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Jeremías 15:15 - Biblia Lenguaje Básico

15 Jeremías respondió: Dios mío, tú lo sabes todo; tú bien sabes que, por ti, soporto que me insulten. ¡Acuérdate de mí, y ven a ayudarme! ¡No te quedes cruzado de brazos y castiga a los que me persiguen antes de que acaben conmigo!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

15 Tú lo sabes, oh Jehová; acuérdate de mí, y visítame, y véngame de mis enemigos. No me reproches en la prolongación de tu enojo; sabes que por amor de ti sufro afrenta.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Luego dije: —Señor, tú sabes lo que me sucede. Por favor, ayúdame. ¡Castiga a mis perseguidores! Por favor, dame más tiempo; no dejes que muera joven. Es por tu causa que sufro.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Yavé, acuérdate de mí y defiéndeme y véngame de mis perseguidores. No detengas más tu ira. Piensa que por tu causa soporto tantas humillaciones.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 ¡Oh YHVH, Tú lo sabes todo! Acuérdate de mí, y visítame, Y hazme justicia de mis perseguidores; No me arrebates a causa de tu gran paciencia,° Sabes que por ti soporto afrentas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Tú lo sabes, Yahveh: acuérdate de mí y cuídame, véngame de mis perseguidores. No me dejes perecer a causa de tu paciencia, sabe que por ti soporto ultrajes.

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Jeremías 15:15
42 Referans Kwoze  

Luego ordené a los levitas que se purificaran y fueran a vigilar las puertas para que se respetaran los sábados. Y supliqué a Dios: «¡Dios mío, tampoco olvides esto que he hecho! Ya que eres tan bueno, ¡ten compasión de mí!».


Organicé también a los que traían la leña, para que lo hicieran en las fechas indicadas, y organicé la entrega de los primeros frutos. Luego supliqué a Dios: «¡Acuérdate de mí, Dios mío, y trátame bien!».


Luego oré a Dios con estas palabras: —Te ruego que te acuerdes de todo lo que he hecho por esta gente.


Entonces oré a Dios: —¡Dios mío, no olvides lo que han hecho Tobías y Sambalat! ¡Y ten en cuenta también las amenazas con que la profetisa Noadías y los otros profetas han querido asustarme!


¡Tú sabes que no soy culpable, pero yo sé también que nadie me librará de tu poder!


En el transcurso de mi vida, Dios debilitó mis fuerzas y acortó mi existencia.


Acuérdate, oh Dios, de mí pues eres bondadoso con tu pueblo; ¡dame tu salvación!


Esos orgullosos que no siguen tus leyes me han cavado una fosa. ¿Cuándo vas a castigarlos? Casi han acabado conmigo, pero yo obedezco tus mandamientos porque son verdaderos. ¡Dame tu ayuda, pues me persiguen sin motivo!


Tú me conoces por dentro; incluso has venido de noche para ponerme a prueba y no me encontraste haciendo planes malvados; tampoco digo malas palabras, ni actúo con violencia, como lo hacen los demás. Yo solo a ti te obedezco; cumplo tus mandatos, y no me aparto de ellos.


Dios mío, oye mi oración; escucha mi queja y no desatiendas mi llanto. Para ti soy como un peregrino que está de paso por esta vida, igual que mis antepasados.


tú te habrías dado cuenta, pues sabes lo que pensamos.


Llévalos al matadero, como a las ovejas; márcalos para el día de la matanza. La tierra y el pasto están secos; ¿cuándo vas a hacer que llueva? Los animales y las aves se mueren por la maldad de los que habitan el país, que incluso se atreven a decir que tú no ves lo que hacen. Pero tú me conoces, Dios mío; tú sabes lo que siento por ti.


Jeremías se quejó diciendo: ¡Sufro mucho, madre mía! ¿Por qué me diste a luz para tener que discutir y enfrentarme a todo el mundo? A nadie le hice daño, pero todos me maldicen.


Yo haré que seas para este pueblo como un fuerte muro de bronce. Los malvados pelearán contra ti, pero no te podrán vencer, porque yo estaré contigo para librarte de su poder. ¡Yo te salvaré de esos tiranos! Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Yo no te he pedido, Dios mío, que castigaras al pueblo ni he deseado para él la desgracia; tú sabes bien cuáles han sido mis palabras pues las he pronunciado en tu presencia.


Dios mío, tú sabes que han preparado un plan para matarme. ¡No olvides sus pecados, ni les perdones ningún crimen! ¡Desata tu furia contra ellos y haz que caigan destrozados!


Pero tú, mi Dios, eres el Todopoderoso. Tú examinas al que es justo y sabes lo que pensamos y deseamos. Eres un guerrero invencible, y siempre estás a mi lado; por eso no podrán vencerme los que me persiguen; ¡quiero ver cómo los castigas, porque en ti confío! ¡Quiero ver cómo los derrotas y los cubres de vergüenza! Sufrirán un humillante fracaso que ya nadie podrá olvidar.


Cada vez que abro la boca, tengo que gritar: «¡Ya viene el desastre! ¡Ha llegado la destrucción!». No hay día que no me insulten por predicar tu mensaje.


¡Espero que los castigues con toda tu furia y los borres de este mundo! ¡Dales, mi Dios, su merecido por todo lo que han hecho! Que caiga tu maldición sobre ellos y se les endurezca el corazón.


¡Todo el mundo os odiará por ser mis discípulos! Pero yo salvaré al que se mantenga fiel hasta el final.


Y todos los que, por seguirme, hayan dejado a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos o a sus hermanas, a su padre o a su madre, su casa u otras propiedades, recibirán cien veces más de lo que dejaron y tendrán además vida eterna.


Todo el mundo os odiará por ser mis discípulos.


y no busquéis la venganza, sino dejad que Dios se encargue de castigar a los malvados. Pues en las Escrituras Dios dice: «A mí me corresponde vengarme. Yo daré a cada cual su merecido».


¿Quién podrá separarnos del amor de Jesucristo? Nada ni nadie. Ni los problemas, ni los sufrimientos, ni las dificultades. Tampoco podrán hacerlo el hambre, el frío, los peligros, o la muerte.


Sabemos que el Señor merece todo nuestro respeto. Por eso tratamos de convencer a los demás pues lo mismo que Dios nos conoce muy bien, espero que también vosotros nos conozcáis.


Ten cuidado con Alejandro, el herrero, pues me ha hecho mucho daño y está en contra de lo que enseñamos. Pero yo sé que el Señor Jesucristo le tendrá en cuenta lo que ha hecho.


¡Alegraos por su ruina los que vivís en el cielo! ¡Y alegraos también vosotros, santos, apóstoles y profetas, pues Dios la ha castigado por todo el mal que os ha hecho!


Decían con fuerte voz: —Dios todopoderoso, tú eres santo y siempre dices la verdad. ¿Cuándo nos harás justicia y vengarás la muerte que nos dieron los habitantes de la tierra?


En ese momento Sansón oró así: —¡Dios todopoderoso, ayúdame solo una vez más! Los filisteos se han burlado de mí sacándome los ojos; te ruego que me des fuerzas para vengarme de ellos.


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