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Jeremías 7:19 - Biblia Lenguaje Básico

19 Lo más vergonzoso es que, en realidad, no me ofenden a mí; ¡se ofenden a ellos mismos! Soy yo, Dios, quien lo asegura.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

19 ¿Me provocarán ellos a ira? dice Jehová. ¿No obran más bien ellos mismos su propia confusión?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 ¿Soy yo al que ellos perjudican? —pregunta el Señor—. Más que nada se perjudican a sí mismos, para su propia vergüenza».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Pero, ¿es a mí, acaso, a quien rebajan con eso, dice Yavé? ¿No es más bien a ellos mismos, para su propia deshonra?

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 ¿A mí me provocan a ira? dice YHVH, ¿Acaso no actúan para su propia vergüenza?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 ¿Es a mí a quien ofenden? -aráculo de Yahveh-. ¿No es más bien a sí mismos, para su propia vergüenza?

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Jeremías 7:19
21 Referans Kwoze  

Hemos estado pecando gravemente desde hace mucho tiempo. Por causa de nuestra maldad todos nosotros, incluyendo a nuestros reyes y sacerdotes, hemos sido entregados al poder de los reyes de otros países. Hasta hoy nuestros enemigos nos han herido, robado, humillado y convertido en esclavos.


A Dios no le perjudicas en nada si te pasas la vida pecando.


Pero si os empeñáis en ser rebeldes, moriréis sin remedio a filo de espada. ¡Yo soy quien os lo aseguro!».


Por eso, así asegura el Dios todopoderoso, el que es fuerte en Israel: «Voy a castigar a mis adversarios, a vengarme de mis enemigos;


Todos los que fabrican ídolos se llenarán de vergüenza, quedarán humillados y en ridículo.


Las que habían tenido muchos hijos desfallecieron y acabaron por morir; se puso para ellas el sol en pleno día quedando humilladas y cubiertas de vergüenza. Y los que hayan quedado con vida haré que mueran a manos de sus enemigos. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Vuestras propias rebeliones y maldades demuestran que sois culpables. Reflexionad y reconoced lo malo y triste que es abandonarme y no honrarme a mí, vuestro Dios. Soy yo, el Dios todopoderoso, quien lo asegura.


Pero tú, mi Dios, eres el Todopoderoso. Tú examinas al que es justo y sabes lo que pensamos y deseamos. Eres un guerrero invencible, y siempre estás a mi lado; por eso no podrán vencerme los que me persiguen; ¡quiero ver cómo los castigas, porque en ti confío! ¡Quiero ver cómo los derrotas y los cubres de vergüenza! Sufrirán un humillante fracaso que ya nadie podrá olvidar.


Los que ahora vivís en palacios rodeados de finas maderas, ¡pronto sabréis lo que es sufrir! Cuando os llegue la desgracia, os retorceréis de dolor como mujer que está dando a luz. Seréis llevados a otro país donde seréis tratados como esclavos; allí os sentiréis confundidos y avergonzados por vuestra maldad. Y aquellos en quienes confiabais irán también al destierro.


Pero vosotros no habéis prestado atención a estos mensajes. Al contrario, habéis ofendido a Dios adorando a esos ídolos que vosotros mismos os fabricáis para vuestra propia desgracia.


Nosotros y nuestros antepasados hemos pecado contra ti. Desde que éramos jóvenes, y hasta el día de hoy, jamás te hemos obedecido. Por eso, debemos avergonzarnos y humillarnos por completo».


La culpa la tuvieron sus habitantes, pues habían cometido muchos pecados. Adoraron a otros dioses y les ofrecieron incienso, y con eso me ofendieron muchísimo. A esos dioses no los conocían, ni ellos ni vuestros antepasados.


Desde un país lejano me llegan los gritos de mi pueblo; «Ya no habita Dios en Jerusalén, ya no está allí nuestro rey». «Eso sucede, responde Dios, porque los israelitas me han ofendido dando cultos a los ídolos sirviendo a dioses extranjeros».


Y ahora, mujeres, escuchad a Dios, prestad atención a su palabra. Enseñad a vuestras hijas y amigas a entonar cantos de lamentación; enseñadles a cantar esta triste canción:


¿O es que queréis provocar la ira de Dios? Pues debéis saber que no somos más fuertes que Dios.


Provocasteis la ira de Dios, adorando otros dioses y haciendo cosas odiosas. Se trataba de dioses falsos, dioses desconocidos para vuestros antepasados. A esos dioses recién llegados, que no eran sino demonios, ofrecisteis sacrificios.


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