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Jeremías 5:31 - Biblia Lenguaje Básico

31 Los profetas solo dicen mentiras, los sacerdotes hacen lo que quieren, y mi pueblo parece estar feliz. Pero ¿qué haréis cuando llegue el fin?

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

31 los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 los profetas dan profecías falsas, y los sacerdotes gobiernan con mano de hierro. Peor todavía, ¡a mi pueblo le encanta que sea así! Ahora bien, ¿qué harán ustedes cuando todo esto llegue a su fin?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Los profetas anuncian mentiras, los sacerdotes buscan el dinero y todo esto le gusta a mi pueblo. ¿Qué harán ustedes, cuando llegue el fin?

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 Los profetas profetizan mentira y los sacerdotes gobiernan bajo su dirección,° Y mi pueblo así lo quiere. Pero, ¿qué haréis al final de ello?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 los profetas profetizan con mentira, los sacerdotes gobiernan por su cuenta, y mi pueblo así lo quiere. Pero ¿qué haréis cuando llegue el fin?

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Jeremías 5:31
37 Referans Kwoze  

Entonces el rey de Israel reunió a los profetas, que eran alrededor de cuatrocientos, y les preguntó: —¿Debo atacar a Ramot de Galaad para recuperarla? Los profetas le contestaron: —Atácala. Porque Dios te la va a entregar.


El mentiroso cree al mentiroso y el malvado habla bien del malvado.


¿Qué haréis cuando Dios os pida cuentas de lo que hacéis? ¿Qué haréis cuando Dios os castigue como merecéis? ¿A quién pediréis ayuda? ¿Dónde esconderéis vuestras riquezas?


Ese día los habitantes de la costa dirán: «Mirad cómo han terminado Egipto y Etiopía. Teníamos la esperanza de que nos ayudarían a librarnos del rey de Asiria. ¿Ahora quién podrá defendernos?».


En Jerusalén los pecadores se llenan de miedo, los malvados tiemblan y dicen: «No podremos sobrevivir al fuego destructor de Dios; es un fuego que no se apaga y no quedaremos con vida».


Tu primer antepasado y tus guías se rebelaron contra mí,


Creíste que nunca dejarías de ser reina y no te pusiste a pensar cómo sería el final.


Dios me contestó: —Esos profetas que dicen hablar de mi parte, son unos mentirosos. Yo no los he enviado, ni les he dado ninguna orden. Es más, ni siquiera he hablado con ellos. Sus mensajes son una mentira, ¡un invento de su propia imaginación! Dicen que no habrá guerra ni hambre en este país, pero yo les digo que ellos mismos morirán de hambre o víctimas de la guerra. No solo ellos morirán, sino también sus esposas, sus hijos y sus hijas. Sus cadáveres quedarán tirados por las calles de Jerusalén y no habrá nadie que los entierre. ¡Así les haré pagar su maldad!


Jeremías anunció este mensaje en el Templo de Dios, y lo escucharon los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo. Pero tan pronto como terminó de anunciarlo, todos los que estaban allí se lanzaron contra él, lo apresaron y amenazantes le dijeron: —¡Esto te va a costar la vida! ¿Cómo te atreves a hablar en el nombre de Dios y decir que este Templo será destruido como el santuario de Siló? ¿Cómo te atreves a decir que Jerusalén será destruida y que se quedará sin habitantes?


¡Asombrosa ha sido tu caída! ¡No hay nadie que te consuele! Toda entera estás manchada y jamás pensaste llegar a tal estado. ¡Mira, Dios mío, mi aflicción pues los enemigos me han vencido.


Jamás tus profetas te dijeron la verdad; te hicieron creer en mentiras y no señalaron tu maldad para que cambiara tu suerte. Solo te hicieron anuncios seductores, pero completamente engañosos.


Impíamente se portaron tanto profetas como sacerdotes; se derramó en Jerusalén sangre inocente y por eso Dios la castigó.


Se acercaba nuestro fin. Vigilaban nuestros pasos y no nos dejaban andar libremente; ¡nuestros días estaban contados!


Todo esto os sucederá por haber engañado a mi pueblo; por haberle asegurado que todo estaba bien, cuando en realidad todo estaba mal. Os portabais como quien trata de tapar con yeso una pared agrietada. ¡Y esa pared se vendrá abajo!


Todo lo que anunciáis es mentira; es solo producto de vuestra imaginación. Aseguráis hablar de mi parte, pero eso es mentira: yo nunca os he pedido que habléis en mi nombre. ¿Y todavía esperáis que se cumplan vuestras palabras?


Cuando decida castigarte, no tendrás ánimo ni fuerzas para enfrentarte conmigo. Yo soy tu Dios, y lo que digo lo cumplo.


Pues bien, yo castigaré tanto al pueblo como a los sacerdotes, les pediré cuentas de su conducta y haré que paguen por sus pecados,


Por lo que he visto, los de Israel sois gente infiel y desobediente.


Ya no podrás celebrar ninguna fiesta en honor de Dios.


Y es que solo seríais felices con profetas mentirosos que os dijeran: «si nos dais vino y licor, profetizaremos a favor vuestro».


No queréis que los profetas os anuncien malas noticias y os negáis a admitir que algo malo pueda sucederos; por eso no queréis escucharlos. Os dicen que yo no estoy enfadado, y que ese no es mi modo de actuar; dicen que yo siempre trato bien a todo el que se porta honradamente.


Los sacerdotes, profetas y jueces enseñan, predican o juzgan solo a cambio de dinero. Y para colmo se atreven a decir: «No tenemos nada que temer; ¡Dios está con nosotros!».


Tus profetas son orgullosos, y no se puede confiar en ellos; tus sacerdotes ofenden mi santuario y no cumplen mi ley.


Luego dijo al pueblo: "Voy a dejaros solos, y veréis lo que os pasará. Y es que sois gente malvada en la que no se puede confiar.


Si fuerais más listos, conoceríais el castigo que os espera.


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