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Jeremías 7:34 - Biblia Lenguaje Básico

34 Haré que en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén dejen de escucharse los jubilosos gritos de alegría y las canciones de los novios y las novias, porque el país quedará convertido en un horrible desierto.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

34 Y haré cesar de las ciudades de Judá, y de las calles de Jerusalén, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del esposo y la voz de la esposa; porque la tierra será desolada.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 Pondré fin a las risas y a las alegres canciones en las calles de Jerusalén. No se oirán más las voces felices de los novios ni de las novias en las ciudades de Judá. La tierra quedará completamente desolada.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 Suspenderé en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén toda manifestación de gozo y de alegría, los cantos del novio y de la novia, porque el país sólo será un desierto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 Y en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalem, haré cesar la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, porque esta tierra vendrá a ser una desolación.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Haré desaparecer de las ciudades de Judá y de las calles de Jerusalén el grito de gozo y el grito de alegría, el canto del esposo y el canto de la esposa; pues el país será un desierto'.

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Jeremías 7:34
23 Referans Kwoze  

¡Que en esa noche no haya nacido nadie para que nadie pueda alegrarse!


El fuego acabó con sus muchachos, las novias no tuvieron fiesta de boda,


Israel está destruido, sus ciudades arden en llamas; ante la mirada de sus habitantes el enemigo devora sus cosechas. El país ha quedado desierto, totalmente devastado.


La gente llorará y se pondrá de luto, y la ciudad quedará abandonada.


Entonces le pregunté: —Dios mío, ¿cuánto tiempo durará esta situación? Dios me respondió: —Hasta que todas las ciudades sean destruidas y se queden sin habitantes; hasta que en las casas no haya más gente y los campos queden desiertos;


porque yo, el todopoderoso Dios de Israel, voy a poner fin en este país a los gritos de alegría y de entusiasmo, y a las canciones de los novios y de las novias. Lo vais a ver con vuestros propios ojos.


Yo, el Dios de Israel, les digo a los que están en el palacio de Judá: Vosotros sois para mí tan especiales como el monte Galaad y como las altas montañas del Líbano. Pero voy a convertiros en un desierto, en una ciudad deshabitada.


No dejaré que vuelvan a escucharse los gritos de alegría y de entusiasmo, ni las canciones de boda; no se oirá el ruido del molino ni se verá luz en las casas.


Si esos profetas de verdad hablan de parte de Dios, lo que tienen que hacer es pedir a Dios que los babilonios no se lleven los utensilios que aún quedan en el Templo, en el palacio del rey y en Jerusalén. Repito: ¡no les hagáis caso! Es mejor que os rindáis al rey de Babilonia, y seguiréis con vida. ¿Por qué ha de convertirse Jerusalén en un montón de ruinas?


Dios dijo también a Jeremías: —Según decís, este lugar ha quedado destruido y no hay en él personas ni animales. Es verdad. Las ciudades de Judá están en ruinas, y por las calles de Jerusalén no se ven personas ni animales, pero yo os aseguro que volverán a oírse


las serenatas de los enamorados y las alegres canciones de fiesta. También se escucharán las alabanzas de los que llevan a mi Templo ofrendas de agradecimiento, y van cantando: «Alabemos al Dios de Israel. Alabemos al Dios todopoderoso. Nuestro Dios es bueno y nunca deja de amarnos». Yo os aseguro que los haré volver del país adonde fueron llevados prisioneros, y todo volverá a ser como al principio.


La tierra que antes era fértil ahora parece un desierto. ¡Todas las ciudades están en ruinas! Dios, en su terrible enfado, hizo que todo esto sucediera.


Porque así dice Dios: Toda la nación será destruida, pero no la destruiré por completo.


Por eso me enfurecí y destruí Jerusalén y las demás ciudades de Judá.


Ya los jóvenes no cantan ni se reúne el consejo de los ancianos.


Así es como pondré fin a tus fiestas y celebraciones.


Crece la violencia y el poder del malvado. Pero nada de eso quedará: ni grandeza ni esplendor, ni riqueza.


Por eso voy a quitarle todo cuanto le he dado,


Voy a poner fin a su alegría, a sus fiestas de cada semana, de cada mes y de cada año.


Porque el territorio de esos países quedará hecho un desierto por los pecados de sus habitantes.


¡Nunca más brillará en ti la luz de una lámpara, ni se oirán canciones de boda! Tus comerciantes llegaron a ser los más poderosos del mundo y tú engañaste con tus brujerías a gente de todos los países.


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