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Jeremías 26:2 - Biblia Lenguaje Básico

2 —Ve al patio de mi Templo. Quiero que hables con la gente de toda Judá que viene a adorarme. Comunícales todo lo que te voy a decir, sin que falte nada.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Así ha dicho Jehová: Ponte en el atrio de la casa de Jehová, y habla a todas las ciudades de Judá, que vienen para adorar en la casa de Jehová, todas las palabras que yo te mandé hablarles; no retengas palabra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 «Esto dice el Señor: “Ponte de pie en el atrio que está delante del templo del Señor y haz un anuncio a la gente que ha venido de toda Judá a adorar. Dales mi mensaje completo sin que falte una sola palabra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Yavé me dijo: 'Párate en el patio de la Casa de Yavé para decir mis advertencias a todas las ciudades del país de Judá que vienen aquí a postrarse ante mí. Tú les dirás cuanto yo te mande, sin suprimir nada.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Así dice YHVH: Ponte en el atrio de la Casa de YHVH, y habla a todas las ciudades de Judá que vienen a postrarse en la Casa de YHVH, todas las palabras que Yo te he mandado hablarles, sin omitir una sola.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 así dice Yahveh: 'Ponte en el atrio del templo de Yahveh y di a todas las ciudades de Judá que vienen a adorar en el templo de Yahveh todas las palabras que te he mandado decirles, sin omitir una sola.

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Jeremías 26:2
32 Referans Kwoze  

Así que, ¡prepárate! Ve y diles todo lo que yo te mando. No les tengas miedo, pues de lo contrario te haré temblar de miedo cuando te enfrentes a ellos.


Pero Dios me tocó los labios y me dijo: —No digas que eres muy joven. A partir de este momento tú hablarás por mí. Irás adonde yo te mande y dirás todo lo que yo te diga. No tengas miedo pues yo estaré a tu lado para cuidarte.


Cuando Jeremías volvió de profetizar en el Tófet, se detuvo a la entrada del Templo de Dios. Desde allí dijo a todo el pueblo:


Yo, el Dios de Israel, les digo: si un profeta tiene un sueño, que lo cuente; si recibe un mensaje de mi parte, que lo comunique al pie de la letra. ¡Pero que no mezclen la verdad con la mentira!


Y este es el mensaje que el profeta comunicó a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén:


Yo le contesté, también en presencia de los sacerdotes y de todos los que allí estaban:


Jeremías les contestó: —Está bien. Voy a rogar a Dios por vosotros, tal como me lo habéis pedido. Todo lo que él me diga, yo os lo diré a vosotros. No os voy a esconder nada.


—Jeremías, ve a la puerta del Templo y desde allí anuncia este mensaje: ¡Escuchadme, todos los que vivís en Judá y pasáis por estas puertas para adorar a nuestro Dios!


Jeremías, diles todo esto, aunque yo sé que no te van a escuchar ni te van a hacer ningún caso.


Dios también me dijo: —Pon atención, hombre mortal, y aprende de memoria todo lo que voy a decirte.


Ezequiel, hombre mortal, yo te he elegido como mi vigilante oficial ante mi pueblo Israel. Si yo digo a un malvado: «Mereces la muerte» y tú no le adviertes que debe cambiar su mala conducta, ese malvado morirá por causa de su pecado, pero yo te pediré a ti cuentas de su muerte. Sin embargo, si le adviertes que debe cambiar su mala conducta, pero no te hace caso, ese malvado morirá por causa de su pecado, pero tú salvarás tu vida.


Aquel hombre me dijo: —Ezequiel, hombre mortal, presta mucha atención a lo que voy a mostrarte, pues Dios te ha traído aquí para que comprendas lo que te voy a enseñar y luego tú digas a los israelitas todo lo que veas.


Enseñadles a cumplir todo lo que yo os he enseñado. Y sabed que estaré siempre con vosotros, hasta el fin del mundo.


Jesús iba al Templo todos los días para enseñar. Mientras tanto, los sacerdotes principales, los maestros de la Ley y los líderes del pueblo planeaban cómo matarlo.


Jesús le dijo: —¿Por qué me preguntas a mí? Yo he hablado delante de todo el mundo. Siempre he enseñado en las sinagogas y en el Templo, y nunca he dicho nada en secreto. Pregúntales a los que me han escuchado. Ellos os dirán lo que he enseñado.


Al día siguiente, al amanecer, Jesús regresó al Templo. La gente se acercó, y él se sentó para enseñarles.


Nunca he dejado de anunciaros todas las cosas que os ayudarían a vivir mejor ni de enseñaros en las calles y en vuestras casas.


En cuanto a mí os he anunciado los planes de Dios sin ocultaros nada.


De pronto, llegó alguien y dijo: —¡Los hombres que encerrasteis en la cárcel están en el Templo, hablando a la gente!


Y tanto en el Templo como en las casas no dejaban de enseñar y de anunciar la buena noticia acerca de Jesús, el Mesías.


Dios elegirá un lugar para vivir entre vosotros, y allí deberéis ir para adorarlo, llevando las ofrendas que quemaréis en su honor. Allí llevaréis también la décima parte de todo lo que ganéis, además de las ofrendas voluntarias, las primeras crías de vuestras vacas y ovejas, y cualquier otra ofrenda que hayáis prometido presentarle.


No cambiéis ninguno de los mandamientos que yo os he dado de parte de Dios; más bien, obedecedlos.


No dejó absolutamente nada por leer ante todo el pueblo de Israel que estaba presente, incluidas mujeres, niños y también los extranjeros que vivían entre ellos.


Y si alguien le quita algo al mensaje profético de este libro, Dios le quitará la parte que le corresponde del fruto del árbol que da vida y no le dejará vivir en la ciudad santa, como se ha escrito en este libro.


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