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Jeremías 20:10 - Biblia Lenguaje Básico

10 La gente me calumnia diciendo: «Solo sabe decir: terror por todas partes». También los oigo cuando dicen: «¡Vamos a denunciarlo!». Hasta mis mejores amigos quieren que yo cometa un error; buscan cómo ponerme una trampa para derrotarme y vengarse de mí.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad, denunciémosle. Todos mis amigos miraban si claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 He oído los muchos rumores acerca de mí. Me llaman «El hombre que vive aterrorizado». Me amenazan diciendo: «Si dices algo te denunciaremos». Aun mis viejos amigos me vigilan, esperando que cometa algún error fatal. «Caerá en su propia trampa —dicen—, entonces nos vengaremos de él».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Yo oía a mis adversarios que decían contra mí: '¿Cuándo, por fin, lo denunciarán?' Ahora me observan los que antes me saludaban, esperando que yo tropiece para desquitarse de mí.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Oí a muchos susurrando: ¡Magor-missabib!° ¡Denunciadlo, denunciémoslo! Aun mis hombres de confianza esperan que claudique; Dicen: Quizá sea engañado; Entonces prevaleceremos contra él y tomaremos nuestra venganza.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Yo oía el cuchicheo de la gente: ¡Terror en derredor! ¡Denunciadlo! ¡Denunciémoslo! Todos mis amigos están espiando un desliz mío: 'A ver si se deja seducir; le dominaremos y de él nos vengaremos'.

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Jeremías 20:10
35 Referans Kwoze  

Entonces Jezabel mandó un mensajero a decirle a Elías: —Te voy a matar como tú hiciste con los profetas de Baal. Que los dioses me castiguen sin piedad si mañana, a esta misma hora, no estás muerto.


Cuando Elías se encontró con Ajab, este le dijo a Elías: —¡Vaya, de nuevo me encuentro contigo, enemigo mío! Elías le contestó: —Sí, así es. He salido a tu encuentro porque has ofendido a Dios con tu conducta.


Decidles que lo metan en la cárcel y que no le den más que pan y agua hasta que yo regrese sano y salvo de la batalla.


El rey de Israel le respondió: —Hay un profeta al que podemos consultar. Se llama Miqueas y es hijo de Jimlá. Pero yo lo odio porque nunca me anuncia cosas buenas, sino siempre malas. Josafat le dijo: —No digas eso.


Me tienen olvidado, como si ya me hubiera muerto; ¡parezco una jarra hecha pedazos!


La gente habla mal de mí, y por todas partes me llegan amenazas. Todos se han puesto en mi contra, y hasta quieren matarme.


Hasta mi mejor amigo, en quien yo más confiaba y con quien compartía mi pan, se ha puesto en mi contra.


«Está en cama y no volverá a levantarse. ¡Un demonio lo ha atacado!».


Tiéndeme la mano desde el cielo, porque tu amor es constante; líbrame de mis perseguidores.


Los mentirosos disimulan su odio, quienes propagan calumnias son completamente insensatos.


Se acabarán los mentirosos, los que acusan a otros falsamente, los que ponen trampas a los jueces y los que con engaños niegan justicia al inocente.


Esa gente luchará contra ti, pero no te podrá vencer, porque yo estaré a tu lado para cuidarte. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Y yo parecía un manso cordero que es llevado al matadero, pues ni idea tenía de sus planes. Mis enemigos decían: «¡Vamos a destruirlo como se derriba a un árbol aunque aún tenga fruto! ¡Vamos a arrancarlo de la tierra de los vivos para que nadie vuelva a recordarlo!».


Los habitantes de Anatot querían matarme. Entre gritos y amenazas me decían: «¡No hables en nombre de Dios! De lo contrario, acabaremos contigo». Pero Dios todopoderoso me aseguró: «Yo castigaré a los de Anatot. Sus mejores soldados morirán a filo de espada, y sus hijos y sus hijas morirán de hambre.


La gente comenzó a hacer planes en contra de Jeremías. Decían: «Vamos a acusarlo de algún crimen y así haremos que calle para siempre. No hagamos ningún caso a sus palabras, pues nunca nos faltará un sacerdote que nos enseñe la ley, ni un sabio que nos dé consejos, ni un profeta que nos hable de parte de Dios».


Sin embargo, a la mañana siguiente Pasjur mandó que lo sacaran. Entonces Jeremías le dijo: —Dios te va a cambiar de nombre. En vez de Pasjur, te vas a llamar Magor Missabib, que quiere decir, «terror por todas partes».


Pero al llegar a la Puerta de Benjamín, el capitán de la guardia, que era hijo de Selemías y nieto de Ananías, detuvo al profeta Jeremías y le dijo: —¡Así que quieres unirte a los babilonios!


¡Que no salga nadie al campo, ni ande nadie por los caminos! ¡Ya se acerca el enemigo, viene con la espada en la mano! ¡Hay terror por todas partes!


Hay quienes son culpables de la muerte de otros por haberlos acusado falsamente. Hay también quienes hacen fiestas en honor de los ídolos y cometen las peores maldades.


Daniel destacaba sobre todos ellos por su capacidad de gobierno de manera que el rey pensó hacerlo jefe de todo el reino.


Los enemigos de Jesús querían arrestarlo y entregarlo al gobernador romano. Pero, como no tenían de qué acusarlo, enviaron unos espías para que se hicieran pasar por personas buenas y estuvieran atentos a ver si Jesús decía algo incorrecto.


Ellos no pueden probar que sea cierto nada de lo que dicen de mí.


Los miembros de la Junta Suprema se enfurecieron al oír esto y querían matarlos.


Al escuchar esto, los de la Junta Suprema se enfurecieron mucho y se llenaron de rabia contra Esteban.


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