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Jeremías 32:31 - Biblia Lenguaje Básico

31-32 Por eso voy a destruir Jerusalén, pues desde su misma fundación hasta el presente sus habitantes no han dejado de ofenderme con su conducta. También los pueblos de Israel y de Judá, sus reyes, jefes, sacerdotes y profetas, no han hecho más que ofenderme provocando mi ira y mi furor.

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Biblia Reina Valera 1960

31 De tal manera que para enojo mío y para ira mía me ha sido esta ciudad desde el día que la edificaron hasta hoy, para que la haga quitar de mi presencia,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 Desde el día que se construyó esta ciudad hasta ahora no han hecho más que enojarme, así que estoy decidido a deshacerme de ella.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Esta ciudad ha sido el blanco de mi rabia y furor desde el día en que la edificaron hasta el día de hoy, y tendré que venir a hacerla desaparecer de mi vista,

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 Pues desde el día que edificaron esta ciudad hasta hoy, ha sido para mí causa de ira y furor, al extremo de tenerla que quitar de mi presencia,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 Sí; esta ciudad ha sido para mí la causa de mi ira y de mi furor desde el día en que la construyeron hasta hoy, de modo que tendré que apartarla de mi presencia

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Jeremías 32:31
17 Referans Kwoze  

Además de hacer pecar a Judá y ofender a Dios con su conducta, Manasés derramó sangre de mucha gente inocente. ¡Fueron tantos los que mató que Jerusalén se llenó de sangre desde un extremo al otro!


Luego fue a Betel donde derribó y quemó el altar que Jeroboán, hijo de Nabat, había construido allí haciendo pecar a los israelitas.


Por eso Dios decidió rechazar a Judá, como lo hizo con Israel, y rechazar a Jerusalén, la ciudad que había elegido, y al Templo construido para que en él se invocara su nombre.


entonces yo os arrojaré de mi presencia, a vosotros y a Jerusalén, la ciudad que os di a vosotros y a vuestros antepasados.


Tanto has pecado, Jerusalén, que todos te desprecian. Los que antes te admiraban ahora te desprecian y se burlan de tu desnudez. ¡Por eso derramas lágrimas y avergonzada escondes la cara!


¡Habitantes de Jerusalén, que matáis a los profetas y a los mensajeros que Dios os envía. Muchas veces he querido protegeros, como la gallina que cuida a sus pollitos debajo de sus alas, pero no me habéis dejado.


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