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Jeremías 42:10 - Biblia Lenguaje Básico

10 que os quedéis a vivir en esta tierra, y os promete que no volverá a destruiros, sino que os bendecirá. ¡Le duele mucho haber tenido que castigaros!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Si os quedareis quietos en esta tierra, os edificaré, y no os destruiré; os plantaré, y no os arrancaré; porque estoy arrepentido del mal que os he hecho.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 “Permanezcan aquí en esta tierra. Si lo hacen, los edificaré y no los derribaré; los plantaré y no los desarraigaré. Pues lamento todo el castigo que tuve que traer sobre ustedes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Si ustedes quieren vivir tranquilamente en esta tierra, yo los edificaré y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré más, pues estoy arrepentido del mal que les he hecho.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Si permanecéis quietos en esta tierra, Yo os edificaré, y no os destruiré. Os plantaré, y no os arrancaré, porque me pesa todo el mal que os he hecho.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Si os quedáis en este país, os edificaré y no os arrasaré, os plantaré y no os arrancaré, porque me arrepiento del mal que os he hecho.

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Jeremías 42:10
25 Referans Kwoze  

El ángel de Dios estaba ya a punto de destruir Jerusalén, cuando David lo vio junto a la era de Arauna, el jebuseo. Exclamó entonces David al ver que la población estaba siendo aniquilada: —Dios mío, he sido yo quien ha hecho el mal, he sido yo el que ha pecado; el pueblo es inocente. Así que castígame a mí y a mi familia. Ante estas palabras se arrepintió Dios del daño que estaba haciendo al pueblo y dijo al ángel: —¡Basta ya! Que cese el castigo.


Dios mío, todas las naciones te honrarán; todos los reyes de la tierra reconocerán tu grandeza.


y, recordando su pacto con ellos,


Tú debes confiar en Dios. Dedícate a hacer el bien, habita esta tierra y sé fiel a Dios.


¡Que te alaben cielo y tierra! ¡Que te alabe el mar y todo lo que hay en él!


Entonces Dios se calmó y decidió no aplicar al pueblo el castigo con que le había amenazado.


Y aunque Miqueas dijo esto, no lo mataron. Al contrario, el rey y el pueblo se humillaron ante Dios, y Dios los perdonó. Pero si nosotros matamos a Jeremías, Dios nos castigará.


En cambio, a la nación que se rinda por completo al rey de Babilonia y se ponga a su servicio, yo la dejaré que viva en paz en su propio país y cultive en él la tierra. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Así como antes me dediqué a derribarlos, arrancarlos y destruirlos, ahora me dedicaré a plantarlos, reconstruirlos y ayudarlos a crecer.


Haré que vuelvan del país adonde fueron llevados prisioneros para que reconstruyan su ciudad y vuelvan a ser tan fuertes como antes.


Y todos desobedecieron a Dios. Ni Yojanán ni los jefes militares ni el resto de la gente se quedaron a vivir en Judá,


Entonces los pueblos vecinos que hayan quedado con vida reconocerán que yo soy el Dios de Israel. Reconocerán que yo he reconstruido lo que estaba destruido y he vuelto a sembrar en terrenos desiertos. Yo soy el Dios de Israel y cumpliré mi palabra.


Israelitas, yo no puedo abandonaros. No sería capaz de hacerlo. No podría destruiros, como destruí a la gente malvada de Adamá y Seboín. ¡Mi gran amor por vosotros no me lo permite!


Arrepentíos y convertíos a mí, pero hacedlo de todo corazón, y no solo de palabra. Yo soy compasivo y bondadoso, y no me enfurezco fácilmente; yo os amo con todo mi corazón y estoy dispuesto a perdonaros.


Entonces Dios sintió compasión de nosotros, y dijo: —Bien, no dejaré que los saltamontes os destruyan.


Entonces Dios sintió compasión de nosotros, y dijo: —Bien, tampoco dejaré que el fuego os devore.


Y al ver que toda la gente de Nínive se convirtió y dejó de hacer el mal, Dios decidió no destruirlos.


Jonás entró en la ciudad, y durante todo un día estuvo anunciando: —¡Dentro de cuarenta días Dios va a destruir esta ciudad!


Muy molesto, le dijo a Dios: —¿No era esto lo que yo pensé que harías cuando aún estaba en mi tierra? Por eso quise huir lejos de ti y dirigirme a Tarsis. Yo sé que eres un Dios muy bueno; te compadeces de todos y te cuesta enfadarte. Es tan grande tu amor que, cuando dices que vas a castigar, después cambias de opinión y no lo haces.


Después de esto volveré y reconstruiré la dinastía de David, haciendo que un descendiente suyo vuelva a reinar.


Cuando ya no tengamos fuerzas, nuestro Dios nos defenderá; cuando él nos vea reducidos a nada, tendrá compasión de nosotros


Dios ayudaba a los jefes que él ponía. Mientras ese jefe vivía, Dios salvaba a los israelitas de sus enemigos, porque se compadecía de ellos al oírlos quejarse de sus sufrimientos.


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