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Jeremías 47:6 - Biblia Lenguaje Básico

6 Ay, terrible espada de Dios, ¿hasta cuándo seguirás atacando? ¡Regresa ya a tu funda y deja ya de matar!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 Oh espada de Jehová, ¿hasta cuándo reposarás? Vuelve a tu vaina, reposa y sosiégate.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 »Oh espada del Señor, ¿cuándo volverás a descansar? Vuelve a tu vaina; descansa y mantente quieta.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 ¡Ay, espada de Yavé! ¿Hasta cuándo estarás sin descansar? Métete en tu vaina. ¡Párate, tranquilízate!

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 ¡Ay, espada de YHVH! ¿Hasta cuándo no descansarás? ¡Vuélvete a la vaina, descansa y estate quieta!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 ¡Oh espada de Yahveh! ¿Hasta cuándo no descansarás? Vuélvete a tu vaina, reposa, quédate tranquila.

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Jeremías 47:6
20 Referans Kwoze  

Abner le gritó a Joab: —No nos matemos unos a otros. Ordena a tus soldados que dejen de perseguirnos. A fin de cuentas, somos hermanos, y lo único que vamos a sacar de todo esto es dolor y tristeza.


Dios, entonces, ordenó al ángel que guardara su espada destructora.


¡Es tiempo, Dios mío, de actuar! ¡Enfréntate a ellos y derrótalos! ¡Echa mano a la espada y líbrame de esos malvados! ¡Sálvame con tu poder! ¡Líbrame de esa gente que todo lo tiene en esta vida! Dales todo lo que les tienes reservado, y que de ello se sacien también sus hijos e incluso las sobras alcancen a sus nietos.


Pero Dios dice: «El rey de Asiria está equivocado, porque ni el hacha ni la sierra son más importantes que el hombre que las maneja. ¡Dónde se ha visto que el bastón controle al que lo usa!».


Voy a utilizar al rey de Asiria como instrumento de mi ira —dice Dios— para castigar a los que me ofenden.


Les voy a mandar cuatro castigos diferentes: primero, morirán en la guerra; a continuación, los arrastrarán los perros; luego, los devorarán las aves del cielo; y finalmente, los destrozarán las fieras del campo. Esto lo haré por culpa de Manasés, hijo de Ezequías, pues no me he olvidado de lo que Manasés, rey de Judá, hizo en Jerusalén. Haré así que todos los reinos de la tierra aprendan la lección. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Entonces el todopoderoso Dios de Israel me encargó: «Jeremías, ordena a todos estos que beban de la copa de mi ira hasta que vomiten, se caigan y no puedan volver a levantarse».


Solo veo banderas enemigas y escucho sus trompetas victoriosas. ¿Hasta cuándo tendré que soportarlo?


¡Maldito sea el que no quiera tomar la espada para matar! ¡Maldito sea el que de mala gana haga lo que yo le ordene!


¡Muerte a los babilonios! ¡Muerte a sus jefes y sus sabios!


También podría yo castigar a ese país enviando un ejército que lo ataque y acabe con sus habitantes.


Y tú, rey de Israel, eres un criminal malvado. Pero te ha llegado la hora; ¡llegó el día de tu castigo! ¡Quítate de la cabeza el turbante! ¡Entrega ya tu corona, que todo va a cambiar! Porque el humilde será enaltecido, el orgulloso será humillado.


Esto es lo que dice el Dios todopoderoso: Álzate, espada, contra mi pastor, contra aquel que me ayuda. Hiere al pastor y el rebaño se dispersará; incluso los más débiles serán golpeados.


De inmediato, Jesús dijo a Pedro: —Enfunda tu espada. Si mi Padre ha querido que pase por este sufrimiento, ¿crees que me voy a negar?


los otros dos grupos hicieron lo mismo. Con la antorcha en la mano izquierda y la trompeta en la derecha, todos gritaron: —¡Al ataque! ¡Por Dios y por Gedeón!


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