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Jeremías 6:13 - Biblia Lenguaje Básico

13 Todos desean lo que no es suyo, desde el más pequeño hasta el más grande. Ya no se puede confiar ni en el profeta ni en el sacerdote.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

13 Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Desde el menos importante hasta el más importante, sus vidas están dominadas por la avaricia. Desde los profetas hasta los sacerdotes, todos son unos farsantes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Pues desde el más chico al más grande, todos andan buscando su propio provecho, y desde el sacerdote hasta el profeta son todos unos embusteros.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Pues desde el más pequeño hasta el más grande, Todos ellos codician ganancias deshonestas; Y desde el profeta hasta el sacerdote, Todos ellos practican el engaño,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Porque desde el menor hasta el mayor, todos ellos andan buscando su provecho; y desde el profeta al sacerdote, todos ellos obran con engaño.

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Jeremías 6:13
32 Referans Kwoze  

Los profetas y los sacerdotes se tambalean y tropiezan de tanto licor como beben. Están demasiado borrachos y no tienen seguridad en sus visiones, titubean al tener que decidir.


A causa de tu pecado por un tiempo estuve irritado contigo; entonces te castigué y me alejé de ti. Pero tú, obedeciendo tus caprichos, seguiste rebelándote contra mí.


Salgo al campo y solo veo los cuerpos de los que han muerto en la guerra; entro en la ciudad y solo veo el desastre que ha causado el hambre. ¡Pero ni profetas ni sacerdotes parecen entender lo que pasa!


Como alguien que hace algo indebido es quien se hace rico injustamente; cuando menos lo espere, le abandonará la fortuna y acabará su vida como un necio.


¿Por qué queréis tener un juicio conmigo si todos sois unos rebeldes? Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Los sacerdotes nunca preguntaron por mí, los maestros de la Ley jamás me conocieron, los dirigentes pecaron contra mí, y los profetas no hablaron en mi nombre. Todos ellos siguieron a otros dioses que no sirven para nada, y en nombre de ellos hablaron.


A ti solo te interesa el dinero y no te importa ganarlo a costa de oprimir, de maltratar y de matar a gente inocente.


Los habitantes de este país son gente malvada; no saben lo que es ser fieles, ¡no saben hacer lo bueno, solo cometen injusticias! Por eso la tierra está bajo maldición: los pastos se han secado, y la tierra es un desierto.


Así os lo aseguro yo, vuestro Dios: Los profetas y los sacerdotes son los primeros en hacer el mal; ¡hasta en mi Templo cometen terribles maldades!


Entonces Yojanán y Azarías, hijo de Osaías, junto con los jefes militares y el pueblo, desde el más viejo hasta el más joven, se presentaron al profeta Jeremías y le dijeron: —Por favor, Jeremías, atiéndenos y ruega a Dios por todos nosotros. Tú bien sabes que antes éramos muchos, pero ahora solo quedamos unos pocos.


Los profetas solo dicen mentiras, los sacerdotes hacen lo que quieren, y mi pueblo parece estar feliz. Pero ¿qué haréis cuando llegue el fin?


Por eso daré a otros sus mujeres y entregaré sus campos a conquistadores. Y es que todos desean lo que no es suyo, desde el más pequeño hasta el más grande. Ya no se puede confiar ni en el profeta ni en el sacerdote.


Impíamente se portaron tanto profetas como sacerdotes; se derramó en Jerusalén sangre inocente y por eso Dios la castigó.


Hay también quienes matan por dinero, quienes cobran intereses a los que les piden dinero prestado y quienes maltratan violentamente a su prójimo, olvidándose de mí. Esto es lo que yo, que soy vuestro Dios, os digo.


Y así lo hacen: llegan masivamente, se sientan delante de ti y escuchan con atención tus palabras, pero no las ponen en práctica; les agrada cómo hablas, pero luego solo buscan su interés.


Los sacerdotes, profetas y jueces enseñan, predican o juzgan solo a cambio de dinero. Y para colmo se atreven a decir: «No tenemos nada que temer; ¡Dios está con nosotros!».


Así dice Dios a los profetas que engañan a mi pueblo: Vosotros habláis de paz solo a quienes os dan de comer, pero declaráis la guerra a quienes no os proporciona alimento.


A los fariseos les gustaba mucho el dinero. Por eso, cuando escucharon todo lo que Jesús decía, se burlaron de él.


No debe ser borracho ni violento; al contrario, debe ser amable y tranquilo y no estar únicamente preocupado por el dinero.


En el pueblo de Israel hubo también algunos que decían ser enviados por Dios pero no lo eran. Así también, entre vosotros, habrá falsos maestros que os enseñarán cosas peligrosas, y hasta dirán que Jesucristo no es capaz de salvar. Por eso, cuando menos lo esperen, serán destruidos por completo.


Esos falsos maestros desearán tener cada vez más dinero y tratarán de explotaros a base de mentiras. Pero Dios ha decidido castigarlos desde hace mucho tiempo y no se salvarán de ese castigo.


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