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Jeremías 14:17 - Biblia Lenguaje Básico

17 Tú, Jeremías, diles además: Día y noche estaré llorando sin cesar porque la capital de mi pueblo ha sufrido una terrible desgracia; ¡ha recibido una herida muy grave!

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Biblia Reina Valera 1960

17 Les dirás, pues, esta palabra: Derramen mis ojos lágrimas noche y día, y no cesen; porque de gran quebrantamiento es quebrantada la virgen hija de mi pueblo, de plaga muy dolorosa.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Ahora bien, Jeremías, diles esto: »“Mis ojos derraman lágrimas día y noche. No puedo dejar de llorar porque mi hija virgen —mi pueblo precioso— ha sido derribada y yace herida de muerte.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Les dirigirás estas palabras: De mis ojos están brotando lágrimas día y noche, sin parar, porque un gran mal aqueja a la hija de mi pueblo, una herida muy grave.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Diles esta palabra: ¡Desháganse mis ojos en lágrimas, Día y noche, y no cesen; Porque la virgen hija de mi pueblo está quebrantada con gran quebranto, Por un golpe dolorosísimo!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Les dirás esta palabra: Vierten lágrimas mis ojos noche y día y no cesan, porque por un gran quebranto está quebrantada la virgen, hija de mi pueblo, por un golpe del todo incurable.

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Jeremías 14:17
20 Referans Kwoze  

Y esto es lo que Dios dice acerca de él: A ti, Senaquerib, Jerusalén te desprecia; los israelitas se burlan de ti a tus espaldas.


Me dan ganas de llorar cuando veo que nadie cumple tus leyes.


Yo he guardado silencio y no he abierto la boca porque eres tú, Dios mío, quien decide lo que debe hacerse.


Y esto es lo que Dios dice acerca de él: «A ti, Senaquerib, Jerusalén te desprecia; los israelitas se burlan de ti a tus espaldas.


¡Qué terrible es, Dios mío, mi dolor! ¡Mi sufrimiento no se acaba! Pero este es el mal que me aqueja y tengo que soportarlo.


Si por causa de vuestro orgullo no obedecéis, lloraré amargamente y en secreto, hasta que ya no pueda más, porque vosotros, pueblo de Dios, seréis llevados presos a una nación lejana.


Por lo tanto, oíd lo que os digo: Este pueblo dice ser mío, pero preguntad entre las naciones y veréis que ningún otro pueblo ha hecho cosas tan terribles.


Estoy tan agobiado por el dolor que no me quedan ganas de vivir.


Veo sufrir a mi pueblo, dice Jeremías, y eso me hace sufrir a mí, me entristece y me asusta.


¡Quisiera huir al desierto y buscar allí un albergue para apartarme de mi pueblo, pues todos ellos son rebeldes, son una banda de traidores!


En Jerusalén se escuchan lamentos: «Estamos destruidos y llenos de vergüenza. Nuestras casas han sido derribadas; tenemos que abandonar nuestro país».


Estoy muy triste y desanimado porque ha sido destruida mi ciudad. ¡Ya no me quedan lágrimas y siento que se me rompe el corazón! Por las calles de Jerusalén veo morir a los recién nacidos.


Inmensa como el mar es tu herida, ciudad de Jerusalén; ¿quién te la podrá sanar? ¿Con qué compararé tu dolor? ¿Cómo te consolaré?


Sí, ciudad de Jerusalén, deja que tus habitantes se desahoguen ante Dios. Y tú, no dejes de llorar; da rienda suelta a tu llanto sin dar descanso a tus ojos ni de día ni de noche.


Por eso voy a castigaros y a destruiros a causa de vuestros pecados.


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