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Isaías 19:3 - Biblia Lenguaje Básico

3 Haré que se vuelvan locos, y que fracasen sus planes. Entonces consultarán a sus dioses, a los brujos y adivinos, y a los espíritus de los muertos.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y el espíritu de Egipto se desvanecerá en medio de él, y destruiré su consejo; y preguntarán a sus imágenes, a sus hechiceros, a sus evocadores y a sus adivinos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Los egipcios se desanimarán, y yo confundiré sus planes. Rogarán a sus ídolos que les den sabiduría e invocarán a los espíritus, a médiums y a los que consultan los espíritus de los muertos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Egipto no sabrá qué hacer, echaré a perder su prudencia. Irán a consultar a los ídolos, a los adivinos, a los magos y a los brujos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 El espíritu de Egipto se trastornará dentro de sí, y destruiré sus planes. Consultarán a ídolos y a hechiceros, A nigromantes° y adivinos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Se trastornará el espíritu de Egipto en su pecho, y yo anularé sus planes. Consultarán a los dioses y agoreros, a los hechiceros y nigromantes.

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Isaías 19:3
28 Referans Kwoze  

Más tarde, David supo que Ajitófel se había unido al grupo de traidores que andaban con Absalón. Entonces dijo: —Dios mío, te ruego que eches a perder los planes de Ajitófel.


Absalón y todos los israelitas prefirieron seguir el consejo de Jusay, y no el de Ajitófel, porque Dios así lo había decidido para causar la ruina de Absalón.


Mientras tanto, como Ajitófel vio que Absalón no le había hecho caso, montó en su burro y regresó a su casa de Guiló. Al llegar, arregló sus asuntos familiares y luego se ahorcó. Así murió y fue enterrado en la tumba de su padre.


Esta fue la causa de la muerte de Saúl: por no haber obedecido los mandamientos de Dios y por haber ido a consultar a una adivina


y comprobar que de nada les servía ser marineros expertos, pues se tropezaban y caían como si estuvieran borrachos.


Dios no deja que las naciones lleven a cabo sus planes; no deja que los pueblos realicen sus planes malvados.


Cumplamos a nuestro Dios todas nuestras promesas; y vosotras, naciones vecinas, traed ofrendas al Dios admirable;


No hay sabiduría, ni conocimiento, ni consejo que haga competencia a Dios.


Y si yo, el Dios todopoderoso, he tomado esta decisión, ¿quién podrá deternerla?, ¿quién será capaz de impedirla?».


¡Mirad! Dios se acerca a Egipto, cabalgando en una nube veloz. Ante él tiemblan los dioses de Egipto, y todos los egipcios se llenan de miedo.


Cuando hablan los falsos profetas, no dejo que se cumpla lo que ellos anuncian; demuestro que los adivinos no tienen razón, y convierto en puras tonterías la sabiduría de los seres humanos.


Babilonia, sigue con las brujerías y la magia que has practicado toda tu vida, a ver si te sirven de algo, a ver si consigues asustar a alguien.


Israel, pueblo mío, no siempre voy a acusarte, ni estaré enfadado todo el tiempo, pues yo mismo te hice y no quiero que te desanimes.


Seguramente que la gente os dirá: «Todos los pueblos consultan a sus dioses y les piden instrucciones o mensajes. Id vosotros también y consultad a los brujos y adivinos, para que os digan qué va a suceder». ¡Pero no hagáis caso de lo que os digan, pues se trata de una insensatez!


¿Por qué no se mantiene en pie tu Dios Apis, tu toro sagrado? Es que Dios lo ha empujado y derribado.


—Ezequiel, hombre mortal, vuelve la mirada hacia Jerusalén, dirige tu palabra en dirección al Templo y habla así contra la tierra de Israel: Esto dice Dios: Voy a tomar la espada y, desde el norte hasta el sur, mataré por igual a justos y a pecadores.


Cuando decida castigarte, no tendrás ánimo ni fuerzas para enfrentarte conmigo. Yo soy tu Dios, y lo que digo lo cumplo.


haciendo todo lo que el rey les pedía mucho mejor y con más sabiduría que todos los sabios y adivinos de su reino.


Enseguida llamó a gritos a sus sabios y adivinos a los que preguntó: —¿Hay alguien aquí que me pueda explicar lo que está escrito en la pared? Al que lo haga, lo vestiré como un príncipe y le daré el tercer lugar de importancia y autoridad en mi reino.


Por la mañana, cuando a Nabal ya se le había pasado la borrachera, su mujer le contó lo sucedido. Al oírlo, Nabal sufrió un ataque al corazón y quedó rígido como una piedra. Diez días después, tuvo otro ataque y murió.


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