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Jeremías 20:5 - Biblia Lenguaje Básico

5 Además, daré a los enemigos de Judá toda la riqueza de esta ciudad de Jerusalén junto con todos los tesoros de los reyes de Judá. Todo eso lo tomarán y se lo llevarán a Babilonia.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Entregaré asimismo toda la riqueza de esta ciudad, todo su trabajo y todas sus cosas preciosas; y daré todos los tesoros de los reyes de Judá en manos de sus enemigos, y los saquearán, y los tomarán y los llevarán a Babilonia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 y dejaré que tus enemigos saqueen a Jerusalén. Todos los tesoros famosos de la ciudad —las joyas preciosas, el oro y la plata de tus reyes— serán llevados a Babilonia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Entregaré a toda la gente de Judá en manos del rey de Babilonia para que sean llevados a esa ciudad o muertos a espada. Entregaré a los enemigos las riquezas de Jerusalén, tanto sus reservas como sus cosas preciosas, y los tesoros de los reyes de Judá. Los enemigos saquearán y tomarán todo, llevándoselo a Babilonia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Entregaré asimismo todas las riquezas de esta ciudad, todos sus productos y bienes, y pondré en mano de sus enemigos todos los tesoros de los reyes de Judá, y los saquearán y los llevarán a Babilonia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Entregaré, además, toda la riqueza de esta ciudad, toda su fortuna y todos sus objetos preciosos. Y entregaré también todos los tesoros de los reyes de Judá en mano de sus enemigos, que los saquearán, los tomarán y los llevarán a Babilonia.

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Jeremías 20:5
24 Referans Kwoze  

En la primavera de ese año, el rey Nabucodonosor ordenó que llevaran a Joaquín preso a Babilonia. En su lugar, Nabucodonosor nombró como rey de Judá a Sedecías, que era hermano de Joaquín. También se llevaron a Babilonia los utensilios de más valor que había en el Templo de Dios.


En el futuro, todo lo que hay en tu palacio será llevado a Babilonia. Se llevarán todo lo que reunieron tus antepasados hasta el día de hoy. No va a quedar nada.


Habéis pecado tanto en vuestro país que tengo que entregar a vuestros enemigos todas vuestras riquezas y tesoros.


Desde que éramos jóvenes, nuestra vergonzosa idolatría echó a perder a nuestros hijos e hijas, y perdimos nuestras ovejas y ganados que fue todo lo que consiguieron nuestros antepasados.


Los ejércitos de Babilonia están listos para atacar Jerusalén, y nuestra ciudad será arrasada por medio de la guerra, el hambre y las enfermedades. Dios de Israel, ¡tú mismo estás viendo cómo se cumple ahora todo lo que habías anunciado!


Durante más de año y medio la tuvieron rodeada, y finalmente pudieron abrirse paso a través de un hueco en la muralla de la ciudad. Por ese hueco pasaron todos los generales del rey de Babilonia y fueron a instalarse en la entrada principal. Los generales eran: Nergal Saréser, Samgar Nebó, Sarsequím, que era un alto oficial, otro Nergal Saréser, que también era un alto funcionario, y todos los otros generales del rey de Babilonia. Esto ocurrió el día nueve del cuarto mes, el mes de Tamuz, del año once del reinado de Sedecías.


Los babilonios quemaron el palacio del rey y todas las casas de la ciudad, y derribaron las murallas de Jerusalén.


Tras un desastre viene otro, el país va quedando en ruinas. De repente me he quedado sin casa, pues mis campamentos han sido destruidos.


Dueño de todas tus riquezas es ahora tu enemigo. Tú misma has visto entrar en el Templo a gentes de otras naciones a las que Dios había prohibido participar en la asamblea.


Insistes en recordar que alguna vez fuiste rica. Ahora vives en la tristeza y no tienes a dónde ir. Cuando el enemigo te conquistó, no hubo nadie que te ayudara. Al ver los enemigos tu ruina, se burlaron de tu desgracia.


¡Terminaron entrando a la ciudad los enemigos de Jerusalén! ¡Nadie en el mundo se imaginaba que esto pudiera ocurrir!


Tus dirigentes se ponen de acuerdo para quitar a la gente sus objetos de valor y para dejar viudas a muchas mujeres. ¡Devoran a la gente como leones feroces que despedazan a su presa!


Tal vez vuelvas a prosperar, pero yo te destruiré, Israel, como el viento del desierto que agota los manantiales y hace que se sequen las fuentes. Tus enemigos se adueñarán de todas tus riquezas y tesoros.


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