Biblia Todo Logo
Bib sou entènèt

- Piblisite -





Jeremías 5:17 - Biblia Lenguaje Básico

17 Destruirán las ciudades amuralladas, en las que os sentís seguros. Devorarán vuestras cosechas y alimentos, matarán a vuestros hijos e hijas, acabarán con vuestras ovejas y vuestras vacas, y destruirán vuestras viñas y vuestras higueras.

Gade chapit la Kopi


Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

17 Y comerá tu mies y tu pan, comerá a tus hijos y a tus hijas; comerá tus ovejas y tus vacas, comerá tus viñas y tus higueras, y a espada convertirá en nada tus ciudades fortificadas en que confías.

Gade chapit la Kopi

Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Devorarán la comida de tu cosecha; devorarán a tus hijos e hijas. Devorarán tus rebaños y manadas; devorarán tus uvas y tus higueras. Y destruirán tus ciudades fortificadas que consideras tan seguras.

Gade chapit la Kopi

Biblia Católica (Latinoamericana)

17 ellos comerán tu cosecha y tu pan, devorarán a tus hijos y a tus hijas, se comerán tus carneros y tus vacas, tus viñas y tus higos, destruirán tus plazas fuertes en las que tanto confías.

Gade chapit la Kopi

La Biblia Textual 3a Edicion

17 Devorarán tu mies y tu pan; Devorarán a tus hijos y a tus hijas; Devorarán tus rebaños y vacadas; Devorarán tus viñas y tus higueras, Y destruirán a espada tus ciudades fortificadas, En las cuales has puesto tu confianza.

Gade chapit la Kopi

Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Devorará tu cosecha y tu pan. Devorarán a tus hijos y a tus hijas. Devorará tu rebaño y tu vacada, devorará tu viña y tu higuera; desmantelará con la espada tus plazas fuertes en las que confías.

Gade chapit la Kopi




Jeremías 5:17
25 Referans Kwoze  

Dios ha jurado solemnemente: «Nunca más permitiré que los enemigos de Israel se coman vuestro trigo, o que los extranjeros beban el vino que tanto trabajo os costó elaborar.


Quienes cosechen el trigo serán quienes coman el pan; quienes vendimien las uvas serán quienes beban el vino en los patios de mi Templo».


No hará casas para que otros las habiten, no plantará algo para que otros coman el fruto. Mi pueblo tendrá una larga vida, y podrá disfrutar del trabajo de sus manos.


Ya lo he decidido. Estoy reuniendo a todos los reinos del norte que vendrán y pondrán sus tronos a la entrada misma de Jerusalén. Atacarán a sus habitantes y a todos los que viven en Judá, y se los llevarán presos.


La tierra que antes era fértil ahora parece un desierto. ¡Todas las ciudades están en ruinas! Dios, en su terrible enfado, hizo que todo esto sucediera.


Ya está en marcha un ejército. Ha salido para destruir naciones, y también destruirá vuestro país. Os atacará como si fuera un león que sale de su cueva. Las ciudades quedarán en ruinas y nadie podrá vivir en ellas.


Sin embargo, —yo, vuestro Dios, os lo aseguro—, no destruiré por completo a Judá.


Israel es un pueblo que ha vivido como oveja perdida, siempre en peligro de ser devorada por los leones. El primero en devorar a Israel fue el rey de Asiria; luego vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, que lo devoró hasta los huesos.


Cuando sus enemigos los encontraban, los devoraban diciendo: «De esto no tenemos la culpa, fuisteis vosotros los que pecasteis contra Dios; contra el Dios que os daba bienestar, y en quien confiaron vuestros antepasados».


Una viña me daría uvas, —dice vuestro Dios— una higuera me daría higos, pero vosotros solo sois hierba marchita. ¡Por eso voy a quitaros todo lo que os había dado!


Desde la ciudad de Dan se escucha cómo relinchan y resoplan los caballos, y cómo hacen temblar toda la tierra. ¡Viene el ejército enemigo a destruir Jerusalén y a todos sus habitantes! ¡Se acerca el enemigo, para destruir el país y todo lo que hay en él!


Tiemblan los pequeños pidiendo alimento a sus madres, mientras por las calles de la ciudad van quedando sin vida en brazos de sus madres.


Ofendido y enojado, Dios destruyó por completo todas las casas de Israel. Derribó las fortalezas de Judá; humilló al reino y a todos sus príncipes.


la desnudaré ante sus amantes y nadie la librará de mi castigo. ¡De esta no se va a salvar!


Israelitas, os habéis olvidado de mí, que soy vuestro creador, y habéis construido palacios. También los de Judá han construido muchas ciudades fortificadas; pero yo enviaré un fuego que devorará a esas ciudades y fortalezas.


Ese ejército es como el fuego, que quema todo lo que encuentra: antes de su llegada, la tierra era un paraíso; después de su llegada, la tierra quedó hecha un desierto. ¡No hay nada que se le escape!


yo os castigaré duramente hasta causaros la ruina. Os enviaré enfermedades de las que no podréis sanar, y una fiebre que os dejará ciegos y sin fuerzas. Yo me apartaré de vosotros para que vuestros enemigos os destruyan; y será inútil que sembréis pues ellos comerán lo que plantéis. Bastará con que oigáis hablar de un ataque enemigo para que salgáis huyendo sin que nadie os persiga.


Yo he destruido naciones y he derribado sus torres; ya no hay nadie que camine por sus calles solitarias; sus ciudades están desiertas, pues no queda un solo habitante.


Si los habitantes de Edom, descendientes de Esaú, intentan reconstruir su país, yo, que soy el Dios todopoderoso, os aseguro que volveré a destruir lo que ellos construyan. La tierra de Esaú será conocida como «el país de la maldad», y su pueblo será conocido como «el pueblo con el que Dios siempre está airado».


Un pueblo desconocido comerá los frutos que produzca vuestra tierra y se aprovechará de vuestros trabajos, mientras vosotros seréis maltratados y explotados.


Swiv nou:

Piblisite


Piblisite