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Jeremías 6:20 - Biblia Lenguaje Básico

20 ¿De qué me sirve el incienso que me traen del reino de Sabá? ¿Para qué quiero la caña dulce que me traen de un país lejano? ¡Me disgustan todas vuestras ofrendas, no me agradan vuestros sacrificios!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

20 ¿Para qué a mí este incienso de Sabá, y la buena caña olorosa de tierra lejana? Vuestros holocaustos no son aceptables, ni vuestros sacrificios me agradan.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Es inútil ofrecerme el incienso dulce de Saba. ¡Guárdense su cálamo aromático importado de tierras lejanas! No aceptaré sus ofrendas quemadas; sus sacrificios no tienen ningún aroma agradable para mí».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 ¿Qué me importa a mí el incienso importado de Saba y la canela fina que viene de un país lejano? Ya no me gustan los holocaustos que ustedes hacen, y sus sacrificios me caen mal.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 ¿Para qué viene a mí este incienso de Sabá, O la caña aromada de países lejanos? Vuestros holocaustos no me son aceptos, Y vuestros sacrificios no me agradan.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 ¿Qué me importa el incienso que viene de Sabá, y la caña aromática de un país lejano? Vuestros holocaustos no me agradan y vuestros sacrificios no me complacen.

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Jeremías 6:20
24 Referans Kwoze  

Al mismo tiempo que ofrecía el sacrificio a Dios en Hebrón, Absalón mandó llamar a Ajitófel, que era uno de los consejeros de David y vivía en la ciudad de Guiló. Mientras tanto, cada día era más la gente que se unía a Absalón, de modo que la rebelión contra David fue cobrando fuerza.


Después, la reina de Sabá regaló a Salomón tres mil novecientos sesenta kilos de oro, y gran cantidad de perfumes y piedras preciosas. Además, en los barcos de Jirán, que habían traído desde Ofir el oro para Salomón, trajeron también gran cantidad de madera de sándalo y piedras preciosas. Con esa madera el rey hizo barandas para el Templo de Dios y para el palacio real, así como arpas y liras para los músicos. Nunca antes se había visto tanto perfume y tanta madera de sándalo en Israel.


Mi Dios y Señor, me faltan palabras para contar los muchos planes y maravillas que has hecho en nuestro favor. Quisiera mencionarlos todos, pero me resulta imposible.


¡Alabad su poder; todo lo que ha hecho es maravilloso! ¡Sus enemigos se rinden ante él!


—El aceite que se usa para consagrar se derramará exclusivamente sobre todo lo que esté dedicado a mi servicio. Deberás prepararlo como se preparan los buenos perfumes. En su preparación usarás los siguientes ingredientes: tres litros y medio de aceite de oliva mezclados con diferentes plantas aromáticas. Las cantidades se pesarán y medirán de acuerdo con la medida oficial del santuario.


A Dios no le gustan las ofrendas de los malvados, pero recibe con agrado las oraciones de la gente buena.


Dios aborrece los sacrificios que le ofrecen los malvados, sobre todo si lo ofrecen con mala intención.


«¿Por qué me traéis tantos animales para ofrecérmelos en sacrificio? ¡Ya estoy harto de esas ofrendas; me da asco ver tanta sangre de toros, carneros y cabritos!


Vendrán a ti, Jerusalén, gentes de todas las regiones del desierto; vendrán desde Madián y desde Efá montados en dromedarios y camellos; vendrán desde el reino de Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las grandezas de Dios.


Pero hay gente que me sacrifica un toro y después sale y mata a una persona. Hay gente que me sacrifica una oveja y luego desnuca un perro. Hay gente que me hace una ofrenda, pero es de sangre de cerdo. Hay gente que me honra con incienso y luego no le importa ir a dar culto a un ídolo. Pues bien, si ellos han decidido hacer tales cosas odiosas y les parece bien,


Dios piensa que a su pueblo le gusta ir de un sitio para otro y adorar a muchos dioses. Pero es algo que no agrada a Dios y por eso lo va a tener en cuenta y los va a castigar por sus pecados.


Por más que ayunen, no escucharé sus ruegos; por más que me presenten ofrendas de animales y de cereal, no los aceptaré. Ya he decidido destruirlos y voy a enviarles guerra, hambre y enfermedades.


En cuanto a vosotros, israelitas, esto os dice Dios: Podéis seguir adorando, si queréis, a los ídolos. Pero llegará el día en que tendréis que obedecerme y no dejaré que me faltéis al respeto presentando ofrendas a los ídolos.


Tus clientes de Sabá y Ramá te pagaban con finos perfumes, con oro y piedras preciosas.


Os encanta presentar ofrendas, y luego comer la carne de los animales que ofrecéis en sacrificio. Pero yo, vuestro Dios, no acepto esas ofrendas, sino que tengo presente vuestros pecados. Por eso os voy a castigar y volveréis a ser esclavos en Egipto.


Prefiero que se cierren las puertas de mi Templo a que encendáis en vano fuego en mi altar; estoy muy molesto con vosotros y os aseguro que no voy a aceptar esas ofrendas.


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