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Hechos 6:5 - Biblia Lenguaje Básico

5 A todo el grupo le pareció buena la idea, y eligieron a Esteban, un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo. También eligieron a otros seis: Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás. Este Nicolás era de la ciudad de Antioquía, y antes se había convertido a la religión judía.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 A todos les gustó la idea y eligieron a Esteban (un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo), a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás de Antioquía (quien anteriormente se había convertido a la fe judía).

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Toda la asamblea estuvo de acuerdo y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, que era un prosélito de Antioquía.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y lo dicho fue del agrado de toda la congregación, y escogieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, y a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Le pareció bien a toda la asamblea la proposición y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía.

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Hechos 6:5
24 Referans Kwoze  

El faraón y sus consejeros estuvieron de acuerdo en que el plan de José era bueno.


La respuesta amable calma el enfado; la respuesta grosera lo enciende más.


La respuesta acertada es siempre buena, pero si se hace a tiempo es aún mejor.


Pero yo, Miqueas, estoy lleno del poder de Dios. Por eso puedo afirmar que nuestro Dios es un Dios justo. También puedo acusar a los israelitas de ser un pueblo pecador y desobediente.


¡Qué mal vais a acabar hipócritas! Porque vais por todas partes tratando de ganar un seguidor y, cuando lo conseguís, lo hacéis merecedor del infierno dos veces más que vosotros mismos.


Después de la muerte de Esteban, se desencadenó una persecución contra los seguidores de Jesús. Por eso muchos de ellos huyeron a la región de Fenicia, a la isla de Chipre y a la ciudad de Antioquía. En todos esos lugares, anunciaron la buena noticia de Jesús solamente a la gente judía.


Sin embargo, algunos de Chipre y de Cirene fueron a Antioquía y anunciaron el mensaje del Señor Jesús también a los que no eran judíos.


Los de la iglesia de Jerusalén supieron lo que estaba pasando en Antioquía, y enseguida mandaron allí a Bernabé.


Cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía, donde estuvieron un año entero enseñando a muchas personas de aquella iglesia. Fue allí, en Antioquía, donde por primera vez la gente comenzó a llamar cristianos a los seguidores de Jesús.


En ese tiempo, unos hermanos de Jerusalén que tenían la capacidad de profetizar llegaron a Antioquía.


En la iglesia de Antioquía estaban Bernabé, Simeón «el Negro», Lucio, natural de Cirene, Manaén y Saulo. Manaén se había criado junto con el rey Herodes Antipas. Todos ellos eran profetas y maestros.


Los apóstoles, los demás líderes y todos los miembros de la Iglesia decidieron elegir a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía junto con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, a quien la gente también llamaba Barsabás, y a Silas que tenían un gran prestigio entre los hermanos.


Fue así como el Espíritu Santo los llenó de poder a todos ellos, y empezaron a hablar en otros idiomas. Cada uno lo hacía según lo que el Espíritu Santo le concedía hablar.


Al día siguiente, fuimos por tierra hasta la ciudad de Cesarea. Allí nos quedamos con Felipe, el evangelista, que era uno de los siete ayudantes de los apóstoles.


Cuando mataron a Esteban, que era tu testigo, yo estaba allí permitiendo que lo mataran. ¡Hasta cuidé la ropa de los que lo mataron!».


Pero ninguno de ellos pudo vencerlo, porque Esteban hablaba con la sabiduría que le daba el Espíritu Santo.


Por eso elegid con cuidado a siete hombres, para que se encarguen de ese trabajo. Tienen que ser personas muy respetadas y que estén llenas de sabiduría y del Espíritu Santo.


Esteban —uno de los siete servidores— gozaba del favor de Dios que le dio un poder especial para hacer milagros y señales maravillosas entre la gente.


El jefe de los sacerdotes le preguntó a Esteban: —¿Es verdad todo eso que dicen de ti?


Tampoco has rechazado a los que siguen las enseñanzas de los nicolaítas.


Lo que me gusta de ti es que, lo mismo que yo, odias lo que hacen los nicolaítas.


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