersaré por todo el mundo, y la perseguiré hasta destruirla por completo.


Cuando Jerusalén haya sido conquistada, irás al centro de la ciudad y quemarás allí una tercera parte del pelo. Otra tercera parte la cortarás con una espada y la esparcirás alrededor de la ciudad. La tercera parte restante la arrojarás al viento como señal de que yo los perseguiré para destruirlos.


Esto es, israelita, lo que dice el todopoderoso Dios de Israel: Cuando yo venga a castigaros, el llanto se oirá por todas partes. Se llorará en las calles, se llorará en los mercados, se llorará en los viñedos, se llorará en los campos, ¡y también en los funerales!


Cuando llegue ese día, la gente se burlará de vosotros y, a modo de lamento, os cantará esta canción: «¡Os han dejado en la ruina! ¡Antes erais la propiedad de Dios, pero ahora los invasores os han arrebatado los campos y se los han repartido entre ellos!».


Por eso os dispersé por naciones que no conocíais. Por eso vuestro país quedó hecho un desierto por el que nadie se atrevía a pasar. Por vuestra culpa, un país tan hermoso quedó abandonado y en ruinas.


Cuando vuestros enemigos vengan a atacaros, os prepararéis para responder el ataque, pero acabaréis huyendo en desorden y seréis derrotados por completo. Vuestros cadáveres quedarán tendidos por el suelo, y nadie podrá impedir que los devoren las fieras y los buitres. Al ver esto, los demás países se espantarán.


Dios también permitirá que vosotros y vuestro rey seáis hechos prisioneros y os lleven a un país que jamás conocieron vuestros antepasados. Allí tendréis que adorar a dioses falsos, hechos de madera y de piedra.


Tendréis que vivir en otros países, y allí adoraréis a dioses falsos, hechos de madera y de piedra, que ni vosotros ni vuestros antepasados conocisteis.


Hasta pensé en destruiros de tal modo que nadie volviera a recordaros.


Dios os dispersará por otros países y solo quedaréis unos pocos en medio de esas naciones a las que Dios os va a llevar.


Yo, Santiago, que estoy al servicio de Dios y del Señor Jesucristo, os envío un saludo a los cristianos que vivís esparcidos por todo el mundo.


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