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Jeremías 4:1 - Biblia Lenguaje Básico

1 Pues bien, israelitas, esto es lo que yo os digo: Si queréis convertiros a mí, solo tenéis que dejar esos ídolos despreciables y así no tendréis que apartaros de mí.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Si te volvieres, oh Israel, dice Jehová, vuélvete a mí. Y si quitares de delante de mí tus abominaciones, y no anduvieres de acá para allá,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 «¡Oh, Israel! —dice el Señor—, si quisieras, podrías volver a mí. Podrías desechar tus ídolos detestables y no alejarte nunca más.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Si tú quieres volver, oh Israel, dice Yavé, si quieres convertirte a mí, si alejas de mi vista tus sucios ídolos, ya no tendrás más que esconderte de mí.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Oráculo de YHVH: Cuando quieras volver,° oh Israel, vuélvete a mí. Si apartas de mí tus ídolos detestables, Ya no vagarás de una parte a otra.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Si te conviertes, Israel -oráculo de Yahveh-, puedes volver a mí. Si quitas tus abominaciones, no tienes por qué huir de mi presencia.

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Jeremías 4:1
38 Referans Kwoze  

Jacob entonces ordenó a sus familiares y a todos los que vivían con él: —Deshaceos de todos esos ídolos extraños en los que habéis creído. Después bañaos y cambiaos de ropa,


Josías destruyó además los santuarios de las colinas que estaban frente a Jerusalén, al sur del monte de los Olivos y que el rey Salomón había construido en honor de Quemós, dios de los moabitas, de Moloc, dios de los amonitas, y de Astarté, diosa de los sidonios.


Además Josías eliminó a todos los brujos y adivinos, y destruyó todos los ídolos, incluso los ídolos familiares. Todos los objetos aborrecibles que había en Jerusalén y en Judá para dar culto a los dioses falsos, fueron destruidos. Así cumplió Josías lo que se mandaba en el libro que el sacerdote Jilquías había encontrado en el Templo.


Cuando Asá escuchó al profeta Azarías, hijo de Oded, se armó de valor y destruyó los ídolos que había en todo el territorio de Judá y de Benjamín, y en las ciudades que había conquistado en la montaña de Efraín. Al mismo tiempo, reparó el altar de Dios que estaba ante el pórtico del Templo.


Si los israelitas obedecen todos los mandamientos que le di a Moisés, no los expulsaré del país que les he dado».


Josías destruyó todos los aborrecibles ídolos que había en territorio israelita, y ordenó a los israelitas que adoraran solamente al Dios de Israel. Mientras Josías vivió, el pueblo no se apartó del Dios de sus antepasados.


Pero vosotros, israelitas, los que un día me ofendisteis, ¡volved a obedecerme!


A lo que Dios me contestó: Si quieres volver a mí, yo dejaré que vuelvas y de nuevo podrás servirme. Si no tienes miedo en anunciar lo que realmente vale la pena, entonces tú serás mi profeta. No le hagas caso al pueblo; son ellos quienes deben escucharte.


Y ahora, Jeremías, advierte a la gente de Judá y a los que viven en Jerusalén que yo, el Dios de Israel, voy a enviarles un desastre. Diles que dejen de comportarse mal y que cambien su conducta.


Tan grande será mi castigo que, al verlo, todos los reinos de la tierra temblarán de miedo. La gente de los países por donde yo los disperse se burlará de ellos, los insultará, los tratará con desprecio e incluso los maldecirá.


Ellos os decían: «Dejad ya de hacer el mal y comportaos como es debido. Si lo hacéis así, habitaréis para siempre en la tierra que Dios os ha dado a vosotros y a vuestros antepasados.


Supongamos que un hombre se divorcia, y que luego la que era su mujer se casa con otro hombre; ¿tú crees que el primer marido volvería a casarse con esa mujer? ¡Claro que no, pues sería como una tierra deshonrada! Entonces, ¿cómo es que quieres volver conmigo habiendo adorado a tantos dioses? Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Así que dirígete al norte y anuncia este mensaje: Israel, pueblo infiel, ¡vuélvete a mí! No voy a mantener mi enfado para siempre, y te recibiré con los brazos abiertos, porque soy un Dios bondadoso. Tan solo te pido que reconozcas tu culpa, que admitas que te rebelaste contra mí, que no has querido obedecerme, y que bajo la sombra de cualquier árbol frondoso has adorado a otros dioses. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


¡Volved a mí, hijos rebeldes, yo soy vuestro dueño! De cada ciudad tomaré a uno de vosotros, y de cada familia tomaré a dos, y os traeré a Jerusalén.


¡Volved conmigo, hijos rebeldes, y yo os convertiré en hijos obedientes! Y nosotros te hemos respondido: Dios nuestro, aquí nos tienes. A ti volvemos, porque eres nuestro Dios.


Os he enviado una y otra vez a los profetas, mis servidores, para que os convirtierais y no dierais culto a otros dioses. Os he pedido que me obedezcáis para que podáis vivir en la tierra que os prometí a vosotros y a vuestros antepasados. Sin embargo, vosotros os habéis empeñado en no hacerme caso.


Tal vez los de Judá cambien su mala conducta cuando se enteren de los terribles castigos que pienso enviarles. Si lo hacen, yo les perdonaré sus horribles pecados.


Así dice el todopoderoso Dios de Israel: No prestéis atención a esos que os engañan asegurando que no voy a destruir esta ciudad porque aquí está mi Templo. Al contrario, haced lo siguiente: Corregid vuestra conducta, sed justos los unos con los otros, tratad bien a los inmigrantes, a las viudas y a los huérfanos; haced justicia al inocente y adoradme solo a mí. Si lo hacéis así, yo os dejaré vivir por siempre en este país que di a vuestros antepasados.


Eso sí, cuando regresen, deberán destruir todos esos ídolos odiosos con que me ofenden los que han quedado en Jerusalén y deberán poner fin a todas sus odiosas acciones.


que cobra intereses cuando presta dinero sacando provecho de ello. Pues bien, esa persona no puede seguir viviendo, pues ha cometido acciones odiosas. Yo os aseguro que esa persona morirá y que solo ella será culpable de su muerte.


Sin embargo, si me son fieles, y no vuelven a construir monumentos funerarios a sus reyes, yo viviré siempre con ellos.


Castigaré a Samaría, porque su gente se rebeló contra mí. Sus habitantes morirán en la batalla, a sus niños los estrellarán contra el suelo y destrozarán el vientre de las embarazadas.


Ese día será grandioso, pues la gente de Judá y de Israel volverá a Jerusalén de todas partes; se reunirán de nuevo en una nación y tendrán un solo rey.


No me toman en cuenta, son como un arco que falla. Sus jefes se creen muy valientes, pero morirán en el campo de batalla y los egipcios se burlarán de ellos.


Pero ahora —así lo afirma Dios— arrepentíos de vuestra mala conducta y cambiad vuestra manera de vivir. Llorad, ayunad y vestíos de luto.


Tiempo atrás, mis profetas hablaron con vuestros antepasados y les dijeron que no siguieran pecando contra mí. Pero ellos no me escucharon ni me hicieron caso. Yo soy vuestro Dios, y os aseguro que así fue.


Si en medio de vuestra angustia y sufrimiento volvéis a obedecer a Dios,


Luego Josué añadió: —Respetad a Dios, obedecedlo y sed fieles y sinceros con él. No adoréis a los dioses a quienes vuestros antepasados dieron culto en Mesopotamia y en Egipto; poneos al servicio únicamente de nuestro Dios.


Se desprendieron entonces de los dioses falsos que tenían, y volvieron a adorar a Dios que se compadeció al ver cómo sufría su pueblo.


Por eso Samuel les dijo: —Si de verdad queréis dar culto a Dios, dejad de adorar a los dioses ajenos y a las imágenes de Baal y de Astarté. Convertíos y dad culto solamente a nuestro único Dios. Así él los librará del poder de los filisteos. Los israelitas dejaron de adorar a esos dioses, y adoraron solamente al Dios de Israel.


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