¿Por qué cuando vine a vosotros, no encontré a ninguno? ¿Por qué cuando os llamé, nadie me respondió? ¿Fue acaso porque pensasteis que mi poder era pequeño y no sería capaz de salvaros? Pues mirad, basta una orden mía para que se seque el mar y los ríos se conviertan en desierto; para que por falta de agua los peces mueran de sed y se pudran.
no os espera nada bueno pues he decidido que muráis atravesados por la espada. Ya que os llamé y no me respondisteis, os dirigí mi palabra y no quisisteis escucharme; hicisteis lo que no me gusta y elegisteis lo que no me agrada.
Pero Dios me tocó los labios y me dijo: —No digas que eres muy joven. A partir de este momento tú hablarás por mí. Irás adonde yo te mande y dirás todo lo que yo te diga. No tengas miedo pues yo estaré a tu lado para cuidarte.
—Ve al patio de mi Templo. Quiero que hables con la gente de toda Judá que viene a adorarme. Comunícales todo lo que te voy a decir, sin que falte nada.
«Como vosotros no me hicisteis ningún caso cuando yo os llamé, tampoco yo os haré caso cuando vosotros me llaméis. Yo soy el Dios todopoderoso, y os aseguro que así lo haré».