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Jeremías 10:10 - Biblia Lenguaje Básico

10 Pero tú, nuestro Dios, eres el Dios verdadero; ¡Tú nos das vida y reinas por siempre! Cuando te enfadas, tiembla la tierra; ¡no hay nación que resista tu furia!

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Sin embargo, el Señor es el único Dios verdadero. ¡Él es el Dios viviente y el Rey eterno! Toda la tierra tiembla ante su enojo; las naciones no pueden hacerle frente a su ira.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Pero Yavé es el verdadero Dios, el Dios viviente, el Rey eterno. Cuando se enoja, tiembla la tierra, y las naciones no pueden aguantar su cólera.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Pero YHVH es el Dios verdadero; ¡Él es el Dios viviente y el Rey eterno! Por su ira se estremece la tierra, Y las naciones no pueden soportar su indignación.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Yahveh es el Dios verdadero, el Dios vivo y el Rey eterno. Ante su ira tiembla la tierra, y las naciones no soportan su furor.

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Jeremías 10:10
69 Referans Kwoze  

Abrahán se quedó a vivir una larga temporada en el país de los filisteos. Allí en Berseba plantó un árbol, para adorar al Dios eterno.


Cuando todo el pueblo vio eso, se inclinó tocando el suelo con la frente y dijo: —¡El Dios de Israel es el Dios verdadero! ¡Él es el Dios verdadero!


De esta manera, todas las naciones de la tierra sabrán que no hay otro Dios aparte del Dios de Israel.


¡Dios mío, a ti te pertenecen la grandeza y el poder, la gloria, el dominio y la majestad! Porque todo lo que existe es tuyo. ¡Tú reinas sobre todo el universo!


también remueve los cimientos de la tierra, y hace que tiemblen sus bases.


Tú, Dios mío, reinas para siempre y escuchas la oración de los humildes. Tú defiendes a los huérfanos y a los que son maltratados; tú los animas y les prestas atención. Pero a los que no te reconocen los echarás de tu tierra para que nadie en este mundo vuelva a sembrar el terror.


Reconoced que él es Dios; él nos hizo y somos suyos. Nosotros somos su pueblo: él es nuestro pastor, y nosotros somos su rebaño.


Él es un Dios bueno; su amor es eterno, y su fidelidad dura por siempre.


Cuando miras la tierra, ella se pone a temblar; las altas montañas demuestran tu grandeza.


Tierra, ponte a temblar en presencia del Dios de Israel,


Tu reino siempre permanecerá, tu poder dura eternamente.


Dios hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en él. Dios siempre cumple sus promesas: hace justicia a los que son maltratados, da de comer a los hambrientos y pone en libertad a los cautivos.


Lleno de angustia llamé a mi Dios; él me escuchó desde su Templo y mi oración llegó hasta sus oídos.


No me dejes caer en la trampa que me han puesto mis enemigos; ¡tú eres mi protector!


Así como un ciervo sediento busca el agua de un arroyo, así también yo, Dios mío, busco estar cerca de ti.


Y en esa tierra se estableció tu pueblo, en la tierra que, por tu bondad, preparaste para los pobres.


Dios mío, cuando sacaste de Egipto a tu pueblo Israel y lo guiaste por el desierto; cuando te hiciste presente en la monte Sinaí, la tierra se puso a temblar y los cielos se vaciaron.


Desde tiempos antiguos tú has sido nuestro Dios y rey; en repetidas ocasiones nos has dado la victoria.


El temor que inspiras es terrible. Cuando tu furia se desata, no hay quien pueda hacerte frente.


retumbaron los truenos, brillaron los relámpagos y las nubes descargaron su lluvia.


Dios del universo, ¡qué bello es tu Templo!


Dios mío, tú reinas para siempre, estás sentado en tu trono, y vas a dictar la sentencia.


La fuerza de tu furia nadie ha llegado a conocerla. ¡Es tan grande tu ira como el respeto que nos inspiras!


Desde siempre y hasta siempre, desde antes de que crearas las montañas, la tierra y el universo, tú eres Dios.


Desde el principio eres rey; tú siempre has existido.


Sus relámpagos iluminan el mundo. Al verlos, la tierra se estremece.


¡Préstanos atención! Mira lo que nos está sucediendo. Escucha las palabras con que Senaquerib te ha ofendido a ti, el Dios de la vida.


Ojalá que Dios haya escuchado los insultos que el oficial de Senaquerib ha lanzado en contra del Dios de Israel, y que lo castigue por ello. Pídele a Dios que ayude a los israelitas que aún quedan con vida.


Las naciones son, para él, como una gota de agua; ¡como un grano de polvo en la balanza! Los poderosos países que están en las islas del mar son para él lo mismo que un simple grano de arena.


Tú debes saber que Dios no se cansa como nosotros; debes saber que su inteligencia es más de lo que imaginamos.


Soy yo, el Dios excelso quien lo digo, yo que vivo por siempre; yo que vivo en un lugar alto y sagrado, pero que también estoy con los pobres y animo a los humildes y afligidos.


Yo soy un Dios fiel y cumplidor: el que pida una bendición en el país, la pedirá en mi nombre; y todo el que haga un juramento lo hará en mi nombre que soy un Dios cumplidor. Las angustias del pasado —dice Dios—, quedarán olvidadas y fuera de mi vista.


Cuando juréis en mi nombre, hacedlo con sinceridad y honradez y así las naciones encontrarán bendición en ese nombre y podrán cantar mis alabanzas.


Las montañas tiemblan, las colinas se estremecen.


Babilonia caerá con tanta violencia que toda la tierra temblará y por todas las naciones se escucharán sus gritos.


Babilonia tiembla y se estremece porque he decidido llevar a cabo mis planes contra ella. ¡Voy a destruir por completo el país y nadie volverá a habitarlo!


Entonces ordené que se presentaran ante mí todos los sabios de Babilonia para que me explicaran el sueño.


Por eso alabo y adoro al Rey del cielo, pues todo lo que hace está bien hecho. Él es un Dios justo, que humilla a los que son orgullosos.


Entonces el rey Darío escribió un mensaje para todas las naciones y pueblos de la tierra. El mensaje decía: —Con mis deseos de paz para todos,


ordeno a los habitantes de mi reino que adoren y obedezcan al Dios de Daniel. Es un Dios que vive para siempre, un Dios cuyo reino nadie puede destruir y cuyo imperio dura por siempre.


Ese hombre recibió honra y poder para reinar sobre todo el mundo. Pude ver que le obedecían por todos los pueblos y naciones. Su poder será siempre el mismo y nunca tendrá fin; su reino jamás será destruido.


Al frente de este ejército, que es muy grande y poderoso, Dios deja oír su voz de mando y este ejército lo obedece. Ante el día de Dios que será impresionante y terrible, nadie podrá mantenerse firme.


Cuando así lo haga, los montes se derretirán, como la cera con el fuego, y los valles se partirán en dos, como se parten las montañas cuando los ríos bajan por ellas.


En presencia de nuestro Dios tiemblan la tierra y sus habitantes, los cerros y las montañas se estremecen.


Cuando nuestro Dios se irrita, las piedras se convierten en polvo, como si el fuego las fundiera; cuando nuestro Dios se enfurece, nadie puede mantenerse firme.


Cuando las montañas te vieron, temblaron de miedo; las nubes dejaron caer su lluvia, el mar rugió con furia y sus grandes olas se elevaron al cielo.


Cuando tú te detienes, la tierra se pone a temblar; cuando miras a las naciones, todas ellas se llenan de miedo; los cerros se desmoronan, las antiguas montañas se derrumban; ¡hasta he visto temblar de miedo a la gente de Cusán y de Madián, porque tú has vuelto a actuar!


Pedro contestó: —Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios que vive y da vida.


Pero Jesús no respondió nada. Entonces el jefe de los sacerdotes le dijo: —Te lo pido en el nombre del Dios que vive para siempre: ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios?


Y esta vida eterna consiste en que te conozcan a ti que eres el único Dios verdadero, y a mí, que soy el Mesías que tú enviaste al mundo.


—Ciudadanos, ¿por qué hacéis esto? Nosotros no somos dioses, somos simples hombres, como vosotros y hemos venido a anunciaros la buena noticia para que dejéis de hacer esas tonterías y os convirtáis a Dios que ha hecho el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos.


Él nos protege del mal. Es un Dios bueno y fiel, que siempre actúa con justicia.


Todo el mundo sabe que no es posible escuchar la voz de Dios, como la hemos oído nosotros, y seguir con vida.


Porque todos hablan de lo bien que nos recibisteis, y cuentan cómo dejasteis de adorar ídolos para adorar y servir al Dios vivo y verdadero.


¡Alabemos y honremos siempre al Rey eterno, al Dios único e invisible, que vive por siempre! Amén.


Advierte a los ricos de este mundo que no sean orgullosos ni pongan su confianza en las riquezas que tan fácilmente pueden perderse; al contrario, diles que confíen en Dios, pues él es bueno y nos da todo lo que necesitamos para que lo disfrutemos.


¡Qué terrible debe ser que el Dios de la vida tenga que castigarnos!


—Dios nos ha prometido que, a medida que avancemos, él irá desalojando a todos los habitantes de Canaán.


Y también sabemos que el Hijo de Dios ha venido y que nos ha dado inteligencia para conocer al Dios verdadero. Nosotros vivimos unidos a su Hijo Jesucristo que es el Dios verdadero y la vida eterna.


Entonces vi un gran trono blanco. La tierra y cielo desaparecieron sin dejar rastro en presencia del que estaba sentado sobre el trono.


Cuando tú, mi Dios, te fuiste de Seír, cuando te marchaste de los campos de Edom, la tierra tembló, el cielo se estremeció, y las nubes dejaron caer su lluvia.


David preguntó a los que estaban junto a él: —¿Qué habéis dicho que dará el rey a quien mate a ese filisteo y devuelva la honra a Israel? Porque ¿es acaso alguien ese filisteo para desafiar a los ejércitos de Dios?


Y si el león o el oso se me echaban encima, yo los golpeaba y les daba muerte. Y eso mismo voy a hacer con ese filisteo que ha desafiado a los ejércitos del Dios vivo.


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