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Isaías 2:2 - Biblia Lenguaje Básico

2 «En el futuro, el monte donde se encuentra el Templo de nuestro Dios estará sólidamente asentado y será el monte más importante. Allí vendrán muchos pueblos

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Biblia Reina Valera 1960

2 Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 En los últimos días, el monte de la casa del Señor será el más alto de todos, el lugar más importante de la tierra. Se levantará por encima de las demás colinas, y gente del mundo entero vendrá allí para adorar.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Al fin de los tiempos, el cerro de la Casa de Yavé será puesto sobre los altos montes y dominará los lugares más elevados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Acontecerá en los postreros días Que el Monte de la Casa de YHVH será establecido en la cima de los montes, Y se alzará sobre los collados y acudirán° a él todas las naciones.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Sucederá al fin de los días que la montaña del templo de Yahveh estará asentada en la cumbre de los montes y se elevará por encima de los collados. Afluirán a ella todas las naciones,

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Isaías 2:2
56 Referans Kwoze  

Jacob ordenó a sus hijos que se reunieran junto a él, pues quería decirles lo que había de pasarles en el futuro. Les dijo:


Yo sé que mi Dios vive y que al fin triunfará sobre la muerte.


Todos los pueblos y reinos se reúnen para adorarlo.


¡Pídeme lo que quieras! Te daré como herencia las naciones; ¡todo el mundo será tuyo!


Los pobres comerán y quedarán satisfechos; los que te buscan, Dios mío, te cantarán alabanzas. ¡Que todos viváis muchos años!


Dios mío, desde países lejanos, todas las tribus y naciones se acordarán de ti y vendrán a adorarte.


Poderoso es nuestro Dios y merece nuestra alabanza. En el Templo del monte Sion habita nuestro Dios. En ese monte, alegría de toda la tierra, habita nuestro Dios, en él está la ciudad del gran rey.


¿Por qué, vosotras, altas montañas, miráis con envidia la montaña que Dios ha elegido para vivir allí para siempre?


Que extienda el rey su dominio de mar a mar y de oriente a occidente.


Todas las naciones que tú hiciste vendrán a adorarte y a engrandecer tu nombre.


Salmo compuesto por la familia de Coré. La ciudad de Jerusalén está asentada sobre montes santos.


No hay en todo Israel otra ciudad más amada por Dios que la ciudad de Jerusalén.


Cuando llegue ese día, subirá al trono un descendiente de David, y juntará a todas las naciones. Su país alcanzará la fama y el poder.


El Dios todopoderoso prepara en Jerusalén un banquete para todas las naciones. Allí hay ricos manjares, comidas deliciosas, y los mejores vinos.


Ese día sonará la gran trompeta. Todos los que estaban dispersos en el país de Asiria y en el país de Egipto, vendrán para adorar a Dios en la ciudad santa de Jerusalén.


Vosotros, en cambio, entonaréis canciones como en una noche de fiesta; tendréis el corazón alegre, como los que caminan al ritmo de las flautas. Subiréis al monte de Dios, pues él es nuestro refugio.


Dios dice a su siervo: «Me parece muy poco para ti que reúnas las tribus de Israel y las hagas volver a su patria. Por eso te pondré como una luz para las naciones, y haré que lleves la salvación hasta el último rincón del mundo».


yo les concederé algo mejor que tener hijos e hijas: haré que su nombre quede grabado para siempre en los muros de mi Templo. Les daré un nombre eterno que nunca será borrado.


Los pueblos seguirán tu rastro de luz y tu claridad iluminará a los reyes.


Pero a vosotros, los que os apartasteis de mí, os olvidasteis de mi Templo, y preparasteis banquetes en honor de los dioses de la Fortuna y del Destino,


Y ellos traerán de vuelta de todas esas naciones a vuestros hermanos que se encuentran allí. Los traerán como ofrenda especial para mí a lomos de caballos, de mulas o de camellos, o bien en todo tipo de carruajes; los traerán a mi santo Templo en Jerusalén, lo mismo que hacen los israelitas cuando presentan sus ofrendas en mi Templo. Así os lo aseguro yo, que soy vuestro Dios.


El primer día de cada mes, y el sábado de cada semana, todos vendrán a adorarme. Así lo aseguro yo, vuestro Dios.


Dios mío, tú me das nuevas fuerzas; cuando me encuentro en peligro, tú eres mi refugio. Desde los lugares más lejanos del mundo vendrán a ti las naciones y dirán: «Nuestros antepasados fabricaron dioses falsos que no sirven para nada y nos los dejaron como herencia».


—Cuando Ezequías era el rey de Judá, el profeta Miqueas de Moréset anunció al pueblo de Judá este mensaje de parte de Dios todopoderoso: La ciudad de Jerusalén será destruida; quedará hecha un montón de ruinas. Y en el monte de Sion, donde se levanta el Templo, solo crecerán matorrales.


Cuando llegue ese día, la ciudad de Jerusalén será conocida como «el trono de Dios». Todas las naciones vendrán a Jerusalén para adorarme, y ya no se dejarán llevar por los malos deseos de su necio corazón.


Solo me calmaré cuando mis planes se hayan cumplido. Esto ahora no lo entendéi, pero un día lo entenderéis.


Cuando lleguen a Jerusalén, lo harán entre cantos de alegría disfrutando de mis bendiciones. Yo les daré trigo, vino y aceite, y también vacas y ovejas. Serán como un jardín bien regado, y nunca más perderán su fuerza.


Pero cuando todo haya terminado, haré que vuelvan de ese país. Soy yo, Dios, quien lo asegura. Esto es lo que he decidido contra Moab.


Sin embargo, cuando todo termine, haré que los elamitas regresen de los países adonde fueron llevados. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Bel es el dios de Babilonia, pero yo lo voy a castigar: ¡haré que vomite lo que se comió! Las naciones ya no vendrán a adorarlo, y las murallas de Babilonia serán derribadas.


Pero en el cielo hay un Dios que conoce todos los misterios y ha querido dar a conocer al rey lo que sucederá al final de los tiempos. Pues bien, yo te contaré el sueño y las visiones que has tenido mientras dormías:


Todos los metales de la estatua se hicieron polvo como si fuera paja que el viento se lleva en verano. Sin embargo, la piedra que golpeó a la estatua se convirtió en una gran montaña. ¡Era tan grande que llenaba toda la tierra!


Eso es lo que significa la piedra que nadie tiró y que destruyó todos los metales de la estatua. Esto es lo que el gran Dios quiere que sepas acerca del futuro. Tanto el sueño como el significado que he contado al rey son verdaderos.


Después de esto, se arrepentirán y volverán a obedecer a Dios, pedirán sus bendiciones y seguirán el ejemplo del rey David.


De norte a sur, todo el país se volverá una llanura. Solo la ciudad de Jerusalén permanecerá en su monte y toda ella estará habitada, desde la Puerta de Benjamín hasta la Puerta de la Esquina; desde la torre de Jananel hasta las bodegas del rey. Sus habitantes vivirán tranquilos, porque nadie volverá a destruirla.


Cuando llegue ese día, Dios reinará en toda la tierra. No habrá más Dios que él, ni más nombre divino que el suyo.


Cuando llegue ese día —dice el Dios todopoderoso—, muchos pueblos y naciones poderosas vendrán a Jerusalén a suplicar la protección del Dios todopoderoso. Y sucederá que diez hombres, procedentes de distintas naciones y hablando lenguas diversas, agarrarán a un judío por la ropa y le dirán: «¡Dejadnos ir con vosotros porque hemos oído que Dios os acompaña».


Por eso volveré a vivir en ella y será llamada «ciudad fiel»; habitaré de nuevo en mi Templo y mi nombre, el del Dios todopoderoso, será llamado «Santo».


Yo regreso a mi tierra, pero antes te voy a anunciar lo que el pueblo de Israel hará con tu pueblo en el futuro.


En los últimos tiempos, dice Dios, derramaré mi Espíritu: sobre hombres y mujeres. Vuestros hijos y vuestras hijas hablarán en mi nombre; vuestros jóvenes tendrán visiones y vuestros ancianos, sueños.


Debes saber también que en los últimos días, antes de que llegue el fin del mundo, la gente tendrá que enfrentarse con muchas dificultades.


Pero ahora, en estos últimos tiempos, Dios nos lo ha comunicado por medio de su Hijo. Porque por medio de él Dios creó el universo y lo hizo dueño de todas las cosas.


En primer lugar, tened en cuenta que, en los últimos días, vendrán algunos que vivirán según sus malos deseos. Se burlarán de vosotros


El séptimo ángel tocó la trompeta y en el cielo se oyeron fuertes voces que decían: —Nuestro Dios y su Mesías ya gobiernan sobre todo el mundo y reinarán para siempre.


Luego vi unos tronos y a los que estaban sentados sobre esos tronos se les dio poder para juzgar. Y vi también los que habían sido asesinados por mantenerse fieles a la enseñanza de Jesús y al mensaje de Dios. Ellos no habían adorado al monstruo ni a su estatua, ni se habían dejado poner su marca en la frente ni en las manos. Todos ellos volvieron a vivir y reinaron con el Mesías durante mil años.


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