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Jeremías 20:7 - Biblia Lenguaje Básico

7 Jeremías le dijo a Dios: Dios mío, tú me sedujiste y yo me dejé seducir. Eres más fuerte que yo, y por eso me convenciste. Continuamente se burlan de mí, soy el hazmerreir de todos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

7 Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Oh Señor, me engañaste, y yo me dejé engañar. Eres más fuerte que yo, y me dominaste. Ahora soy objeto de burla todos los días; todos se ríen de mí.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Me has seducido, Yavé, y me dejé seducir por ti. Me tomaste a la fuerza y saliste ganando. Todo el día soy el blanco de sus burlas, toda la gente se ríe de mí.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Me sedujiste YHVH, y me dejé seducir. Fuiste más fuerte que yo, prevaleciste. Todo el día soy objeto de escarnio, Todos se burlan de mí,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Tú me sedujiste, Yahveh, y yo me dejé seducir. Fuiste más fuerte que yo y contra mí prevaleciste. Sirvo de irrisión todo el día; todos ellos se burlan de mí.

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Jeremías 20:7
32 Referans Kwoze  

Eliseo salió de allí y se fue a la ciudad de Betel. Mientras iba por el camino, unos muchachos salieron de la ciudad y se burlaban de él. Le decían: —¡Sube, calvo, sube!


Antes, cuando yo llamaba a Dios, él siempre me respondía; en cambio, ahora, aun siendo inocente, hasta mis amigos se burlan de mí.


Pero ahora se burlan de mí, hacen chistes a mi costa.


Dios mío, los orgullosos me ofenden, pero yo no me aparto de tu ley.


Dios me tomó fuertemente con su mano y me advirtió que no me comportara como el pueblo de Judá para el que me dio este mensaje:


Jeremías se quejó diciendo: ¡Sufro mucho, madre mía! ¿Por qué me diste a luz para tener que discutir y enfrentarme a todo el mundo? A nadie le hice daño, pero todos me maldicen.


¿Por qué tengo, entonces, que sufrir este dolor constante? ¿Por qué no sanan mis heridas? Realmente, me decepcionas; te has vuelto para mí como arroyo engañoso que unas veces lleva agua y otras no.


Yo no te he pedido, Dios mío, que castigaras al pueblo ni he deseado para él la desgracia; tú sabes bien cuáles han sido mis palabras pues las he pronunciado en tu presencia.


La verdad es que desearía no acordarme más de ti ni anunciar más tus mensajes; pero tus palabras son como un fuego que arde dentro de mí y que me quema hasta los huesos. Yo trataba de no hablar, pero me resultaba imposible callar.


que yo lo había nombrado sacerdote en lugar de Joiadá, para que cuidara mi Templo. También le decías que a todo loco que se creyera profeta, él debería meterlo en la cárcel y atarlo con cadenas.


El rey Sedecías respondió a Jeremías: —Tengo miedo de los judíos que se han unido a los babilonios. Si caigo en sus manos, no me irá nada bien.


Pronto sabrás, Israel, que ya ha llegado el día en que te daré tu merecido. Tan grande es tu maldad, y tan inmenso es tu odio, que llamas «tontos» y «locos» a los profetas que te he enviado. Los envié para avisarte del peligro, pero tú les tendiste trampas; ¡hasta en mi propio Templo les has mostrado tu gran odio!


Muy molesto, le dijo a Dios: —¿No era esto lo que yo pensé que harías cuando aún estaba en mi tierra? Por eso quise huir lejos de ti y dirigirme a Tarsis. Yo sé que eres un Dios muy bueno; te compadeces de todos y te cuesta enfadarte. Es tan grande tu amor que, cuando dices que vas a castigar, después cambias de opinión y no lo haces.


Pero yo, Miqueas, estoy lleno del poder de Dios. Por eso puedo afirmar que nuestro Dios es un Dios justo. También puedo acusar a los israelitas de ser un pueblo pecador y desobediente.


A los fariseos les gustaba mucho el dinero. Por eso, cuando escucharon todo lo que Jesús decía, se burlaron de él.


Herodes y sus soldados trataron con desprecio a Jesús y, para burlarse de él, lo vistieron con un manto propio de un rey. Luego lo enviaron a Pilato.


En la plaza conversó con algunos filósofos, unos eran de los que pensaban que lo más importante en la vida es ser feliz, y otros filósofos eran de los que enseñaban que la gente tiene que controlarse a sí misma para no hacer el mal. Algunos de ellos se preguntaban: —¿De qué habla este charlatán? Otros decían: —Parece que habla de dioses de otros países, pues habla de un tal Jesús y de la diosa Resurrección.


Cuando oyeron hablar de «resurrección de entre los muertos», algunos comenzaron a burlarse de Pablo y otros dijeron: —Mejor hablamos de esto otro día.


¿Acaso Bernabé y yo somos los únicos que estamos obligados a trabajar para vivir?


Muchos soportaron burlas, maltratos, cadenas y prisiones.


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