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Hechos 11:1 - Biblia Lenguaje Básico

1 Los apóstoles y los hermanos creyentes que vivían en Judea, se enteraron de que también los que no eran judíos habían recibido el mensaje de Dios.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea, que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 La noticia de que los gentiles habían recibido la palabra de Dios pronto llegó a los apóstoles y a los demás creyentes de Judea.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Los apóstoles y los hermanos de Judea tuvieron noticias de que también personas no judías habían acogido la Palabra de Dios. Por eso,

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Los apóstoles y los hermanos que estaban° en Judea oyeron entonces que también los gentiles habían recibido° la palabra de Dios;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Oyeron los apóstoles y los hermanos que vivían en Judea que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios.

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Hechos 11:1
34 Referans Kwoze  

Judá tendrá siempre en sus manos el cetro y el bastón de mando, hasta que llegue aquel a quien verdaderamente deben los pueblos obediencia.


Los pobres comerán y quedarán satisfechos; los que te buscan, Dios mío, te cantarán alabanzas. ¡Que todos viváis muchos años!


Cuando llegue ese día, subirá al trono un descendiente de David, y juntará a todas las naciones. Su país alcanzará la fama y el poder.


Pero Dios vendrá a visitarnos, y con la fuerza de su espíritu convertirá el desierto en oasis, y el oasis será como un bosque.


¡Mirad a mi siervo, a quien doy mi apoyo, mi elegido en quien me complazco. He puesto en él mi espíritu, y hará justicia entre las naciones.


Yo soy el Dios único; yo te llamé y te tomé de la mano para que hagas justicia, para que seas ante mi pueblo señal de mi pacto con ellos, para que seas ante las naciones la luz que las ilumine.


Dios dice a su siervo: «Me parece muy poco para ti que reúnas las tribus de Israel y las hagas volver a su patria. Por eso te pondré como una luz para las naciones, y haré que lleves la salvación hasta el último rincón del mundo».


Dios muestra su poder a todas las naciones, y todas las regiones de la tierra verán la salvación de nuestro Dios.


Los pueblos seguirán tu rastro de luz y tu claridad iluminará a los reyes.


Las naciones verán tu liberación y todos los reyes de la tierra reconocerán su grandeza. Dios te dará un nombre nuevo


Dios mío, tú me das nuevas fuerzas; cuando me encuentro en peligro, tú eres mi refugio. Desde los lugares más lejanos del mundo vendrán a ti las naciones y dirán: «Nuestros antepasados fabricaron dioses falsos que no sirven para nada y nos los dejaron como herencia».


Aquel día —así lo afirma el Señor— ordenaré a los cielos que derramen sobre la tierra su lluvia


Cuando llegue ese día, haré que todos los pueblos hablen un lenguaje limpio de toda maldad para que juntos me adoren y puedan pronunciar mi nombre.


En todas las naciones del mundo hay quienes reconocen mi grandeza, y por eso me presentan ofrendas aceptables.


Jesús nació en Belén, un pueblo de Judea, cuando Herodes era rey de ese país. En esos días, unos sabios de un país del oriente llegaron a Jerusalén


Oíd bien esto: De todas partes del mundo vendrá gente que participará en el gran banquete que Dios dará en su reino y que se sentará a la mesa con vuestros antepasados Abrahán, Isaac y Jacob.


Cuando entraron, vieron que un joven vestido con una túnica blanca estaba sentado al lado derecho de la tumba. Ellas se asustaron,


como luz que alumbrará a todas las naciones; y será la honra de tu pueblo Israel.


Eran en total unas ciento veinte personas. Uno de aquellos días, Pedro se puso de pie en medio de los hermanos y les dijo:


Los seguidores de Jesús en Antioquía se pusieron de acuerdo para ayudar a los hermanos creyentes que vivían en Judea. Cada uno dio según lo que podía.


Cuando Pablo y Bernabé llegaron a Antioquía, se reunieron con los miembros de la iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho por medio de ellos. Les contaron además cómo el Señor había hecho que también los que no eran judíos, pudieran creer en Jesús.


La iglesia de Antioquía les dio lo necesario para el viaje, y de paso por las regiones de Fenicia y Samaría fueron contando a los hermanos que vivían allí que también los no judíos habían decidido convertirse. Al oír esta noticia, los cristianos judíos se alegraron mucho.


Los hermanos de esa iglesia ya sabían que nosotros íbamos a llegar, y por eso fueron a recibirnos al Foro de Apio y a un lugar llamado Tres Tabernas. Cuando los vimos, Pablo dio gracias a Dios y se sintió muy animado.


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