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Jeremías 4:7 - Biblia Lenguaje Básico

7 Ya está en marcha un ejército. Ha salido para destruir naciones, y también destruirá vuestro país. Os atacará como si fuera un león que sale de su cueva. Las ciudades quedarán en ruinas y nadie podrá vivir en ellas.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 El león sube de la espesura, y el destruidor de naciones está en marcha, y ha salido de su lugar para poner tu tierra en desolación; tus ciudades quedarán asoladas y sin morador.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Desde su guarida un león acecha, un destructor de naciones. Ha salido de su guarida y se dirige hacia ustedes. ¡Arrasará su tierra! Sus ciudades quedarán en ruinas, y ya nadie vivirá en ellas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 El león, que devora las naciones, se ha levantado de su madriguera y se ha puesto en marcha, abandonando su morada, para dejar tu tierra como un desierto, tus ciudades destruidas y sin habitantes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 De la espesura sube el león,° El destructor de naciones está en marcha, Partió de su lugar para convertir tu tierra en desolación; Tus ciudades quedarán en ruinas, sin habitantes.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Sube un león desde la selva, se ha puesto en camino un devastador de naciones, ha salido de su residencia para hacer de tu país un desierto: arruinadas serán tus ciudades sin quedar un habitante.

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Jeremías 4:7
33 Referans Kwoze  

Por aquellos días, Nabucodonosor, rey de Babilonia, hizo la guerra a Joacín, al que derrotó y tuvo bajo su dominio durante tres años; pero al cabo de estos tres años Joacín se rebeló contra Nabucodonosor.


Entonces, el día diez del mes de Tébet, durante el noveno año del reinado de Sedecías, el rey Nabucodonosor marchó contra Jerusalén con todo su ejército. Puso cerco a la ciudad, construyó rampas para atacarla mejor,


Israel está destruido, sus ciudades arden en llamas; ante la mirada de sus habitantes el enemigo devora sus cosechas. El país ha quedado desierto, totalmente devastado.


Pues bien, Dios todopoderoso asegura: «Todas esas casas grandes y hermosas serán destruidas y nadie podrá habitarlas.


Entonces le pregunté: —Dios mío, ¿cuánto tiempo durará esta situación? Dios me respondió: —Hasta que todas las ciudades sean destruidas y se queden sin habitantes; hasta que en las casas no haya más gente y los campos queden desiertos;


Yo, el Dios de Israel, les digo a los que están en el palacio de Judá: Vosotros sois para mí tan especiales como el monte Galaad y como las altas montañas del Líbano. Pero voy a convertiros en un desierto, en una ciudad deshabitada.


Yo enviaré contra vosotros un ejército que os destruya, y que haga perecer por el fuego a lo más escogido del pueblo.


Es tanta la ira de Dios, que ha abandonado a su pueblo como un león abandona su guarida. ¡Todo ha sido destruido por la guerra!


voy a enviar contra vosotros a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y a todos los pueblos del norte. Ese rey está a mi servicio, así que lo enviaré contra esta nación y sus habitantes, y contra los pueblos de alrededor. Voy a destruirlos por completo; voy a convertirlos en un montón de ruinas, en objeto de horror y de burla. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Dios dijo también a Jeremías: —Según decís, este lugar ha quedado destruido y no hay en él personas ni animales. Es verdad. Las ciudades de Judá están en ruinas, y por las calles de Jerusalén no se ven personas ni animales, pero yo os aseguro que volverán a oírse


Yo haré que los babilonios vuelvan a atacar Jerusalén; se apoderarán de ella y la incendiarán. Las ciudades de Judá quedarán completamente destruidas y nadie las habitará.


Cuando escuchéis los gritos de los jinetes y los arqueros, toda la gente saldrá corriendo; algunos se meterán en el monte, otros treparán por las rocas y todas las ciudades quedarán abandonadas. ¡No quedará en ellas un solo habitante!


Los que vivís en Egipto, id preparando el equipaje porque seréis llevados prisioneros; la capital será incendiada y quedará en ruinas y sin gente. Os juro por mí mismo, yo que soy el único Rey y llevo por nombre el de Dios todopoderoso, que el enemigo que viene se parece al monte Tabor, que sobresale entre los montes; se parece al monte Carmelo, que domina sobre el mar.


Edom, yo te atacaré sin aviso, como lo hace un león con su presa. Yo elegiré a tu enemigo para que en poco tiempo te derrote. ¡No hay otro Dios como yo! ¡No hay quien me pueda desafiar! ¡Ningún pastor podrá hacerme frente!


Esta gente ha pecado muchas veces, y muchas otras te ha traicionado. Sus enemigos están ahora escondidos cerca de las ciudades de Judá y están a punto de atacar. Vendrán como leones feroces, como leopardos o lobos del desierto, ¡los atacarán y los harán pedazos! Todo el que salga de la ciudad será despedazado.


Israel es un pueblo que ha vivido como oveja perdida, siempre en peligro de ser devorada por los leones. El primero en devorar a Israel fue el rey de Asiria; luego vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, que lo devoró hasta los huesos.


¡No hay otro Dios como yo! ¡No hay quien me pueda desafiar! ¡No hay rey que se me oponga! Yo atacaré a Babilonia de repente, como ataca el león a su presa. Yo elegiré quien los gobierne.


Desde la ciudad de Dan se escucha cómo relinchan y resoplan los caballos, y cómo hacen temblar toda la tierra. ¡Viene el ejército enemigo a destruir Jerusalén y a todos sus habitantes! ¡Se acerca el enemigo, para destruir el país y todo lo que hay en él!


Y yo, Jeremías, me pregunto: ¿Por qué ha quedado abrasado el país y convertido en desierto por el que nadie pasa. ¿Quién puede entender esto? ¿Hay alguien que nos hable de parte de Dios y nos lo pueda explicar?


—Ezequiel, hombre mortal, entona este lamento por el faraón, rey de Egipto: Tú eres el rey de Egipto, y te crees un león entre las naciones, pero no eres más que un cocodrilo que chapotea en el río Nilo. Ensucias el agua con las patas y dejas turbios los arroyos.


El primer monstruo parecía un león con alas de águila. Pero le cortaron las alas, y entonces se puso en pie sobre sus pies como si fuera una persona y se le concedió inteligencia humana.


Yo convertiré vuestras ciudades en un montón de ruinas. Destruiré vuestro santuario y rechazaré el aroma de vuestras ofrendas.


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