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Hechos 26:6 - Biblia Lenguaje Básico

6 Ahora me están juzgando aquí, solo porque creo en la promesa que Dios hizo a nuestros antepasados.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres soy llamado a juicio;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Ahora se me juzga por la esperanza en el cumplimiento de la promesa que Dios les hizo a nuestros antepasados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Y si ahora soy aquí procesado, es por esperar la promesa hecha por Dios a nuestros padres;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Y ahora, se me juzga por la esperanza de la promesa que Dios hizo a nuestros padres,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Ahora estoy siendo juzgado por la esperanza de la promesa hecha por Dios a nuestros padres,

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Hechos 26:6
59 Referans Kwoze  

Bendeciré a los que te bendigan, y maldeciré a los que te maldigan. ¡Gracias a ti, bendeciré a todas las naciones de la tierra!


Haré que tú y la mujer, seáis enemigas; pondré enemistad entre sus descendientes y los tuyos. Un descendiente suyo te aplastará la cabeza y tú le morderás el talón.


Judá tendrá siempre en sus manos el cetro y el bastón de mando, hasta que llegue aquel a quien verdaderamente deben los pueblos obediencia.


También hiciste a David esta promesa que no dejarás de cumplir: «Uno de tus descendientes será rey;


Allí haré que David tenga un sucesor; prepararé un descendiente para el rey, mi elegido.


Todo el mundo ha presenciado el triunfo de nuestro Dios.


Dios dice también: «No castigaré a todos. A los que deje con vida, les permitiré vivir en Jerusalén y serán llamados: "Pueblo elegido de Dios". Cuando llegue ese día, haré que prosperen y vivan bien. Mi pueblo se sentirá orgulloso de los frutos que le dará su tierra.


Dios mismo os va a dar una señal: La joven está embarazada, y pronto tendrá un hijo, al que pondrá por nombre Emmanuel, es decir, «Dios con nosotros».


Y la respuesta será: «Marcha contra Jerusalén». El rey de Babilonia dará la orden de atacar, lanzando el grito de guerra, construyendo terraplenes y torres de asalto, derribando las puertas con los arietes.


Entonces los israelitas obedecerán mis mandamientos, como deben hacerlo. Vivirán para siempre, junto con sus hijos y sus nietos, en la tierra que di a Jacob y a sus antepasados. David será su único rey, su único gobernante.


Después de esto, se arrepentirán y volverán a obedecer a Dios, pedirán sus bendiciones y seguirán el ejemplo del rey David.


Todos ellos vendrán a mi Templo como un pueblo victorioso; gobernarán al país de Edom y yo seré su rey.


Dios nos va a abandonar, pero cuando nazca ese rey, los que hayan quedado con vida se reunirán con los demás israelitas.


Déjanos disfrutar de tu amor y fidelidad, porque así lo prometiste en tiempos pasados a Abrahán, a Jacob, y a todos nuestros antepasados.


Ese día —así os lo aseguro yo, el Dios todopoderoso— haré que brote un manantial donde los descendientes de David y los habitantes de Jerusalén puedan lavar sus pecados y purificarse de sus impurezas.


Esto es lo que dice el Dios todopoderoso: Álzate, espada, contra mi pastor, contra aquel que me ayuda. Hiere al pastor y el rebaño se dispersará; incluso los más débiles serán golpeados.


y dile: Así dice el Dios todopoderoso: Yo haré que de aquí salga un hombre para que reconstruya mi Templo; lo llamaré «Renuevo», se vestirá como rey y ocupará el trono para reinar. Compartirá el trono con un sacerdote, pero habrá paz entre ellos dos.


¡Alégrate, ciudad de Jerusalén, salta de júbilo, monte de Sion! Porque tu rey viene hacia ti, montado sobre un burro, sobre un asno, hijo de asna. Es humilde, pero justo, y viene como vencedor.


Pues mirad —dice el Dios todopoderoso—, yo voy a enviar un mensajero para que me prepare el camino. Es el mensajero del pacto a quien vosotros buscáis y deseáis, y que llegará a mi Templo cuando menos lo esperéis. Mi mensajero ya viene. Pero, cuando llegue, nadie va a poder resistir su presencia. ¡Ese día nadie va a poder mantenerse en pie! Mi mensajero es como el fuego que purifica los metales; es como el jabón que limpia la suciedad.


Cuando Pablo vio que algunos de los judíos de la Junta Suprema eran saduceos, y que otros eran fariseos, dijo en voz alta: —Hermanos israelitas, yo soy fariseo, y mis padres también lo han sido. ¿Por qué se me juzga? ¿Por creer en la resurrección de los muertos?


Creo que Dios hará que los muertos resuciten, no importa si fueron buenos o malos. Y algunos que me acusan también creen lo mismo.


Lo único que dije ante la Junta, es que me estaban juzgando por creer que los muertos resucitan.


¿Os parece increíble que Dios pueda resucitar a los muertos?


Os he invitado porque quería deciros que me encuentro preso por tener la misma esperanza que tienen todos los de Israel.


Samuel y todos los demás profetas anunciaron también las cosas que están pasando ahora.


Pues Cristo vino y se hizo servidor de los judíos, para mostrar que Dios es fiel y cumple las promesas que hizo a nuestros antepasados.


Pero, cuando llegó el día señalado por Dios, él envió a su Hijo, que nació de una mujer y se sometió a la ley de los judíos.


Vuestro Dios escogerá de entre vosotros a un hombre, que será profeta como yo y al que deberéis escuchar.


Así debemos vivir, mientras llega ese día feliz y maravilloso que todos esperamos, cuando regrese nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.


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