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Jeremías 1:10 - Biblia Lenguaje Básico

10 Desde hoy tendrás poder sobre reinos y naciones, para arrancar y arrasar, para destruir y derribar, pero también para reconstruir y plantar.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

10 Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Hoy te doy autoridad para que hagas frente a naciones y reinos. A algunos deberás desarraigar, derribar, destruir y derrocar; a otros deberás edificar y plantar».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 En este día te encargo los pueblos y las naciones: Arrancarás y derribarás, perderás y destruirás, edificarás y plantarás.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Mira, en este día te pongo sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para desolar y para derribar, para edificar y para plantar.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Hoy te confío las naciones y los reinos para arrancar y arrasar, para destruir y derruir, para edificar y plantar.

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Jeremías 1:10
29 Referans Kwoze  

Elías era un profeta de Tisbé, pueblo que estaba en la región de Galaad. Un día, Elías anunció a Ajab: —Juro por el Dios de Israel, a quien sirvo, que durante varios años no va a llover ni a caer rocío hasta que yo lo diga.


De esta manera, al israelita que escape de morir bajo la espada de Jazael, lo matará Jehú. Y a quien no pueda matar Jehú, lo matará Eliseo.


Un día herimos, otro curamos; un día destruimos, otro edificamos.


—Yo te elegí antes de que nacieras; te escogí para que hablaras en mi nombre a todas las naciones del mundo.


Haré que se cumplan todas las amenazas que mi profeta Jeremías pronunció contra ese país y contra las demás naciones, amenazas que están escritas en este libro.


Así como antes me dediqué a derribarlos, arrancarlos y destruirlos, ahora me dedicaré a plantarlos, reconstruirlos y ayudarlos a crecer.


Y serán dedicados a mí el valle donde se arrojan los cadáveres y las cenizas, y también los campos que llegan hasta el arroyo de Cedrón y hasta la entrada de los Caballos, en la esquina del este. ¡Nunca más estos lugares volverán a ser arrasados ni destruidos!


—Jeremías, ve, y consigue un rollo de cuero para escribir y escribe en él todo lo que te he dicho acerca de Israel, de Judá y de las otras naciones. Escribe todo lo que ha sucedido desde la época del rey Josías hasta hoy.


En lugar de estar pendiente de vosotros para protegeros, voy a estar pendiente de haceros daño. Os aseguro que toda la gente de Judá que vive en Egipto morirá de hambre o en la guerra.


Pues quiero que sepas que yo voy a destruir lo que he construido y voy a arrancar lo que he plantado. ¡Voy a acabar con toda esta tierra!


Pero tú, Ezequiel, hombre mortal, di este mensaje de mi parte: ¡Que hiera la espada! ¡Que mate y vuelva a matar! ¡Que todos tiemblen de miedo pues ya los tiene acorralados! Por todas partes he puesto la espada asesina para que el corazón desfallezca y sean muchas las víctimas. Está pulida para deslumbrar; está afilada para matar.


Dios también me dio este mensaje: —Tú, Ezequiel, hombre mortal, encárgate de anunciar a Oholá y Oholibá que son culpables. ¡Recuerda a Samaría y a Jerusalén sus odiosas acciones!


—Ezequiel, hombre mortal, cuando Egipto y su pueblo, junto con las demás naciones poderosas, hayan descendido a la tumba, cayendo a lo más profundo de la tierra, donde se encuentran los muertos, entona este lamento:


Entonces los pueblos vecinos que hayan quedado con vida reconocerán que yo soy el Dios de Israel. Reconocerán que yo he reconstruido lo que estaba destruido y he vuelto a sembrar en terrenos desiertos. Yo soy el Dios de Israel y cumpliré mi palabra.


Al ver esto, me acordé de lo que Dios me había mostrado cuando vino a destruir Jerusalén y de la visión que tuve junto al río Quebar. Yo me postré tocando el suelo con la frente,


Por eso el mensaje que os he dado por medio de mis profetas fue como un rayo destructor que os trajo la muerte; y es que lo que yo decido resplandece como la luz.


¡Dios nunca hace nada sin comunicarlo a sus profetas!


Cuando llegue ese día, haré que los descendientes de David vuelvan a reinar en Israel. Lo que estaba en ruinas será reconstruido y volverá Israel a ser fuerte como antes.


Sin embargo, las palabras y mandatos que os transmití por medio de mis siervos, los profetas, fueron bien recibidos por vuestros antepasados que se convirtieron reconociendo, eso sí, que Dios los había tratado según su conducta y sus acciones.


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