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Jeremías 51:35 - Biblia Lenguaje Básico

35 Ahora, israelitas, me pedís que castigue a los babilonios por los sufrimientos que os causaron; me pedís que los haga responsables de haber derramado vuestra sangre.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

35 Sobre Babilonia caiga la violencia hecha a mí y a mi carne, dirá la moradora de Sion; y mi sangre caiga sobre los moradores de Caldea, dirá Jerusalén.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

35 Hagan que Babilonia sufra como nos hizo sufrir a nosotros —dice la gente de Sion—. Hagan que el pueblo de Babilonia pague por derramar nuestra sangre», dice Jerusalén.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

35 ¡Caigan sobre Babilonia mi humillación y mis sufrimientos, y mi sangre sobre los habitantes de Caldea!, dice Jerusalén.

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La Biblia Textual 3a Edicion

35 ¡Que mi carne pisoteada caiga sobre Babilonia!, Dirá la población de Sión. ¡Que mi sangre derramada° caiga sobre los caldeos! Dirá Jerusalem.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

35 ¡Caiga sobre Babel la violencia que hizo en mi carne!, dice la población de Sión. ¡Recaiga mi sangre sobre los habitantes de Caldea!, dice Jerusalén.

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Jeremías 51:35
20 Referans Kwoze  

Entonces Saray dijo a Abrán: —Tú tienes la culpa de que Agar me trate con desprecio. Recuerda que fui yo quien te la entregó. Ahora resulta que, como está embarazada, se siente superior a mí. Que Dios juzgue quién tiene razón en este caso.


con esa gente que dice: «Lo que nos sobra son palabras; con ellas conseguimos triunfar. ¡Nadie podrá dominarnos!».


¡Cantad himnos a Dios que habita en Jerusalén! ¡Dad a conocer entre los pueblos todo lo que ha hecho!


¡Que vengan los arqueros, y ataquen a Babilonia! ¡Que la rodeen por todas partes para que nadie pueda escapar! Babilonia se rebeló contra mí, que soy el Dios Santo de Israel. Por eso, dadle su merecido; tratadla como ella trató a los demás.


Y haré que Babilonia y todos los habitantes de Caldea paguen ante vuestros propios ojos todo el mal que hicieron a Jerusalén. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


No hay un solo pecado que él no haya cometido. Castiga, pues, su maldad como me castigaste a mí porque es mucho lo que he llorado y se me va a romper el corazón.


La violencia con que trataste a los animales del monte Líbano se volverá en tu contra; así pagarás por todos tus crímenes, por tu violencia contra nuestro país, contra nuestras ciudades y sus habitantes.


Y aunque por algún tiempo estuve enfadado con mi ciudad, me llenan de furia esas naciones que se sienten muy orgullosas, y que se aprovecharon de mi ira para hacer sufrir a Jerusalén.


Si sois muy duros para juzgar a otras personas, Dios será igualmente duro con vosotros, y os tratará como vosotros tratéis a los demás.


Por eso debéis tener en cuenta que Dios no tendrá compasión de quienes no se compadecieron de otros. Pero los que tuvieron compasión de otros, saldrán bien del juicio.


Tus enemigos derramaron la sangre de tu pueblo santo y también de tus profetas. Por eso ahora tú les das a beber sangre. ¡Bien merecido lo tienen!


¡Alegraos por su ruina los que vivís en el cielo! ¡Y alegraos también vosotros, santos, apóstoles y profetas, pues Dios la ha castigado por todo el mal que os ha hecho!


Devolvedle todo el mal que ella hizo con otros; hacedle pagar el doble de todo lo malo que ha hecho; Haced que pase dos veces por la misma amarga experiencia que otros tuvieron por su culpa.


Decían con fuerte voz: —Dios todopoderoso, tú eres santo y siempre dices la verdad. ¿Cuándo nos harás justicia y vengarás la muerte que nos dieron los habitantes de la tierra?


Pero si no es así, que salga de Abimélec un fuego que devore a la gente de Siquén y de Bet Milo, y que de estas dos ciudades salga un fuego que lo destruya a él.


Así Abimélec recibió su merecido por haber matado a sus hermanos, y también los de Siquén fueron castigados por haberlo ayudado.


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