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Hechos 9:1 - Biblia Lenguaje Básico

1-2 Saulo estaba furioso y amenazaba con matar a todos los discípulos del Señor. Por eso fue a pedirle al jefe de los sacerdotes una autorización especial para ir a la ciudad de Damasco, arrestar en sus sinagogas a todos los que siguieran las enseñanzas de Jesús, fueran hombres o mujeres, y llevarlos luego presos a Jerusalén.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Mientras tanto, Saulo pronunciaba amenazas en cada palabra y estaba ansioso por matar a los seguidores del Señor. Así que acudió al sumo sacerdote.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Saulo no desistía de su rabia, proyectando violencias y muerte contra los discípulos del Señor. Se presentó al sumo sacerdote

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 En ese tiempo, Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se acercó al sumo sacerdote,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Por su parte Saulo, todavía respirando amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se llegó al sumo sacerdote

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Hechos 9:1
10 Referans Kwoze  

No dejes que mis enemigos hagan conmigo lo que quieran, ni que falsos testigos llenos de violencia se levanten contra mí.


lo arrastraron fuera de la ciudad, y empezaron a apedrearlo. Los que lo habían acusado falsamente se quitaron sus mantos y los dejaron a los pies de un joven llamado Saulo.


Mientras tanto, Saulo seguía maltratando a los miembros de la Iglesia. Entraba a las casas, sacaba por la fuerza a hombres y mujeres, y los encerraba en la cárcel.


el menos importante de los apóstoles y ni siquiera merezco que la gente me llame apóstol, pues hice mucho daño a la Iglesia de Dios.


Ya sabéis cómo era yo cuando pertenecía a la religión judía. Sabéis también con qué violencia hice sufrir a los miembros de las iglesias de Dios, y cómo hice todo lo posible para destruirlos.


Tanto me preocupaba por cumplir la ley que perseguía a los miembros de la Iglesia. ¡Nadie puede culparme de no haber cumplido la ley!


Antes yo hablaba mal de Jesucristo y lo perseguía con violencia. Aun así, Dios fue misericordioso conmigo, pues yo todavía no creía en Cristo ni sabía lo que estaba haciendo.


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