15 —Así dice el todopoderoso Dios de Israel: «Esta ciudad y sus pueblos vecinos se han empeñado en desobedecerme. Por eso voy a enviar contra ellos todas las desgracias que les he anunciado».
15 Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí, yo traigo sobre esta ciudad y sobre todas sus villas todo el mal que hablé contra ella; porque han endurecido su cerviz para no oír mis palabras.
15 «Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: “Traeré desastre sobre esta ciudad y las aldeas vecinas como lo prometí, porque tercamente se negaron a escucharme”».
15 Escuchen esta palabra del Dios de Israel, Yavé: 'Mando a esta ciudad y a los pueblos de su alrededor todas las calamidades con las que los he amenazado, porque se rebelaron contra mí, y se negaron a escucharme.
15 Así dice YHVH Sebaot, Dios de Israel: He aquí Yo traigo sobre esta ciudad y sobre todas sus aldeas todos los males que he hablado contra ella, por cuanto han endurecido su cerviz para no escuchar mis palabras.
15 'Así dice Yahveh Sebaot, Dios de Israel: mirad: voy a traer sobre esta ciudad y sobre todas sus vidas toda la desgracia que he anunciado contra ella, porque han endurecido su cerviz y no han escuchado mis palabras'.
Se olvidaron de los milagros que tú hiciste en su favor. Fueron desobedientes y nombraron a un jefe para que los llevara a Egipto, de vuelta a la esclavitud. Luego hicieron un toro de metal y dijeron que ese era su dios, el dios que los sacó de Egipto. Pero tú no los abandonaste, pues eres tierno y compasivo, y siempre estás dispuesto a perdonar. No te enfadas con facilidad, y es tanto tu amor que en ti se puede confiar.
Por eso, les advierto que voy a mandarles una desgracia de la que nadie podrá escapar. Aunque me rueguen de rodillas que no los castigue, no los escucharé.
Yo soy el todopoderoso Dios que planté a Israel y a Judá en esta tierra, como quien planta un árbol. Pero les he mandado esta desgracia por causa de su maldad, pues adoraron a Baal causando con ello mi enfado.
Yo quise que toda la gente de Israel y de Judá se ajustaran a mi ley, así como el cinturón se ajusta a la cintura de quien lo lleva puesto. Solo así serían mi pueblo, gozarían de fama y respeto, y la gente los alabaría. ¡Pero no quisieron obedecerme! Soy yo, Dios, quien lo asegura.
Y ahora, Jeremías, advierte a la gente de Judá y a los que viven en Jerusalén que yo, el Dios de Israel, voy a enviarles un desastre. Diles que dejen de comportarse mal y que cambien su conducta.
—Desde hace veintitrés años Dios me comunica sus mensajes. El primero me lo comunicó cuando Josías, hijo de Amón, llevaba trece años reinando en Judá. Yo os he anunciado estos mensajes una y otra vez, pero vosotros no habéis querido hacerme caso.
Dios también os ha enviado a otros profetas que están a su servicio, pero vosotros no les habéis hecho caso ni os habéis mostrado dispuestos a obedecer.
Pero vosotros no habéis prestado atención a estos mensajes. Al contrario, habéis ofendido a Dios adorando a esos ídolos que vosotros mismos os fabricáis para vuestra propia desgracia.
Yo castigaré tu pecado, el de tus hijos y el de tus sirvientes. Voy a mandar contra vosotros y contra los que viven en Jerusalén y en Judá la desgracia que os anuncié sin que me hicierais caso.
Pues bien, Dios de Israel, yo sé que tú buscas gente honesta; pero este pueblo es muy terco, es más duro que una roca y no ha querido arrepentirse. Por eso lo has castigado, pero parece que no le dolió; y aunque lo has aplastado, no ha querido hacerte caso.
Quiero que toda la tierra se entere de que por los pecados que ha cometido voy a enviarles una desgracia, pues no quisieron hacerme caso y rechazaron mis enseñanzas.