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Isaías 2:3 - Biblia Lenguaje Básico

3 y gente de muchas naciones; entonces unos a otros se dirán: "Subamos al monte de Sion, al Templo del Dios de Israel, para que él mismo nos enseñe y obedezcamos sus mandamientos". Dios mismo nos enseñará su ley desde el monte de Sion, desde la ciudad de Jerusalén.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Vendrá gente de muchas naciones y dirán: «Vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Allí él nos enseñará sus caminos, y andaremos en sus sendas». Pues de Sion saldrá la enseñanza del Señor; de Jerusalén saldrá su palabra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Irán a verlo todas las naciones y subirán hacia él muchos pueblos, diciendo: 'Vengan, subamos al cerro de Yavé, a la Casa del Dios de Jacob, para que nos enseñe sus caminos y caminemos por sus sendas. Porque la enseñanza irradia de Sión, de Jerusalén sale la palabra de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 E irán muchos pueblos y dirán: ¡Venid, subamos al Monte de YHVH, A la Casa del Dios de Jacob! Él nos enseñará sus caminos, Y nosotros marcharemos por sus sendas, Porque de Sión saldrá la Ley y de Jerusalem la palabra de YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 vendrán pueblos numerosos y dirán: 'Venid, subamos a la montaña de Yahveh, al templo del Dios de Jacob, para que nos enseñe sus caminos y sigamos sus senderos'. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh.

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Isaías 2:3
39 Referans Kwoze  

Todos los pueblos y reinos se reúnen para adorarlo.


¡Que Dios te permita derrotar a tus enemigos, y extienda desde Jerusalén el poder de tu reinado!


Yo te cantaré alabanzas porque me enseñas tus normas.


Cántico de David para las peregrinaciones. Siento una gran alegría cuando oigo que me dicen: «¡Vamos al Templo de Dios!».


Salmo compuesto por la familia de Coré.


Haré que tus jueces y consejeros vuelvan a ser honrados y sinceros. Se volverá a decir que en Jerusalén se practica la justicia y que su gente me es fiel.


Cuando llegue ese día, subirá al trono un descendiente de David, y juntará a todas las naciones. Su país alcanzará la fama y el poder.


En ese tiempo habrá un camino entre Egipto y Asiria. Los egipcios irán a Asiria, y los asirios a Egipto, y ambos pueblos adorarán a Dios.


Además, se burlan de mí y dicen: «¡Cómo se atreve a darnos lecciones y a enseñarnos lo que dice Dios! ¡Ni que fuéramos niños pequeños


Unos dirán: "Yo pertenezco a Dios"; otros se declararán descendientes de Jacob, y se grabarán en la mano: "Yo soy propiedad de Dios"».


yo les concederé algo mejor que tener hijos e hijas: haré que su nombre quede grabado para siempre en los muros de mi Templo. Les daré un nombre eterno que nunca será borrado.


Los pueblos seguirán tu rastro de luz y tu claridad iluminará a los reyes.


Pero a vosotros, los que os apartasteis de mí, os olvidasteis de mi Templo, y preparasteis banquetes en honor de los dioses de la Fortuna y del Destino,


Y ellos traerán de vuelta de todas esas naciones a vuestros hermanos que se encuentran allí. Los traerán como ofrenda especial para mí a lomos de caballos, de mulas o de camellos, o bien en todo tipo de carruajes; los traerán a mi santo Templo en Jerusalén, lo mismo que hacen los israelitas cuando presentan sus ofrendas en mi Templo. Así os lo aseguro yo, que soy vuestro Dios.


Y si estas naciones enemigas, que enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, aprenden ahora a portarse debidamente y a jurar por mi nombre diciendo: «¡Que viva el Dios de Israel!», llegarán a formar parte de mi pueblo.


—Cuando Ezequías era el rey de Judá, el profeta Miqueas de Moréset anunció al pueblo de Judá este mensaje de parte de Dios todopoderoso: La ciudad de Jerusalén será destruida; quedará hecha un montón de ruinas. Y en el monte de Sion, donde se levanta el Templo, solo crecerán matorrales.


Muy pronto los guardias gritarán por las colinas de Efraín: «¡Venid, vayamos a Jerusalén, y adoremos a nuestro Dios!».


Después de esto, se arrepentirán y volverán a obedecer a Dios, pedirán sus bendiciones y seguirán el ejemplo del rey David.


Tratemos de conocer a Dios; él vendrá a buscarnos lo mismo que amanece cada día. Vendrá a nosotros como lluvia, como la lluvia que cae en primavera y empapa la tierra.


y gente de muchas naciones, y unos a otros se dirán: «Subamos al monte de Sion, al Templo del Dios de Israel; Dios mismo nos enseñará a obedecer sus mandamientos. Porque él será nuestro maestro desde el monte de Sion, desde la ciudad de Jerusalén.


El que escucha lo que yo enseño y hace lo que yo digo, es como una persona prudente que construyó su casa sobre piedra firme.


Pero Jesús le respondió: —¡Feliz más bien la gente que escucha el mensaje de Dios, y lo pone en práctica!


y también que en su nombre se proclamaría en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, un mensaje de conversión para que Dios les perdone sus pecados.


Vosotros los samaritanos no sabéis a quién adoráis. Pero nosotros los judíos sí sabemos a quién adoramos, porque el salvador saldrá de los judíos.


Si alguien quiere obedecer a Dios, podrá comprobar si lo que yo enseño es cosa de Dios o si hablo por mi propia cuenta.


Pero quiero que sepáis que el Espíritu Santo vendrá sobre vosotros, y que recibiréis poder para hablar de mí en Jerusalén, en todo el territorio de Judea y de Samaría, y hasta en los lugares más lejanos del mundo.


Enseguida envié a mis mensajeros, y tú has aceptado muy amablemente mi invitación. Todos estamos aquí, seguros de que Dios nos está viendo, listos para escuchar lo que el Señor te ha ordenado que nos digas.


Pero yo pregunto: ¿Será que no han tenido oportunidad de oír el mensaje? ¡Claro que lo han oído! Porque las Escrituras dicen: Sus palabras recorren toda la tierra y llegan hasta el fin del mundo.


Del mar y de sus playas sacaréis grandes riquezas. Invitaréis a los pueblos vecinos, para que vengan a vuestras montañas, y allí presenten ofrendas a Dios».


Estas son las leyes, mandamientos y normas que vuestro Dios me ordenó enseñaros para que las cumpláis en la tierra que vais a ocupar.


Sin embargo, si ponéis toda vuestra atención en la Palabra de Dios y la ponéis en práctica, seréis felices en todo lo que hagáis. Porque la Palabra de Dios es perfecta y os libera del pecado.


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