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Jeremías 2:21 - Biblia Lenguaje Básico

21-22 Tan grande es la mancha de vuestro pecado que ni el mejor jabón del mundo podrá quitar de vosotros esa mancha. Yo os he cuidado como se cuida al mejor viñedo. Vuestros antepasados me obedecieron, pero vosotros os habéis convertido en viña degenerada que solo produce uvas podridas. Soy yo, Dios, quien lo asegura.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

21 Te planté de vid escogida, simiente verdadera toda ella; ¿cómo, pues, te me has vuelto sarmiento de vid extraña?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 Pero fui yo el que te planté, escogiendo una vid del más puro origen, lo mejor de lo mejor. ¿Cómo te transformaste en esta vid corrupta y silvestre?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 Yo te había plantado como una parra fina. ¿Cómo has pasado a ser para mí viña degenerada?

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 Yo te planté como vid escogida, Toda ella de cepas genuinas; ¿Cómo, pues, te me has vuelto sarmiento degenerado de vid bastarda?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 Yo te había plantado como cepa escogida, toda ella de semilla genuina. ¿Cómo, pues, para mí te has cambiado en sarmientos silvestres de viña bastarda?

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Jeremías 2:21
27 Referans Kwoze  

Para eso lo he elegido, para que ordene a sus hijos y a toda su familia que me obedezcan y hagan lo que es bueno y justo. Si Abrahán lo hace así, yo cumpliré todo lo que le he prometido».


el desconocido dijo: —Pues ya no te vas a llamar Jacob. Ahora vas a llamarte Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.


Sois los descendientes de Abrahán, el siervo de Dios; pertenecéis al pueblo de Israel, el elegido por Dios.


Dios mío, nuestros padres nos han contado las grandes maravillas que tú hiciste en el pasado.


Dios del universo, ¡haz que nos recuperemos! ¡Muéstranos tu bondad y estaremos a salvo!


Nosotros somos la vid que trajiste de Egipto; para plantarla en esta tierra expulsaste a las naciones.


Tú, oh Dios, los llevarás al monte que elegiste para ti, a la santa morada que hiciste para ti, la casa que tú mismo construiste.


Los habitantes de Jerusalén eran fieles, honestos y justos, pero ahora son unos asesinos.


Cuando llegue aquel día cantaréis una canción a Israel que es como una hermosa viña.


Escuchadme, israelitas, descendientes de mi amigo Abrahán:


¿Qué podría haber hecho por mi viña que no haya hecho? Esperaba frutos dulces y los ha dado amargos.


En ti, Jerusalén, solo vivirá gente honrada que será la dueña del país por siempre. Será como los brotes de una planta que yo mismo planté; será la obra que yo realicé para mostrar mi poder.


para cambiar su derrota en victoria, su vestido de luto en traje de fiesta y su tristeza en un canto de alabanza. Aquel día serán llamados «robles de la justicia», «plantación gloriosa de Dios».


Yo le decía con cariño: «Olivo verde y hermoso ¡qué deliciosos son tus frutos!». Pero ahora voy a prenderle fuego y sus ramas arderán hasta ser consumidas.


Yo soy el todopoderoso Dios que planté a Israel y a Judá en esta tierra, como quien planta un árbol. Pero les he mandado esta desgracia por causa de su maldad, pues adoraron a Baal causando con ello mi enfado.


La gente de Israel y de Judá me traicionó, y ya no es mi pueblo. ¡Que los invada el enemigo! ¡Que les cause grandes daños! Pero no permitiré que os destruya del todo. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


¡Perdió el oro su brillo! ¡Quedó totalmente deslucido! ¡Por las esquinas de las calles están tiradas las piedras del Templo!


Hombre mortal, si fueras a sacar madera, no la sacarías de una vid.


Escuchad esta otra parábola: El dueño de un campo plantó una viña y construyó una valla alrededor de ella. Preparó un lagar para hacer vino con las uvas que cosechara, y construyó una torre para vigilar el campo. Luego arrendó la viña a unos hombres y se fue de viaje.


Jesús les contó entonces esta parábola: —Un hombre sembró una viña y construyó una valla alrededor de ella. También preparó un lagar para hacer vino con las uvas que cosechara, y construyó una torre para vigilar el terreno. Luego, arrendó la viña a unos labradores y se fue de viaje.


Jesús contó a la gente del pueblo esta parábola: —El dueño de un terreno sembró una viña, luego la arrendó y se fue de viaje por largo tiempo.


Jesús continuó diciendo a sus discípulos: —Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el que la cuida.


Ellos son como viñedos de Sodoma y de Gomorra que solo dan uvas amargas;


Mientras vivió Josué, los israelitas obedecieron solo al Dios de Israel, su Dios. Después que murió Josué, el pueblo permaneció fiel a Dios. Pero solo lo hizo mientras vivieron los jefes que sabían todo lo que Dios había hecho a favor de ellos.


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