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Jeremías 7:20 - Biblia Lenguaje Básico

20 Por eso, castigaré con furia a este lugar, a las personas y animales, a los árboles del campo y a los frutos de la tierra. ¡Mi enfado será como un fuego difícil de apagar! Soy yo, Dios, quien lo asegura.

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Biblia Reina Valera 1960

20 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí que mi furor y mi ira se derramarán sobre este lugar, sobre los hombres, sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra; se encenderán, y no se apagarán.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Así que esto dice el Señor Soberano: «Derramaré mi terrible furia sobre este lugar. Sus habitantes, animales, árboles y cosechas serán consumidos con el fuego insaciable de mi enojo».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Por eso, así habla Yavé: 'Mi cólera y mi furor se van a desencadenar sobre este lugar, sobre los hombres y los animales, sobre los árboles del campo y los frutos de la tierra, y arderá sin apagarse.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Por eso, así dice Adonay YHVH: He aquí mi ira y mi ardiente indignación son derramados sobre este lugar, sobre hombres y bestias, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra. Se encenderá y no se apagará.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Por eso, así dice el Señor Yahveh: mirad que mi ira y mi furor se va a volcar en este lugar sobre los hombres y sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra; y arderá sin apagarse'.

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Jeremías 7:20
35 Referans Kwoze  

Estoy muy enfadado, porque me han abandonado para quemar incienso en honor de otros dioses y ofenderme con todas sus obras. Por eso mi ira se encenderá contra este lugar y no se apagará».


El Dios único y perfecto, que es la luz de Israel, se convertirá en una llama de fuego; en un solo día devorará al ejército de Asiria, como si fueran espinos y matorrales.


Por eso Dios se enfadó con ellos, hizo que sufrieran la guerra y con fuego los castigó. ¡Pero ni así le obedecieron!


Y cuando salgan del Templo y vean por el suelo los cadáveres de los que se rebelaron contra mí, comprobarán que el gusano que los roe nunca muere y que el fuego que los consume no se apaga; todos entonces quedarán llenos de espanto».


Yo le decía con cariño: «Olivo verde y hermoso ¡qué deliciosos son tus frutos!». Pero ahora voy a prenderle fuego y sus ramas arderán hasta ser consumidas.


Pero si no seguís las instrucciones de Dios acerca del sábado, sino que en ese día introducís cargas por las puertas de Jerusalén, entonces yo prenderé fuego a esas puertas, un fuego que devorará los palacios de Jerusalén y que nadie podrá apagar».


Por vuestra propia culpa perderéis la tierra que yo os había dado. Seréis esclavos en un país que os es desconocido. ¡Es tan grande mi ira que parece un fuego que nunca se apaga!


Dios mío, tú sabes que han preparado un plan para matarme. ¡No olvides sus pecados, ni les perdones ningún crimen! ¡Desata tu furia contra ellos y haz que caigan destrozados!


El Dios de Israel os advierte que, así como se enfureció contra los que vivían en Jerusalén, así también se enfurecerá contra los que se vayan a Egipto. Os convertiréis en objeto de burla, de desprecio, de maldición y de horror; y no volveréis a este lugar.


Por eso me enfurecí y destruí Jerusalén y las demás ciudades de Judá.


¡Me invade la ira de Dios, y ya no puedo contenerme! Pues bien —dice Dios—, da rienda suelta a tu enfado sobre los niños que andan por la calle, sobre las pandillas de jóvenes, sobre esposas y maridos, sobre los ancianos cargados de años. ¡Todos ellos serán hechos prisioneros!


Yo voy a castigar a todos los que viven en Judá. Sus casas, campos y mujeres pasarán a manos de otros. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Una viña me daría uvas, —dice vuestro Dios— una higuera me daría higos, pero vosotros solo sois hierba marchita. ¡Por eso voy a quitaros todo lo que os había dado!


El furor de Dios fue tan grande que ya no pudo contenerse; le prendió fuego a Jerusalén y la destruyó por completo.


¡Ha llegado la hora! ¡Ha llegado el día! Se acabó la alegría de los que compran y los que venden. A todos voy a castigarlos.


Voy a castigar a todo este país. Y aunque sus habitantes toquen la trompeta, nadie saldrá a la batalla.


yo me enfrentaré a vosotros y os castigaré todavía con más ira a causa de vuestros pecados.


Cuando nuestro Dios se irrita, las piedras se convierten en polvo, como si el fuego las fundiera; cuando nuestro Dios se enfurece, nadie puede mantenerse firme.


Así dice Dios: Voy a destruir por completo todo lo que hay sobre la tierra. Destruiré a la humanidad entera, y también a los animales, a las aves y a los peces. Haré perecer a todos los malvados. Yo soy el Dios de Israel y cumpliré mi palabra.


El que viene después de mí separará a los buenos de los malos. A los buenos los pondrá a salvo, pero a los malos los echará en un fuego que nunca se apaga.


Dios se llenará de ira y lo castigará duramente. No será un castigo suave, sino que lo hará sufrir con fuego y azufre ardiente en presencia de los santos ángeles y del Cordero.


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