1-2 Cuando llegue ese día, sacarán de las tumbas los huesos de todas las autoridades de Judá y de todos los habitantes de Jerusalén. Los tenderán en el suelo, a la luz del sol, la luna, las estrellas y todos los astros del cielo a quienes no solo amaron y sirvieron, sino que los siguieron, consultaron y adoraron. Esos huesos no volverán a ser enterrados, sino que se quedarán sobre la tierra, tirados como estiércol. Soy yo, Dios, quien lo asegura.
1 En aquel tiempo, dice Jehová, sacarán los huesos de los reyes de Judá, y los huesos de sus príncipes, y los huesos de los sacerdotes, y los huesos de los profetas, y los huesos de los moradores de Jerusalén, fuera de sus sepulcros;
1 »En ese día —dice el Señor—, el enemigo abrirá las tumbas de los reyes y los funcionarios de Judá, las tumbas de los sacerdotes, los profetas y la gente común de Jerusalén.
1 En ese tiempo, dice Yavé, sacarán de sus tumbas los huesos de los reyes de Judá; los de los príncipes, los de los sacerdotes, los de los profetas y los de los habitantes de Jerusalén.
1 En aquel tiempo, dice YHVH, sacarán de sus sepulcros los huesos de los reyes de Judá, los huesos de sus príncipes, los huesos de los sacerdotes, los huesos de los profetas y los huesos de los moradores de Jerusalem,
1 En aquel tiempo -oráculo de Yahveh- sacarán de sus sepulturas los huesos de los reyes de Judá y los huesos de sus príncipes, los huesos de los sacerdotes y los huesos de los profetas, y los huesos de los habitantes de Jerusalén,
Dios ordenó a este profeta que hablara en contra del altar. El profeta, con voz fuerte, dijo: —¡Altar, altar! Dios ha dicho que de la familia del rey David nacerá un niño, que se llamará Josías. Cuando él sea grande, matará a los sacerdotes de los santuarios que ofrezcan incienso sobre ti. También quemará sobre ti huesos humanos.
Cuando Josías regresaba de Betel, al ver las tumbas que había en las colinas, mandó sacar los huesos que había en esas tumbas y los quemó sobre el altar que había construido allí Jeroboán, para que ya no pudieran utilizarlo. Así se cumplió lo que Dios había anunciado por medio de su profeta.
Sois unos malvados que devoráis a mi pueblo como si fuera pan y os negáis a invocar a Dios. Pues debéis saber que Dios esparcirá vuestros huesos, os echaréis a temblar y quedaréis en ridículo porque Dios os ha rechazado.
Haré pedazos los altares y los hornillos donde quemáis incienso; cualquiera que se acerque a uno de esos ídolos caerá muerto allí mismo y yo dispersaré sus huesos alrededor de su altar. Destruiré por completo vuestras ciudades y todos los lugares de culto que habéis construido en las colinas; todo lo arrasaré: santuarios, altares, imágenes de ídolos, todo eso desaparecerá.
Esto dice el Dios de Israel: Vosotros, habitantes de Moab, habéis llegado al colmo de la maldad. Por eso, ¡no os perdonaré! Quemasteis los huesos del rey de Edom hasta dejarlos convertidos en cenizas.