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Génesis 43:11 - Biblia Lenguaje Básico

11-13 Ante esto, su padre les dijo: —Pues si no hay otra solución, tomad a vuestro hermano y volved con él adonde está ese hombre. Pero haced lo siguiente: Llenad vuestros sacos con los mejores productos de nuestro país para regalárselos. Llevadle bálsamo, un poco de miel, algunas especias, y mirra, pistachos y almendras. Llevad también doble cantidad de dinero, pues tenéis que entregar el que os devolvieron en vuestros sacos. Tal vez lo pusieron allí por error.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Entonces Israel su padre les respondió: Pues que así es, hacedlo; tomad de lo mejor de la tierra en vuestros sacos, y llevad a aquel varón un presente, un poco de bálsamo, un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Entonces su padre Jacob finalmente les dijo: —Si no queda otro remedio, entonces al menos hagan esto: carguen sus costales con los mejores productos de esta tierra —bálsamo, miel, resinas aromáticas, pistachos y almendras—; llévenselos al hombre como regalo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Israel, su padre, les dijo: 'Ya que no queda más remedio, hagan lo siguiente. Echen en sus bolsas algo de los productos del país: tragacanto, miel, goma, láudano, pistacho y almendras, y llévenselo como regalo a ese hombre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Respondió su padre Israel: Si tiene que ser así, hacedlo. Tomad de lo mejor de la tierra en vuestras bolsas y llevad obsequios a aquel hombre, un poco de bálsamo, y un poco de miel, especias y mirra, nueces y almendras.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Les dijo Israel, su padre: 'Si no hay más remedio, haced lo siguiente: Meted algunos de los productos del país en vuestros sacos, y llevad al hombre aquel como presente un poco de resina y un poco de miel, tragacanto y láudano, pistachos y almendras.

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Génesis 43:11
37 Referans Kwoze  

Jacob insistió: —Por favor, te ruego que aceptes este regalo. Nos has recibido con mucha amabilidad, y verte cara a cara ¡es como ver el rostro de Dios!


Luego los hermanos se sentaron a comer. De pronto vieron que se acercaba un grupo de comerciantes. Eran unos ismaelitas que venían de Galaad. Sus camellos estaban cargados de finos perfumes y hierbas de agradable olor, que los ismaelitas pensaban vender en Egipto.


Si no hubiéramos dejado pasar tanto tiempo, ya hubiéramos ido y vuelto dos veces.


Que el Dios todopoderoso haga que ese hombre tenga compasión de vosotros, y deje que Benjamín y su otro hermano regresen con vosotros. En cuanto a mí, si he de perder a todos mis hijos, tendré que aceptarlo.


Los hijos de Jacob tomaron los regalos, una doble cantidad de dinero, y junto con Benjamín se dirigieron a Egipto. Al llegar, se presentaron ante José.


Y como ellos habían oído que José iba a comer con ellos al mediodía, prepararon los regalos para cuando él llegara.


Cuando José llegó a su casa, se inclinaron tocando el suelo con la frente y le entregaron los regalos que le habían llevado. Después de saludarlos, José les preguntó si su padre, del que le habían hablado, aún vivía. Ellos le respondieron: —Así es, nuestro padre, tu siervo, todavía vive y está bien de salud.


sin contar los impuestos que le pagaban los comerciantes, y los tributos procedentes de los reyes de Arabia y de los gobernantes del país.


así que cada año le llevaban regalos de oro y plata, ropas, perfumes, caballos y mulas.


—Hagamos un pacto tú y yo, como hicieron tu padre y el mío. Rompe el pacto que hiciste con Basá, el rey de Israel, para que no siga luchando contra mí. A cambio te envío este oro y esta plata como regalo.


Merodac Baladán, hijo de Baladán, que era rey de Babilonia, se enteró de que Ezequías había estado enfermo, así que le envió mensajeros con cartas y un regalo.


dijo a Jazael: —Toma un regalo y llévaselo al profeta. Dile que pregunte a Dios si me voy a curar.


—Reúne a todos los judíos que se encuentren en Susa, y pídeles que ayunen por mí; que no coman ni beban durante tres días. También mis sirvientas y yo ayunaremos. Después me presentaré ante el rey aunque la ley no lo permita. ¡Y si tengo que morir, moriré!


Dios mío, demuéstranos tu poder, el poder con que nos has ayudado.


¡Que le paguen impuestos los reyes de Tarsis y los más lejanos países; que le traigan regalos los reyes de Arabia y Etiopía.


Hasta el furor de los humanos contribuye a tu grandeza; los que se libran de tu ira te sirven de corona.


Por eso he venido a librarlos del poder egipcio. Los voy a llevar a una región muy grande y fértil que mana leche y miel. Es Canaán, país donde viven pueblos que no me conocen.


Es un insensato el que sale fiador de otros y hace tratos con extraños.


Con un regalo generoso todo el mundo te recibe; ¡hasta la gente más importante te abre sus puertas!


A los ricos les sobran amigos, pues todo el mundo aprecia sus regalos.


Regalo a tiempo calma el enfado, obsequio discreto amansa al airado.


¡Qué dulces son tus caricias, hermana y novia mía! ¡Son más dulces que el vino! ¡Más fragantes tus perfumes que todos los bálsamos!


los más variados aromas, y las más finas especias.


Corre, amado mío, como gacela o cervatillo por las colinas que están cubiertas con hierbas aromáticas.


¿Cómo es posible que no haya en el país una medicina que pueda aliviarnos? ¿Cómo es posible que no haya ningún médico que sea capaz de curarnos? ¿Cómo es posible que siga sin sanar la herida de mi pueblo?


También hacías negocios con los comerciantes de Dedán y de otros puertos lejanos, los cuales te pagaban con marfil y con madera de ébano.


Tus clientes de Sabá y Ramá te pagaban con finos perfumes, con oro y piedras preciosas.


Por eso yo os entrego el territorio donde ellos viven ahora. Es una tierra que mana leche y miel donde siempre tendréis abundancia de alimentos. Y no olvidéis que yo soy vuestro Dios, y que os he separado de los otros pueblos.


Hicimos todo lo posible para evitar que Pablo fuera a Jerusalén, pero él no quiso escucharnos. Así que dijimos: —Que se haga lo que quiere el Señor.


Dios te dará cada mes y cada año las más abundantes cosechas;


Por favor acepta la comida que he traído para ti y para tus hombres,


Pero Saúl le respondió: —Si vamos a consultarlo, ¿qué podemos darle? ¿Cómo agradeceremos su ayuda? Ya no nos queda nada, ni siquiera un poco de pan.


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