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Hechos 6:9 - Biblia Lenguaje Básico

9 Sin embargo, algunos judíos de la región de Cirene se pusieron a discutir con él, junto con otros judíos de la ciudad de Alejandría, que pertenecían a la sinagoga de los llamados «libertos». También discutían con Esteban otros que venían de la región de Cilicia y de la provincia de Asia.

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Biblia Reina Valera 1960

9 Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Cierto día, unos hombres de la sinagoga de los Esclavos Liberados —así la llamaban— comenzaron a debatir con él. Eran judíos de Cirene, Alejandría, Cilicia y de la provincia de Asia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Se le echaron encima algunos de la sinagoga llamada de los libertos y otros llegados de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia. Se pusieron a discutir con Esteban,

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Pero algunos de la llamada Sinagoga de Libertos° (tanto cireneos como alejandrinos), y de los de Cilicia y de Asia, se levantaron para disputar con Esteban.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Surgieron algunos de la sinagoga llamada de los Libertos, oiriundos de Cirene y Alejandría, de Cilicia y de Asia, que disputaban con Esteban,

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Hechos 6:9
27 Referans Kwoze  

Tened cuidado, porque os entregarán a las autoridades y os golpearán en las sinagogas.


Os enviaré profetas, sabios y maestros, pero a algunos los mataréis o los crucificaréis; a otros los golpearéis en las sinagogas, y a otros los perseguiréis por todas las ciudades.


Cuando los soldados salían con Jesús encontraron en el camino a un hombre llamado Simón, que era de la ciudad de Cirene y le obligaron a cargar con la cruz de Jesús.


Tened cuidado, porque os entregarán a las autoridades y os golpearán en las sinagogas. Os llevarán ante los gobernadores y los reyes para que deis testimonio ante ellos de que sois mis discípulos.


Antes de que pase todo esto, habrá gente que os perseguirá y os entregará a las autoridades de la sinagoga y os meterá en la cárcel. Por ser mis discípulos, os llevarán ante los gobernadores y los reyes para que os castiguen.


Sin embargo, algunos de Chipre y de Cirene fueron a Antioquía y anunciaron el mensaje del Señor Jesús también a los que no eran judíos.


En la iglesia de Antioquía estaban Bernabé, Simeón «el Negro», Lucio, natural de Cirene, Manaén y Saulo. Manaén se había criado junto con el rey Herodes Antipas. Todos ellos eran profetas y maestros.


Pero cuando los judíos vieron reunida a tanta gente, se llenaron de envidia y trataban de combatir con insultos lo que Pablo decía.


Con ellos mandaron esta carta: «Nosotros, los apóstoles y los demás hermanos líderes saludamos a todos los hermanos no judíos que vivís en las regiones de Antioquía, Siria y Cilicia.


y recorrieron las regiones de Siria y Cilicia, animando en la fe a los miembros de las iglesias.


Pablo y sus compañeros querían anunciar el mensaje de Dios en la provincia romana de Asia, pero el Espíritu Santo no se lo permitió. Entonces atravesaron las regiones de Frigia y Galacia,


Por aquel tiempo llegó a Éfeso un hombre de la ciudad de Alejandría, que se llamaba Apolo. Se expresaba con mucha facilidad, y conocía en profundidad las Escrituras.


Durante dos años, Pablo acudió a ese lugar para hablar de Jesús. Fue así como todos los que vivían en la provincia de Asia, tanto judíos como no judíos, tuvieron ocasión de escuchar el mensaje del Señor.


Pero, como estáis viendo y oyendo, este hombre llamado Pablo ha estado alborotando a la gente de Éfeso y de toda la provincia de Asia. Les ha dicho que los dioses que nosotros fabricamos con nuestras manos no son dioses de verdad, y mucha gente le ha creído.


Cuando estaban a punto de cumplirse los siete días fijados para la purificación, unos judíos de la provincia de Asia vieron a Pablo en el Templo. Enseguida alborotaron a la gente


Pablo contestó: —No. Yo soy judío y nací en Tarso, una ciudad muy importante de la provincia de Cilicia. ¿Me permites hablar a la gente?


Yo contesté: «Señor, esta gente sabe que yo iba a todas las sinagogas para atrapar a los que creían en ti. Los llevaba a la cárcel, y los maltrataba.


—Yo soy judío. Nací en la ciudad de Tarso, en la provincia de Cilicia, pero crecí aquí en Jerusalén. Cuando estudié, mi maestro fue Gamaliel, y me enseñó a cumplir la ley de nuestros antepasados. Siempre he tratado de obedecer a Dios con mucho entusiasmo, así como lo hacéis vosotros.


El gobernador leyó la carta y luego preguntó de dónde era Pablo. Cuando supo que era de la región de Cilicia,


Fui al Templo para entregar las ofrendas y hacer una ceremonia de purificación. Yo no estaba provocando ningún alboroto ni sublevando a la gente. Allí me encontraron unos judíos de la provincia de Asia, y fueron ellos los que armaron el alboroto.


Muchas veces los sometí a torturas en las sinagogas, para que dejaran de creer en Jesús. Tanto los odiaba que hasta los perseguí en otras ciudades extranjeras.


Pero ninguno de ellos pudo vencerlo, porque Esteban hablaba con la sabiduría que le daba el Espíritu Santo.


Dios ha demostrado que la gente de este mundo es necia, pues cree saberlo todo. En realidad, nadie puede presumir de sabio o de tener todas las respuestas sobre las cosas de este mundo.


Después de eso, me fui a las regiones de Siria y Cilicia.


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