Jeremías 32:7 - Biblia Lenguaje Básico7-8 —Mira, tu primo Janamel, el hijo de tu tío Salún, vendrá a ofrecerte un terreno que tiene en Anatot, en el territorio de Benjamín. Quiere que se lo compres, pues tú tienes el derecho y la responsabilidad de comprarlo para que no salga de la familia. Y así sucedió: mi primo Janamel vino al patio de la guardia, como me había dicho Dios, y me pidió que comprara el terreno. Entonces comprendí que era Dios quien así lo quería. Gade chapit laPlis vèsyonBiblia Reina Valera 19607 He aquí que Hanameel hijo de Salum tu tío viene a ti, diciendo: Cómprame mi heredad que está en Anatot; porque tú tienes derecho a ella para comprarla. Gade chapit laBiblia Nueva Traducción Viviente7 «Tu primo Hanameel, hijo de Salum, vendrá y te dirá: “Compra mi terreno en Anatot. Por ley tienes derecho a comprarlo antes de que lo ofrezca a algún otro”». Gade chapit laBiblia Católica (Latinoamericana)7 Hanamel, hijo de tu tío Selum, va a venir a verte para decirte: Cómprate mi campo, que tengo en Anatot, porque a ti te toca comprarlo por derecho de rescate. Gade chapit laLa Biblia Textual 3a Edicion7 Mira, Hanameel, hijo de tu tío Salum, viene para decirte: Cómprame mi heredad que está en Anatot, porque tú tienes el derecho de redención para comprarla. Gade chapit laBiblia Serafín de Ausejo 19757 'Mira que Janamel, hijo de tu tío Salún, viene a ti para decirte: 'Cómprate mi campo de Anatot, pues tienes el derecho de rescate para comprarlo'. Gade chapit la |
Yo soy el profeta Jeremías, hijo de Jelcías. Soy del pueblo de Anatot, y vengo de una familia de sacerdotes. Anatot está en el territorio de la tribu de Benjamín. Dios me dio este mensaje, cuando Josías, hijo de Amón llevaba trece años como rey de Judá. También me dio otros mensajes durante los reinados de Joacín y de Sedecías, hijos del rey Josías. Sedecías reinó durante once años y cinco meses, pero dejó de ser rey cuando los babilonios lo derrotaron y se llevaron prisioneros a los que vivían en Jerusalén.
Los habitantes de Anatot querían matarme. Entre gritos y amenazas me decían: «¡No hables en nombre de Dios! De lo contrario, acabaremos contigo». Pero Dios todopoderoso me aseguró: «Yo castigaré a los de Anatot. Sus mejores soldados morirán a filo de espada, y sus hijos y sus hijas morirán de hambre.