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Jeremías 50:19 - Biblia Lenguaje Básico

19 Yo haré que Israel regrese a su propia tierra donde yo le daré alimento en el monte Carmelo, en la región de Basán y en las montañas de Efraín y Galaad.

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Biblia Reina Valera 1960

19 Y volveré a traer a Israel a su morada, y pacerá en el Carmelo y en Basán; y en el monte de Efraín y en Galaad se saciará su alma.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Traeré a Israel de regreso a su hogar, a su propia tierra, para comer en los campos de Carmelo y Basán, y para quedar saciado una vez más en la zona montañosa de Efraín y Galaad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Yo haré volver a Israel a su corral y comerá el pasto en el Carmelo y en el Basán y en los cerros de Efraím y Galaad tendrá para saciarse.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Y haré que Israel vuelva a su pastizal, y pacerá en el Carmelo y en Basán, para que sacie su alma en la serranía de Efraín y en Galaad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 A Israel lo volveré a su pastizal, para que paste en el Carmelo y en Basán y se harte en la montaña de Efraín y en Galaad.

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Jeremías 50:19
36 Referans Kwoze  

El rey Nabucodonosor se había llevado presos a Babilonia a muchos judíos. Los que regresaron a Jerusalén y a otras ciudades de Judá, lo hicieron bajo el mando de Zorobabel y otros jefes cuya lista es la siguiente: Josué, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvay, Rejún y Baaná.


¡Aparta tus ojos de mí, pues me tienen fascinado! Son tus negros cabellos como cabras que juguetean en los montes de Galaad.


Todos en el país están tristes; los bosques del Líbano están secos, han perdido su frescura. Todo el valle de Sarón ha quedado hecho un desierto; la región de Basán y el monte Carmelo han perdido su verdor.


Todo el mundo se alegrará porque Dios dará al desierto la belleza del monte del Líbano, la fertilidad del monte Carmelo y la hermosura del valle de Sarón.


Sin embargo, yo mismo reuniré a lo que quede de mi pueblo, haré que vuelva a este país desde las naciones donde lo dispersé y haré que prospere y se convierta en una gran nación.


Entonces los reinos de Israel y de Judá volverán a unirse y desde un país del norte volverán a la tierra que os di como herencia a vuestros antepasados.


Así dice también Dios a los israelitas: Haré volver a los prisioneros, y los trataré con amor y compasión. Jerusalén será reconstruida, y el palacio volverá a edificarse.


Viene un día terrible, como nunca ha habido otro. Cuando llegue ese día, mi pueblo sufrirá muchísimo, pero al final lo salvaré; romperé las cadenas de su esclavitud, lo libraré del poder que lo domina y nunca más volverá a ser esclavo de extranjeros. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Los sacerdotes y mi pueblo disfrutarán de mis bendiciones, y tendrán más de lo que necesitan. Soy yo, Dios, quien lo asegura».


A los que tengan hambre les daré de comer y a los que tengan sed les daré de beber.


Muy pronto los guardias gritarán por las colinas de Efraín: «¡Venid, vayamos a Jerusalén, y adoremos a nuestro Dios!».


Yo estoy muy furioso con mi pueblo, y por eso lo he dispersado por muchos países. Pero en el futuro, volveré a reunirlos, haré que vuelvan a Jerusalén y entonces vivirán tranquilos y seguros.


Y vosotros, pueblo de Israel, no tengáis miedo ni os asustéis; yo haré que volváis de Babilonia, adonde fuisteis llevados como esclavos. No tengáis miedo, israelitas, porque yo estoy con vosotros y voy a destruir a todas las naciones por las que os dispersé; a vosotros, en cambio, no os destruiré pero sí os castigaré como merecéis para que no quede sin castigo vuestra culpa. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Mi pueblo ha perdido el rumbo; ha vivido como un rebaño perdido, pues sus jefes no supieron dirigirlo. Por eso anduvo por las montañas, extraviado y sin rumbo fijo; ¡hasta olvidó su lugar de descanso!


Diles también que yo les prometo hacer que regresen de las naciones por donde los dispersé. Y cuando ya los haya reunido, les devolveré la tierra de Israel.


Yo os libraré de todas esas naciones; os reuniré y os llevaré a vuestra tierra.


Y cuando ya os haya limpiado de todas vuestras maldades, os dejaré reconstruir vuestras ciudades, que ahora están en ruinas. Las habitaréis,


pues te voy a dar una misión! Dentro de algunos años te daré la orden de invadir Israel. Este pueblo fue destruido y durante mucho tiempo quedó en ruinas. Su gente estuvo cautiva, y fue dispersada por muchas naciones. Pero yo lo he rescatado y ahora ha vuelto a reunirse en los montes de Israel donde ahora vive tranquilo.


Por el este, el límite lo marcará el río Jordán. Partirá del punto que está entre Jaurán y Damasco, y se extenderá por toda la frontera que divide a Israel de Galaad, hasta la ciudad de Tamar, que está junto al mar Muerto.


Dios nuestro, cuida de este rebaño tuyo que vive solitario en el bosque en medio de fértiles campos; como lo hiciste en otro tiempo, alimenta a tus ovejas con los abundantes pastos que crecen en Basán y en Galaad.


No hay otro Dios que, como tú, perdone los pecados y olvide las maldades de los pocos que quedamos con vida. Tan grande es tu amor por nosotros que tu ira no dura para siempre.


Los haré volver de Egipto y Asiria, y los haré vivir en Galaad y en la región del monte Líbano; pero serán tantos los que vuelvan que no habrá lugar para todos.


La tribu de Rubén y la de Gad tenían gran cantidad de ganado. Cuando vieron que la región de Jazer y de Galaad era buena para el ganado,


son muy buenas para la ganadería, y nosotros tenemos mucha. Dios ha conquistado esas regiones para dárselas a su pueblo;


Josué les respondió: —Ya que sois muchos y no os basta el territorio de Efraín, id a la región de los fereceos y de los gigantes refaítas, y talad sus bosques haciéndoos allí un sitio.


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