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Hechos 1:4 - Biblia Lenguaje Básico

4 Un día que estaban comiendo juntos, Jesús les ordenó: —No salgáis de Jerusalén. Esperad aquí, hasta que mi Padre Dios cumpla su promesa, de la que yo os hablé.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Una vez, mientras comía con ellos, les ordenó: «No se vayan de Jerusalén hasta que el Padre les envíe el regalo que les prometió, tal como les dije antes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 En una ocasión en que estaba reunido con ellos les dijo que no se alejaran de Jerusalén y que esperaran lo que el Padre había prometido. 'Ya les hablé al respecto, les dijo:'

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Y estando con ellos, les mandó que no se alejaran de Jerusalem, sino que esperaran la promesa del Padre,° la cual, les dijo:° Oísteis de mí,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 En el curso de una comida, les ordenó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre, 'de la que me habéis oído hablar;

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Hechos 1:4
14 Referans Kwoze  

No seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de Dios hablará por vosotros.


Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, con mayor razón Dios, vuestro Padre que está en el cielo, dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan.


Porque en el momento preciso, el Espíritu Santo os dirá lo que debéis decir.


Ahora quedaos en la ciudad, porque muy pronto os enviaré a quien mi Padre prometió. Esperad aquí hasta que recibáis el poder que Dios os enviará.


Y yo pediré al Padre que os envíe al Espíritu Santo, para que siempre os ayude y siempre esté con vosotros.


Cuando venga el Abogado defensor que yo os enviaré de parte del Padre, es decir el Espíritu que procede del Padre y es portador de la verdad, él os hablará bien de mí.


A continuación sopló sobre ellos y les dijo: —Recibid al Espíritu Santo.


Al decir esto, Jesús estaba hablando del Espíritu de Dios que recibirían los que creyeran en él. Y es que mientras Jesús no muriera y resucitara, el Espíritu no vendría.


Pero Dios no permitió esto a todos, sino solo a nosotros, los que habíamos sido elegidos de antemano por Dios para comer y beber con Jesús después que resucitó de entre los muertos.


Luego Dios lo llevó al cielo, lo sentó a su derecha y le concedió derramar sobre nosotros el Espíritu Santo que nos había prometido. ¡Y esto es lo que estáis viendo y oyendo!


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