18 Así dice también Dios a los israelitas: Haré volver a los prisioneros, y los trataré con amor y compasión. Jerusalén será reconstruida, y el palacio volverá a edificarse.
18 Así ha dicho Jehová: He aquí yo hago volver los cautivos de las tiendas de Jacob, y de sus tiendas tendré misericordia, y la ciudad será edificada sobre su colina, y el templo será asentado según su forma.
18 Esto dice el Señor: «Cuando del cautiverio traiga a Israel de regreso a casa y cuando restablezca su bienestar, Jerusalén será reedificada sobre sus ruinas y el palacio reconstruido como antes.
18 Yavé lo asegura: Volverán los cautivos a las carpas de Jacob, pues me compadeceré de estas moradas; la ciudad será reedificada sobre sus ruinas, y el fuerte se levantará en su antiguo lugar.
18 Así dice YHVH: He aquí Yo hago volver los cautivos de las tiendas de Jacob, Y de sus tiendas tendré misericordia, Y la ciudad será edificada sobre sus ruinas, Y el palacio será asentado en su emplazamiento habitual.
18 Así dice Yahveh: mirad: voy a cambiar la suerte de las tiendas de Jacob, y de sus moradas voy a compadecerme. Se reedificará la ciudad sobre su escombrera, y el palacio en su justo lugar se asentará.
A continuación el rey David se dirigió a toda la asamblea reunida y dijo: —Dios ha elegido a mi hijo Salomón para que le construya el Templo; sin embargo, él todavía es muy joven y no tiene experiencia para hacer un trabajo tan importante. Porque no se trata de la construcción de un palacio ordinario, sino de un Templo para Dios,
Te pido que des a mi hijo Salomón el profundo deseo de obedecer y poner en práctica todos tus mandamientos; también te pido que le permitas construir el Templo con estos materiales que yo he preparado».
Un día entrarás en acción y tendrás compasión de Jerusalén; pues bien, ese día ha llegado. ¡Ya es tiempo de que la perdones! Nosotros amamos sus ruinas, hasta sus piedras y escombros nos causan compasión.
En cambio, hago que las palabras y los planes de mis servidores y mensajeros se cumplan y tengan éxito. Yo declaro que Jerusalén volverá a ser habitada y las ciudades de Judá serán reconstruidas; haré que desaparezca toda ruina.
Yo le digo a Ciro, el rey de Persia: "Tú vas a ser el pastor de mis ovejas, y harás lo que yo quiero". Digo también a Jerusalén: "Vas a ser reconstruida". Y al Templo le anuncio: "Serás reconstruido desde tus cimientos".
Sin embargo, yo mismo reuniré a lo que quede de mi pueblo, haré que vuelva a este país desde las naciones donde lo dispersé y haré que prospere y se convierta en una gran nación.
Estaré con vosotros y pondré fin a vuestra condición de esclavos. Os reuniré de todas las naciones por donde os haya dispersado y os haré volver a Jerusalén. Soy yo, Dios, quien lo asegura.
Viene el día en que haré volver de la cautividad a Israel y a Judá. Los dos son mi pueblo, y los traeré a la tierra que di a vuestros antepasados. Soy yo, Dios, quien lo asegura.
En un sueño, el Dios todopoderoso me dijo: Cuando yo haga volver a los israelitas del país donde ahora están cautivos, los que viven en el territorio de Judá y en sus ciudades volverán a decir: «¡Que Dios te bendiga, monte santo de Jerusalén donde habita la justicia!».
Y serán dedicados a mí el valle donde se arrojan los cadáveres y las cenizas, y también los campos que llegan hasta el arroyo de Cedrón y hasta la entrada de los Caballos, en la esquina del este. ¡Nunca más estos lugares volverán a ser arrasados ni destruidos!
Sí, se volverán a comprar propiedades y se firmarán escrituras de compra que serán selladas delante de testigos. Esas compras las harán en el territorio de Benjamín y en los pueblos cercanos a Jerusalén, en las ciudades de Judá y en las ciudades de la región montañosa, y también en las ciudades de la llanura y en el desierto. Porque yo os aseguro que os haré volver de Babilonia.
las serenatas de los enamorados y las alegres canciones de fiesta. También se escucharán las alabanzas de los que llevan a mi Templo ofrendas de agradecimiento, y van cantando: «Alabemos al Dios de Israel. Alabemos al Dios todopoderoso. Nuestro Dios es bueno y nunca deja de amarnos». Yo os aseguro que los haré volver del país adonde fueron llevados prisioneros, y todo volverá a ser como al principio.
Y vosotros, pueblo de Israel, no tengáis miedo ni os asustéis; yo haré que volváis de Babilonia, adonde fuisteis llevados como esclavos. No tengáis miedo, israelitas, porque yo estoy con vosotros y voy a destruir a todas las naciones por las que os dispersé; a vosotros, en cambio, no os destruiré pero sí os castigaré como merecéis para que no quede sin castigo vuestra culpa. Soy yo, Dios, quien lo asegura.
Pueblo de Israel, cuando llegue ese día, os haré volver a vuestro país. Entonces reconstruiréis ciudades y volveréis a habitarlas; plantaréis viñedos y beberéis su vino, sembraréis huertos y comeréis sus frutos.
Preguntó, entonces, el ángel de Dios: —Dios todopoderoso, hace ya setenta años que estás enfadado con Jerusalén y con las ciudades de Judá. ¿Cuándo vas a tener compasión de ellas?
Pero quiero que sepáis que reconstruiré mi ciudad, y también mi Templo; así le mostraré cuánto la quiero. Así os lo aseguro yo mismo que soy el Dios todopoderoso.
Ese día convertiré a los jefes de Judá en antorcha ardiente y en fuego abrasador que consumirá por completo a todas las naciones vecinas, pero a la ciudad de Jerusalén no le pasará nada. Salvaré a las familias de Judá, pues para mí son tan importantes como la familia de David y como los que viven en Jerusalén.
De norte a sur, todo el país se volverá una llanura. Solo la ciudad de Jerusalén permanecerá en su monte y toda ella estará habitada, desde la Puerta de Benjamín hasta la Puerta de la Esquina; desde la torre de Jananel hasta las bodegas del rey. Sus habitantes vivirán tranquilos, porque nadie volverá a destruirla.