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Hechos 1:16 - Biblia Lenguaje Básico

16 —Hermanos, todos sabemos que Judas fue el que guio a los que arrestaron a Jesús. Eso ya lo había anunciado el Espíritu Santo por medio de David. Así lo dicen las Escrituras, y así sucedió.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

16 Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 «Hermanos —les dijo—, las Escrituras tenían que cumplirse con respecto a Judas, quien guio a los que arrestaron a Jesús. Esto lo predijo hace mucho tiempo el Espíritu Santo cuando habló por medio del rey David.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura, pues el Espíritu Santo había anunciado por boca de David el gesto de Judas; este hombre, que guió a los que prendieron a Jesús,

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Varones hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura que predijo el Espíritu Santo por boca de David acerca de Judas, quien fue guía de los que prendieron a Jesús,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 'Hermanos, era preciso que se cumpliera la sentencia de la Escritura que por boca de David predijo el Espíritu Santo acerca de Judas, convertido en guía de los que prendieron a Jesús.

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Hechos 1:16
38 Referans Kwoze  

«El espíritu de Dios está en mi boca, él es quien habla por medio de mí.


Con Zacarías se cumplió lo que Dios había prometido a Jehú: «Tus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos reinarán en Israel».


«Está en cama y no volverá a levantarse. ¡Un demonio lo ha atacado!».


Ese mismo día, Judas Iscariote, uno de los doce discípulos de Jesús, fue a ver a los sacerdotes principales


Todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas, uno de los doce discípulos. Con él venían muchos hombres armados con espadas y palos, pues los habían enviado los sacerdotes principales y los líderes del país.


Deja que las cosas pasen como están sucediendo ahora; solo así puede cumplirse lo que dicen las Escrituras.


Pero todo esto debe suceder para que se cumpla lo que anunciaron los profetas. En ese momento, todos los discípulos abandonaron a Jesús y huyeron.


Recordad que el propio David dijo inspirado por el Espíritu Santo: Dios le dijo a mi Señor el Mesías: «Siéntate a la derecha de mi trono, hasta que yo derrote a tus enemigos».


Todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas, uno de los doce discípulos. Con él venían muchos hombres armados con espadas y palos. Los sacerdotes principales, los maestros de la Ley y los líderes judíos los habían enviado.


Jesús estaba hablando todavía cuando se acercó un grupo de gente encabezado por uno de los doce discípulos, el que se llamaba Judas; y se acercó hasta Jesús para besarlo.


Pues si la Escritura, que siempre dice la verdad, llama dioses a quienes ha sido dirigida la palabra de Dios,


No estoy hablando de todos vosotros. Yo sé a quiénes elegí. Pero debe cumplirse lo que las Escrituras anunciaron: El que come conmigo se ha vuelto mi enemigo.


Mientras yo estaba con ellos, los cuidé y protegí con el poder que me diste, y ninguno se perdió a no ser el que estaba destinado a la perdición, es decir, Judas, porque tenía que cumplirse lo que dicen las Escrituras.


Ahora tiene que suceder lo que está escrito en el libro de los Salmos: Que su casa se quede vacía; que nadie viva en ella. Y también: Que otro ocupe su puesto.


Después de leer algunos pasajes de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga dijeron a Pablo y a Bernabé: —Hermanos, si tenéis algún mensaje para dar ánimo a la gente, hablad.


Sabed, hermanos, que por medio de Jesús se os anuncia el perdón de los pecados. La ley de Moisés no puede libraros de todos vuestros pecados,


Cuando terminaron de hablar, Santiago, el hermano de Jesús, les dijo a todos: —Hermanos míos, escuchadme.


Después de una larga discusión, Pedro les dijo: —Como bien sabéis, hermanos, Dios me eligió desde el principio para anunciar la buena noticia a los que no son judíos, para que también ellos crean en Jesús.


Desde el principio, Dios ya había decidido que Jesús fuera entregado a sus enemigos. Pero fuisteis vosotros quienes lo entregasteis a los romanos para que lo mataran.


Todos los que oyeron estas palabras quedaron fuertemente impresionados. Así que preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: —Vosotros sois nuestros hermanos; decidnos qué debemos hacer.


—Hermanos israelitas y líderes de nuestra nación, escuchadme y dejad que me defienda.


Pablo miró con atención a todos los de la Junta Suprema, y les dijo: —Hermanos israelitas, yo tengo la conciencia tranquila, porque hasta ahora me he comportado siempre bien ante Dios.


Cuando Pablo vio que algunos de los judíos de la Junta Suprema eran saduceos, y que otros eran fariseos, dijo en voz alta: —Hermanos israelitas, yo soy fariseo, y mis padres también lo han sido. ¿Por qué se me juzga? ¿Por creer en la resurrección de los muertos?


Tres días después, Pablo invitó a los líderes judíos que vivían en Roma, para que lo visitaran en la casa donde él estaba. Cuando todos estaban reunidos, Pablo les dijo: —Hermanos israelitas, yo no he hecho nada contra nuestro pueblo, ni contra nuestras costumbres. Sin embargo, algunos judíos de Jerusalén me entregaron a las autoridades romanas.


Y como no pudieron ponerse de acuerdo, decidieron retirarse. Pero antes de hacerlo, Pablo les dijo: —El Espíritu Santo dijo lo correcto cuando, por medio del profeta Isaías, habló a vuestros antepasados diciendo:


Esteban respondió: —Hermanos israelitas y líderes de la nación: escuchadme. Dios, con toda su gloria, se apareció a nuestro antepasado Abrahán en Mesopotamia, antes de que fuera a vivir en Jarán.


Antes de que Cristo viniera al mundo, su Espíritu enseñaba a los profetas lo que tendría que sufrir aquí en la tierra, y también les enseñaba toda la gloria que vendría después de tales sufrimientos.


Ningún profeta habló por su propia cuenta; al contrario, todos ellos hablaron de parte de Dios y fueron guiados por el Espíritu Santo.


Más les valdría no haber conocido el camino de la salvación que, después de haberlo conocido, apartarse del santo mandamiento que les fue dado.


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