4 Pero esto os digo yo, que soy vuestro Dios: estoy con vosotros, Zorobabel y Josué, jefe de los sacerdotes, y también con todo el pueblo. ¡Animaos y poneos manos a la obra!
4 Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos.
4 Sin embargo, ahora el Señor dice: Zorobabel, sé fuerte. Jesúa, hijo de Jehosadac, sumo sacerdote, sé fuerte. Ustedes que aún quedan en la tierra, sean fuertes. Así que ahora, ¡manos a la obra!, porque yo estoy con ustedes, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales.
4 Sin embargo, a ustedes les digo, Zorobabel, Josué y todos ustedes que son el pueblo del país, que no se desanimen. Pónganse a trabajar y yo estaré con ustedes, palabra de Yavé de los Ejércitos.
4 Ahora pues, esfuérzate Zorobabel, dice YHVH; y esfuérzate también tú, Josué ben Josadac, sumo sacerdote, y esfuércese todo el pueblo de esta tierra, dice YHVH, y actuad, porque Yo estoy con vosotros, dice YHVH Sebaot.
4 ¡Ánimo, pues, Zorobabel! -oráculo de Yahveh-. ¡Ánimo, Josué, hijo de Josadac, sumo sacerdote! ¡Ánimo, pueblo todo del país! -oráculo de Yahveh-. ¡Manos a la obra! Porque yo estoy con vosotros -oráculo de Yahveh Sebaot-,
Cada día David tenía más y más poder, pues Dios todopoderoso lo ayudaba. David sabía que Dios le había dado ese poder, y que lo había hecho rey de Israel por amor a su pueblo. Jirán, el rey de Tiro, envió mensajeros a David y con ellos envió expertos en trabajar con madera y piedra. Le envió también madera de cedro para que le hicieran a David un palacio en Jerusalén.
Luego David dijo a su hijo Salomón: —Para llevar a cabo esta obra del Templo de Dios cuentas con las distintas clases de sacerdotes y levitas; están también a tu disposición obreros expertos en trabajos manuales, así como las autoridades de la nación y todo el pueblo en general. ¡Tú sé fuerte y decidido! ¡No tengas miedo ni te desanimes, porque Dios siempre estará contigo! Él no te dará la espalda ni te abandonará hasta que termines todo el trabajo en relación con la obra del Templo de Dios.
Esta es la lista de los que estaban casados con mujeres extranjeras: Lista de sacerdotes: De los descendientes de Josué, hijo de Josadac y sus parientes: Maasías, Eliezer, Jarib y Guedalías.
Dios le dijo: —¡Moisés, yo estaré contigo en todo momento! Y para que sepas que yo soy quien te envía, voy a darte una señal: después de que hayas sacado a los israelitas, todos vosotros me adoraréis en este mismo lugar.
así que el ángel me explicó: —Significa que Dios está mandando a Zorobabel el siguiente mensaje: Esto es, Zorobabel, lo que yo, el Dios todopoderoso, te digo: No hace falta que seas poderoso, ni necesitas un gran ejército; lo único que necesitas es mi espíritu.
Habéis oído el mensaje que, por medio de mis profetas, os he dirigido estos días en que se han puesto los cimientos para reconstruir mi Templo. Por lo tanto, ¡animaos! Antes de empezar la reconstrucción no se les pagaba a los trabajadores ni se alimentaba a los animales; por culpa del enemigo nadie viajaba con tranquilidad, y todos se peleaban contra todos. Pero ya no voy a tratar así a los que aún quedan con vida. Yo soy el Dios de Israel y cumpliré mi palabra.
Y los discípulos salieron a anunciar por todas partes la buena noticia del reino. El Señor Jesús los acompañaba y los ayudaba por medio de señales milagrosas, demostrando así que los discípulos predicaban el mensaje verdadero. Amén.
José fue uno de los doce hijos de Jacob. Como sus hermanos le tenían envidia, lo vendieron como esclavo a unos comerciantes, que lo llevaron a Egipto. Sin embargo, Dios amaba a José
A Josué, Dios le dijo: —Tú, Josué, tienes que ser fuerte y valiente. Yo te ayudaré en todo, y tú harás que este pueblo conquiste la tierra que les he prometido.
Pero el Señor Jesucristo sí me ayudó, y me dio valor para anunciar su mensaje a quienes no eran judíos. Así Dios me salvó de la muerte, como si me hubiera rescatado de la boca de un león.
Dios ayudaba a los jefes que él ponía. Mientras ese jefe vivía, Dios salvaba a los israelitas de sus enemigos, porque se compadecía de ellos al oírlos quejarse de sus sufrimientos.
Uno de ellos le dijo: —Yo conozco a uno. Se llama David y es hijo de Jesé, el que vive en Belén. Toca muy bien el arpa y es también un guerrero muy valiente; además, sabe hablar bien y es muy guapo. ¡Y Dios siempre lo ayuda!