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Jeremías 14:21 - Biblia Lenguaje Básico

21 Demuestra que eres fiel y no nos rechaces. ¡Cumple el pacto que hiciste con nosotros y no deshonres tu trono!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

21 Por amor de tu nombre no nos deseches, ni deshonres tu glorioso trono; acuérdate, no invalides tu pacto con nosotros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 Por el honor de tu fama, Señor, no nos abandones; no deshonres tu propio trono glorioso. Por favor, recuérdanos, y no rompas tu pacto con nosotros.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 No nos desprecies más, por el honor de tu Nombre; no profanes más el trono de tu Gloria y no olvides tu alianza con nosotros.

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 ¡Por amor de tu Nombre, no deseches Ni deshonres el trono de tu gloria! ¡Acuérdate, no anules tu pacto con nosotros!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 No nos desprecies por amor a tu nombre, no deshonres el trono de tu gloria. ¡Acuérdate! ¡No rompas tu alianza con nosotros!

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Jeremías 14:21
39 Referans Kwoze  

Dios se enfadó con su pueblo y acabó por aborrecerlos.


y, recordando su pacto con ellos,


¡Que hablen de tu glorioso reino y reconozcan tu belleza y tu poder! ¡Que anuncien tus grandes hechos para que todo el mundo los conozca!


Dios mío, aunque es grande mi maldad, por todo lo que tú eres te ruego que me perdones.


No te fijes en mi maldad ni tomes en cuenta mis pecados.


Recuerda el juramento que hiciste a Abrahán, Isaac y Jacob. Tú les juraste que con sus descendientes formarías un pueblo tan numeroso como las estrellas del cielo, y que les darías para siempre el país de Canaán.


En tus murallas, Jerusalén, he puesto vigilantes que ni de día ni de noche permanecerán callados. Recordad sin descanso a Dios las promesas que os ha hecho.


Dios de Israel, nos has herido tanto que ya no podremos recuperarnos. ¿Es que has rechazado por completo a Judá y has dejado de amar a Jerusalén? Esperábamos pasarlo bien, y lo estamos pasando mal; esperábamos vivir en paz, pero vivimos llenos de miedo. Reconocemos nuestra maldad y los pecados de nuestros antepasados; ¡hemos pecado contra ti!


Jeremías dijo: Dios mío, ¿por qué actúas en nuestro país como si estuvieras de paso? Te portas como un viajero que solo se queda a pasar la noche. Admitimos que hemos sido infieles y que son muchos nuestros pecados; ¡demuestra que tú sí eres fiel y ven pronto a ayudarnos! Tú eres nuestra única esperanza; ¡eres la salvación de Israel en momentos de angustia!


El Templo, oh Dios, donde tienes tu trono es desde el principio un lugar lleno de alegría.


Cuando llegue ese día, la ciudad de Jerusalén será conocida como «el trono de Dios». Todas las naciones vendrán a Jerusalén para adorarme, y ya no se dejarán llevar por los malos deseos de su necio corazón.


Dueño de todas tus riquezas es ahora tu enemigo. Tú misma has visto entrar en el Templo a gentes de otras naciones a las que Dios había prohibido participar en la asamblea.


Las madres están a punto de comer a los hijos que tanto aman. Los sacerdotes y los profetas agonizan en tu Templo. Piensa, por favor, Dios mío, ¿a quién has tratado así?


Si no lo hice, fue por respeto a mí mismo, y para que no hablaran mal de mí los pueblos que me vieron sacarlos de Egipto.


Me ha encargado que os diga de su parte lo siguiente: Israelitas, vosotros os sentís muy orgullosos de mi Templo. Pero aunque lo admiráis y amáis apasionadamente, yo voy a permitir que sea destruido. Y voy a permitir también que mueran a espada los hijos e hijas que dejasteis en Jerusalén.


Pero ahora esto es lo que os digo yo que soy vuestro Dios: Voy a cambiar vuestra suerte, descendientes de Jacob, voy a tener compasión del pueblo de Israel y voy a procurar que todos honren mi nombre.


y me decía: —Ezequiel, hombre mortal, en este lugar he puesto mi trono. Aquí es donde yo reino y donde viviré para siempre con los israelitas. No hay otro Dios como yo. No voy a permitir que ni ellos ni sus reyes vuelvan a serme infieles, ni que deshonren mi nombre adorando a los ídolos y construyendo monumentos funerarios a sus reyes.


Tú, Dios mío, tú eres justo. Por eso nos sentimos muy avergonzados. Así se sienten los que viven en Jerusalén y también los que viven en los países lejanos, adonde los expulsaste por haber pecado contra ti.


Yo habitaré en medio de vosotros y nunca os abandonaré.


Esto es lo que Dios todopoderoso jura por sí mismo: Los israelitas se sienten orgullosos de sus hermosos palacios, pero yo los aborrezco y los voy a entregar, a ellos y a su ciudad, en manos de sus enemigos.


Dijo también que sería bondadoso con su pueblo y que cumpliría el pacto que hizo con él.


A unos los matarán con espada y a otros los llevarán prisioneros a otros países. La ciudad de Jerusalén será conquistada y humillada por gente de otro país, hasta que llegue el momento en que también esa gente será destruida.


Hizo esto para mostrar en el futuro la bondad y el inmenso amor con que nos amó por medio de Jesucristo.


Por eso Dios se enfureció y lo apartó de su lado.


Pero no midas el espacio que hay fuera del Templo, porque ese espacio ha sido entregado a las naciones que pisotearán la ciudad santa de Jerusalén durante tres años y medio.


Dios no os rechazará, pues su nombre quedaría deshonrado ante los demás pueblos. Además, él quiso que vosotros fuerais su pueblo.


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