4 En los montes se oyen los gritos de una inmensa multitud: es el ruidoso tumulto de reinos y naciones que se alían. El Dios todopoderoso pasa revista a esos ejércitos, a esas tropas que han venido de muy lejos y ya están listas para el combate.
4 Estruendo de multitud en los montes, como de mucho pueblo; estruendo de ruido de reinos, de naciones reunidas; Jehová de los ejércitos pasa revista a las tropas para la batalla.
4 ¡Oigan el ruido que hay en los montes! ¡Escuchen, mientras marchan los enormes ejércitos! Es el ruido y el griterío de muchas naciones. El Señor de los Ejércitos Celestiales ha convocado a este ejército.
4 Escuchen ese rugido que viene de las montañas como de una inmensa muchedumbre. Escuchen el ruido de los reinos o de las naciones reunidas. Es Yavé de los Ejércitos, que pasa revista al ejército dispuesto para la guerra.
4 ¡Ruido de tumulto hay en los montes, Como de un ejército numeroso! ¡Voz de bullicio de reinos y naciones coligadas! ¡YHVH Sebaot alista su ejército para la batalla!
4 ¡Escuchad! Tumulto en los montes semejante a una gran muchedumbre. ¡Escuchad! Estruendo de reinos, naciones congregadas. Yahveh Sebaot revista al ejército para el combate.
Oíd cómo rugen los ejércitos enemigos; ¡rugen más que un mar embravecido! Por la noche causan terror, pero al amanecer desaparecen. En cuanto Dios los amenaza, salen corriendo y se van muy lejos. ¡Son como la paja que se lleva el viento, como la hierba que arrastra el huracán! ¡Así acabarán las naciones que han saqueado a Israel y lo han dejado en la ruina!
Por lo tanto, israelitas, reuníos y escuchad: Yo elegí a Ciro, el rey de Persia, y él hará con Babilonia todo lo que he decidido. Nadie antes anunció todo esto de antemano.
En el momento indicado, esa nación atacará a Israel con la fuerza de un mar tormentoso. Entonces la tierra quedará envuelta en tinieblas y angustia, y la luz del día se perderá entre oscuros nubarrones.
de parte del Dios de Israel: «El rey de Babilonia y sus soldados están rodeando y atacando la ciudad de Jerusalén. Frente a sus ataques, tus tropas retrocederán y se refugiarán en la ciudad.
Por eso, en un mismo día recibirá todos estos castigos: hambre, sufrimiento y muerte, siendo destruida por el fuego, porque el Señor, el Dios todopoderoso, ha decidido castigarla.