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Génesis 34:30 - Biblia Lenguaje Básico

30 No agradó a Jacob el comportamiento de sus hijos Simeón y Leví, y les dijo: —Con lo que habéis hecho, me habéis traído muchos problemas. Ahora los cananeos y los fereceos que habitan en esta tierra no van a querer ni verme. Nosotros somos pocos, y si la gente de esta tierra se une contra nosotros, acabarán por matarnos a todos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

30 Entonces dijo Jacob a Simeón y a Leví: Me habéis turbado con hacerme abominable a los moradores de esta tierra, el cananeo y el ferezeo; y teniendo yo pocos hombres, se juntarán contra mí y me atacarán, y seré destruido yo y mi casa.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 Después, Jacob les dijo a Simeón y a Leví: —¡Ustedes me han arruinado! Me han hecho despreciable ante todos los pueblos de esta tierra: los cananeos y los ferezeos. Nosotros somos tan pocos que ellos se unirán y nos aplastarán. ¡Me destruirán, y toda mi familia será aniquilada!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Dijo entonces Jacob a Simeón y a Leví: 'Me han dejado en mala situación, y por culpa de ustedes me odiarán los cananeos y los fereceos que ocupan el país. Yo sólo tengo unos pocos hombres, y si ellos se unen para atacarme, me exterminarán junto con toda mi gente.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Entonces dijo Jacob a Simeón y a Leví: Me habéis turbado haciéndome apestoso ante los moradores de esta tierra: el cananeo y el ferezeo. Yo tengo escaso número de hombres, y se juntarán contra mí, me atacarán, y yo y mi casa seremos exterminados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Dijo Jacob a Simeón y a Leví: 'Me habéis buscado la ruina al hacerme odioso a los habitantes del país, a los cananeos y los perizeos. Yo cuento con un número reducido de hombres. Ellos se unirán contra mí, me vencerán y acabarán conmigo y con mi casa'.

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Génesis 34:30
33 Referans Kwoze  

Cuando los egipcios te vean y sepan que eres mi mujer, a mí me matarán y a ti te dejarán con vida.


Con tus descendientes formaré una gran nación. Voy a bendecirte y hacerte famoso, y servirás de bendición para otros.


En aquel tiempo, los cananeos ocupaban la región de Canaán. Abrán recorrió toda esa región y llegó a Siquén, donde está el encinar de Moré.


Esto hizo que surgieran discusiones entre los pastores de Abrán y los pastores de Lot; además, los cananeos y los fereceos también habitaban allí.


Jamor, que era jeveo, gobernaba ese territorio. Cuando su hijo Siquén vio a Dina, la tomó por la fuerza se acostó con ella y la violó.


Pero sus hijos le respondieron: —¡Pues Siquén no tenía por qué haber tratado a nuestra hermana como si fuera una prostituta!


A Egipto se desplazaron sesenta y seis descendientes directos de Jacob, sin contar a las mujeres de sus hijos.


Contando a Jacob y a José, y a los dos hijos de José que habían nacido en Egipto, la familia de Jacob en Egipto fue de setenta personas en total.


Al darse cuenta los amonitas de que David se había enfadado mucho con ellos, contrataron a los arameos de Rejob y Sobá para que les ayudaran a luchar contra David. También contrataron a mil hombres del rey Maacá y a doce mil hombres de Tob. Los arameos enviaron a veinte mil soldados, que tomaron posiciones en el campo junto con los soldados de Tob y Maacá. Por su parte, los amonitas salieron a la guerra y se colocaron en orden de batalla a la entrada de la ciudad. Informado de ello, David envió a la batalla a Joab, junto con todo su ejército y sus mejores soldados.


Ajitófel le contestó: —Acuéstate con las mujeres que tu padre dejó para que cuidaran el palacio. Así los israelitas se darán cuenta de que has roto las relaciones con tu padre, y tus seguidores confiarán plenamente en ti.


Mientras Salomón vivió, Rezón fue también enemigo declarado de Israel.


Elías le contestó: —No soy yo el que trae problemas sobre Israel, sino tú y tu familia. Porque vosotros habéis dejado de obedecer los mandamientos de Dios y adoráis las imágenes del dios Baal.


Haced memoria de las maravillas que nuestro Dios ha realizado; recordad sus milagros y los mandamientos que nos dio.


Cuando éramos solo unos pocos y parecíamos gente sin patria,


Al darse cuenta Janún y los amonitas que David se había enfadado mucho con ellos, enviaron treinta y tres mil kilos de plata a los sirios de las ciudades de Mesopotamia, de Maacá y de Sobá, para que les proporcionaran carros de combate y jinetes.


Cuando eran tan solo unos pocos, un puñado de emigrantes,


les dijeron: —¡Que Dios mire lo que habéis hecho y os castigue! Porque ahora el faraón y su gente nos odian más que antes. ¡Vosotros les habéis dado un pretexto para que nos maten!


Compadécete de los demás y te harás bien a ti mismo; pero si les haces daño, el daño te lo harás tú.


El insensato que daña a su familia acaba perdiéndolo todo y termina siendo esclavo del sabio.


El que siempre quiere tener más hace daño a su familia, el que no se deja sobornar tendrá larga vida.


Dios os dispersará por otros países y solo quedaréis unos pocos en medio de esas naciones a las que Dios os va a llevar.


Pero si Dios os prefirió y os eligió no fue por ser vosotros el pueblo más numeroso entre todos los pueblos de la tierra. Al contrario, erais el pueblo más insignificante de todos.


Allí Josué le dijo: —¿Por qué nos has causado tanto mal? Ahora Dios te va a causar mal a ti. Los israelitas mataron a pedradas a Acán y a su familia. Luego prendieron fuego a todo


Y es que al saber que Saúl había destruido un cuartel filisteo, los israelitas pensaron que serían atacados por los filisteos; así que se reunieron en torno a Saúl en Guilgal.


Pero Samuel le dijo: —¿Cómo voy a ir? Si Saúl llega a saberlo, me matará. Dios le dijo: —Lleva contigo una ternera y di que vas a presentarme una ofrenda.


Pero David se quedó pensando: —Uno de estos días Saúl me va a matar. Es mejor que me vaya a vivir a la tierra de los filisteos. Así Saúl dejará de perseguirme por todo Israel, y podré vivir tranquilo.


Por eso Aquís confiaba mucho en David, ya que pensaba: «Con lo que David está haciendo, los israelitas deben odiarlo mucho. Así que tendrá que estar siempre a mi servicio».


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