Así que a los tres días estaban reunidos en Jerusalén todos los hombres de las tribus de Judá y de Benjamín. Era el día veinte del mes de Quislev cuando se encontraban todos sentados en la plaza del Templo de Dios. Todos temblaban preocupados por el asunto de que se trataba y por la fuerte lluvia que caía sobre ellos.
Derribaré todas sus casas y todos sus palacios; derribaré las casas adornadas de marfil que los ricos construyeron para pasar el invierno y descansar en verano. Yo soy el Dios de Israel y cumpliré mi palabra.