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Jeremías 5:13 - Biblia Lenguaje Básico

13-14 Pero yo soy el Dios todopoderoso, y mis palabras, en tus labios, serán como un fuego que los hará arder como leña. Tú, Jeremías, les dirás de mi parte: «Vuestros profetas no valen nada, pues no hablan de parte de Dios».

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Biblia Reina Valera 1960

13 antes los profetas serán como viento, porque no hay en ellos palabra; así se hará a ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Todos los profetas de Dios son pura palabrería; en realidad no hablan de parte de él. ¡Que caigan sobre ellos mismos sus predicciones de desastre!”».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 ¿Los profetas? Que se los lleve el viento, nadie los envía o les encarga un mensaje, que sus amenazas se vuelvan contra ellos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Los profetas no son más que viento,° Y no hay oráculo con ellos, ¡Que así se les haga a ellos!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 los profetas sólo son viento, no está en ellos la palabra'. Así se les hará

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Jeremías 5:13
13 Referans Kwoze  

Pero ellos despreciaron a esos mensajeros de Dios, se burlaron de sus profetas y no les hicieron el menor caso, hasta el punto de que Dios ya no aguantó más y, muy enfadado, decidió castigarlos.


No me juzguéis por mis palabras, pues son palabras de un desesperado que se las lleva el viento.


—¡Hablas con la violencia de un fuerte huracán! ¿Cuándo te vas a callar?


Hay quienes presumen de dar, pero nunca dan nada; son como nubes llevadas por el viento, que anuncian lluvia ¡y no llueve!


¡Mirad a esos falsos dioses! Todos ellos no son nada, ni pueden hacer nada; ¡son absolutamente inútiles!


Yo le respondí: —Ten en cuenta, oh Dios, que no faltan profetas que aseguran a tu pueblo que no habrá guerra ni van a pasar hambre; dicen que tú los dejarás en este país para siempre y que vivirán en paz.


La gente comenzó a hacer planes en contra de Jeremías. Decían: «Vamos a acusarlo de algún crimen y así haremos que calle para siempre. No hagamos ningún caso a sus palabras, pues nunca nos faltará un sacerdote que nos enseñe la ley, ni un sabio que nos dé consejos, ni un profeta que nos hable de parte de Dios».


Los que ahora vivís en palacios rodeados de finas maderas, ¡pronto sabréis lo que es sufrir! Cuando os llegue la desgracia, os retorceréis de dolor como mujer que está dando a luz. Seréis llevados a otro país donde seréis tratados como esclavos; allí os sentiréis confundidos y avergonzados por vuestra maldad. Y aquellos en quienes confiabais irán también al destierro.


Dentro de dos años traeré de vuelta a Jerusalén todos los objetos del Templo de Dios que Nabucodonosor, rey de Babilonia, se llevó a su país.


Azarías, Yojanán, y otras muchas personas le contestaron con arrogancia: —Jeremías, tú nos dices que no vayamos a vivir a Egipto, pero Dios no te envió a decirnos eso. ¡Eres un mentiroso!


Pronto sabrás, Israel, que ya ha llegado el día en que te daré tu merecido. Tan grande es tu maldad, y tan inmenso es tu odio, que llamas «tontos» y «locos» a los profetas que te he enviado. Los envié para avisarte del peligro, pero tú les tendiste trampas; ¡hasta en mi propio Templo les has mostrado tu gran odio!


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