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Jeremías 2:2 - Biblia Lenguaje Básico

2-3 —Jeremías, ve y diles de mi parte a todos los habitantes de Jerusalén: Yo recuerdo, pueblo de Israel, que en tus primeros años me amabas solo a mí. Parecías una novia enamorada y me seguiste por el desierto, por tierras donde nada crece. Tú eras solo mío; ¡fuiste mi primer amor! Si alguien te hacía algún daño, sufría las consecuencias. Soy yo, Dios, quien lo asegura.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 «Ve y anuncia a gritos este mensaje a Jerusalén. Esto dice el Señor: »“Recuerdo qué ansiosa estabas por complacerme cuando eras una joven recién casada, cómo me amabas y me seguías aun a través de lugares desolados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Así dice Yavé: 'Aún me acuerdo de la pasión de tu juventud, de tu cariño como de novia, cuando me seguías por el desierto, por la tierra sin cultivar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Anda y clama a oídos de Jerusalem, y dile: Así dice YHVH: A favor tuyo me acuerdo de la ternura de tu juventud, Del amor de tus desposorios, De tu andar en pos de mí en el desierto, En tierra no sembrada.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Ve y grita a los oídos de Jerusalén lo siguiente: Así dice Yahveh: Recuerdo de ti el cariño de tu juventud, el amor de tu noviazgo, cuando ibas tras de mí por el desierto, por una tierra no sembrada.

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Jeremías 2:2
39 Referans Kwoze  

Cántico para las peregrinaciones. Desde mi juventud han sido muchos los que me han atacado —bien lo saben los israelitas—;


Al ver que Dios había derrotado a los egipcios con su gran poder, los israelitas pusieron su confianza en Dios y en su siervo Moisés.


La sabiduría se deja oír por calles y avenidas.


¡Salid, muchachas de Jerusalén! ¡Venid a ver al rey Salomón! Lleva puesta la corona con que su madre lo coronó el día mismo de su boda, el día más feliz de su vida.


¡Algo viene por el desierto! ¿Qué podrá ser? Parece una columna de humo que avanza entre aromas preciosos y toda clase de perfumes.


«¡Grita bien fuerte, grita sin miedo, alza la voz como una trompeta! ¡Denuncia los pecados de mi pueblo, que se avergüence Israel de sus culpas!


Dios me dijo: —Anuncia todo esto en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Diles que presten atención a las obligaciones de este pacto y que las cumplan.


Jamás preguntaron por mí, a pesar de que fui yo quien los liberó de Egipto, quien los llevó a través del desierto, por un terreno seco y peligroso, por un lugar tenebroso donde nadie vive y por el que nadie pasa.


Hasta hace poco me decías que me querías como a un padre, que yo era el novio de tu juventud.


—Jeremías, ve a la puerta del Templo y desde allí anuncia este mensaje: ¡Escuchadme, todos los que vivís en Judá y pasáis por estas puertas para adorar a nuestro Dios!


Esta ciudad cayó tan bajo en sus odiosas prácticas que parecía una prostituta. Me traicionó con cualquiera y se olvidó que fui yo quien la aceptó cuando todos la despreciaban, cuando era como una niña abandonada y desnuda y se revolcaba en su propia sangre.


Sin embargo, yo sí cumpliré mi compromiso contigo, lo mismo que las promesas que te hice cuando eras todavía una ciudad joven. Haré contigo, Jerusalén, un pacto que dure para siempre, y así tendrás que reconocer que yo soy tu Dios. Yo haré también que otras ciudades lleguen a ser tuyas, aun cuando esto no formaba parte de mi compromiso contigo. Cuando yo te haya perdonado por completo, te acordarás de todos los pecados que cometiste. Entonces te sentirás tan avergonzada y humillada que no volverás a abrir la boca. Te aseguro que así lo haré.


Tiempo después volví a pasar y vi que la ciudad ya había crecido bastante. Era como una jovencita convertida en mujer lista para casarse. La puse entonces bajo mi cuidado y me comprometí a amarla para siempre, como si ella fuera mi mujer y yo su marido. La bañé, la limpié y la perfumé. Os aseguro que así fue.


Israel, cuando eras un país joven, yo te demostré mi amor. Yo te saqué de Egipto porque eras un hijo para mí.


Cuando visita a sus amantes, se pone anillos y collares, pero a mí me tiene olvidado. Por eso la voy a castigar, pues ha adorado a dioses falsos y ha quemado incienso en su honor. Yo soy el Dios de Israel, y cumpliré mi palabra.


Le devolveré sus viñas, y convertiré su desgracia en gran bendición. Allí volverá a responderme como cuando era joven, como cuando salió de Egipto.


Y es que Israel, su madre, me ha sido infiel, ha perdido toda su honra y anda diciendo por ahí: «Iré en busca de mis amantes, pues ellos me proporcionan pan y agua, me dan lana y lino, vino y aceite».


Vigilante, toca la trompeta, pues viene el destructor de mi pueblo; se parece a un águila que se lanza sobre su presa. Mi pueblo no ha cumplido con mi pacto ni ha seguido mis mandamientos.


Grande fue mi alegría cuando te hallé por primera vez. Fue como hallar uvas en el desierto; fue como cortar los primeros frutos. Pero al llegar a Baal Peor tus antepasados se hicieron odiosos por adorar a dioses falsos, a esos ídolos que tanto amaban.


—Levántate, vete a la gran ciudad de Nínive y diles que voy a castigarlos porque su maldad es muy grande.


Si de verdad tenéis oídos, ¡prestad atención!


Uno de los que estaban allí dijo a Jesús: —Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia que nos dejó nuestro padre.


Dios ama a su pueblo; Dios protege a los suyos porque ellos siempre le obedecen y cumplen sus órdenes con gusto.


No olvidéis todo lo que os ha ocurrido desde que salisteis de Egipto hasta llegar a este lugar atravesando el desierto. Durante cuarenta años Dios os ha hecho sufrir, para saber si sois sinceros y estáis dispuestos a obedecer sus mandatos.


¡Sois gente pecadora! ¿Acaso no sabéis que hacerse amigo del mundo es volverse enemigo de Dios? ¡Pues así es! Si queréis ser amigos del mundo, os volvéis enemigos de Dios.


Sin embargo, hay algo que no me gusta de ti y es que ya no me amas tanto como me amabas cuando te hiciste cristiano.


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